Carlos Ruiz Gonzalez

¿Realmente importa más el socio que el negocio?

Emprender siempre es una aventura innovadora e interesante, un viaje riesgoso donde la creatividad, la inteligencia, la perspicacia, la resiliencia y la proactividad juegan un papel muy importante.

Una de las preguntas más frecuentes que se hace quien empieza un negocio es si debe asociarse con algún (o algunos) amigo o conocido y, en caso afirmativo, hay cuestionamientos sobre cómo asociarse y en qué fijarse para que dicha asociación, y por ende la empresa, resulte exitosa.

Definitivamente se trata de una duda muy válida pues, haciendo una metáfora, es casi como casarse.

A la hora de contraer matrimonio entramos en un juego distinto al noviazgo, porque hay otras reglas y, casi siempre, las ilusiones ceden el paso a una realidad que se impone.

Sin embargo, las personas no dejan de casarse y, a pesar de posibles dificultades, hay matrimonios exitosos basados más en el deseo de construir una relación a futuro juntos, que en un inútil sentimentalismo.

Entonces, ¿qué características habría de considerar al elegir socios?

1) La diferencia entre amigo y socio. Una cosa es la relación de amigo y otra muy diferente la relación de socio. A los amigos se les busca por compatibilidad afectiva, mientras que a los socios se les busca más bien por compatibilidad efectiva. Un amigo, especialmente si solo está en el plano social, es para pasar un rato agradable; un socio es para complementarse y enfrentar juntos una aventura ciertamente más difícil. Sin embargo, existen amigos muy efectivos (y también los hay nada efectivos). Por lo tanto, debemos fijarnos mucho en la coincidencia de valores como: responsabilidad, lealtad, sinceridad, honestidad y laboriosidad. Por otro lado, también hay amigos que nos quieren, buscan nuestro bienestar y nos muestran afecto a pesar de nuestros defectos, esos amigos, como veremos más adelante, pueden tener buena madera de socios.

2) Asociación basada en principios. No basta con un contrato legal de asociación, por bueno y extenso que sea, o por más tiempo que nos tardemos en hacerlo y que hayamos buscado abogados muy competentes para que nos ayudaran a elaborarlo. Lo que hace que dos personas puedan enfrentar con éxito una situación difícil, como emprender una empresa, no es la posible perfección del contrato sino la capacidad de compartir los mismos principios. Por eso, en los arranques de las empresas familiares, en la primera generación, la mayoría de las veces encontramos principios compartidos, pues se trata de hermanos educados por los mismos padres. Además, normalmente son los padres los que ponen el ejemplo en el arranque. Esto se da cuando los hijos participan en el comienzo, y se da menos cuando los hijos llegan cuando "la mesa ya esta puesta".

3) Complementariedad. También hay que considerar la complementariedad, y si es necesario, buscarla. Por ejemplo, en los casos exitosos como Apple (Jobs y Wozniak), Hewlett-Packard (Hewlett y Packard) y Bimbo (Lorenzo y Roberto Servitje) esta complementariedad se ha presentado bien y hasta explica, en gran parte, el éxito de la empresa. Cuando se manifiesta, normalmente uno de los dos (Jobs) era el visionario, el que manejaba las public relations (el extrovertido, estratégico y orientado al mercado); el otro, por su parte, (Wozniak) era más orientado a la operación (ordenado, metódico y ejecutador). Dicho en otra metáfora: uno vuela y el otro aterriza.

4) Confianza. Normalmente los emprendedores inician un negocio con alguien en quien confían. Esto suele suceder con los amigos, aunque, como mencionábamos antes, la amistad no debe ser la única razón para asociarse con alguien.

5) Claridad de reglas. A pesar de lo que decíamos sobre la importancia de tener los mismos principios, más adelante es importante poner las reglas lo más claro posible, aquí vale la pena recordar el refrán popular: "cuentas claras, amistades (y negocios) largas".

Como idea final dejo una reflexión sobre la amistad, que sirve para subrayar la importancia de elegir bien al socio y dice así: es más importante el socio que el negocio.

Emprender siempre es una aventura innovadora e interesante, un viaje riesgoso donde la creatividad, la inteligencia, la perspicacia, la resiliencia y la proactividad juegan un papel muy importante. En un viaje, en una aventura así, hay que elegir muy bien a los acompañantes para que sinérgicamente la combinación de buenos elementos aumente las probabilidades de coronar la aventura exitosamente.

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