La campaña de Xóchitl Gálvez parece dinamizarse un poco en lo que muchos esperan sea un preludio de posturas más contundentes, críticas y directas en contra de la gestión que ha tenido el gobierno de la 4T. Hay algunos atisbos de ingenio, tales como la iluminación del cielo de alguna parte de la Ciudad de México con mensajes propios de una campaña electoral; o la visita que hizo a Texcapilla, en el Estado de México, para lanzar desde ahí una advertencia al presidente López Obrador en materia de seguridad y condenando su inacción; la nueva frase de “Feliz fin de AMLO”; entre otras cosas, permite albergar esperanzas de que su deslucida campaña hasta ahora, pueda retomar vuelo y ser competitiva de cara al mes de junio de este año.
Enfrente, está Claudia Sheinbaum, con una estrategia que deja ver que irá por el mercado electoral de los jóvenes que seguían a Samuel García, algo que en la campaña de Gálvez parecen no haber visto hasta ahora. Sin duda, es una parte muy apetecible del pastel de votos y los guinda van por eso.
Lo que muchos nos preguntamos es cuándo será el momento en que la campaña de Xóchitl comenzará en serio, es decir, ¿cuándo comenzarán a evidenciar las fallas que ha tenido la actual administración y que son argumentos contundentes de la necesidad de un cambio? Parece ser que tienen pavor de hablar de las fallas en la Línea 12, de la terrible estrategia en la epidemia del COVID, de las obras inacabadas, pero ya inauguradas, de la corrupción de Segalmex, de la familia incómoda, etcétera, temas que han sido tocados de manera marginal y que sin duda pueden ser determinantes para captar algunos votos. Pero no, tal vez estén respetando demasiado la investidura presidencial o de plano, están aterrorizados de meterse con un presidente tan poderoso como éste.
Pero sea la que sea la explicación de la sosa campaña del Frente, hay algo que deben hacer porque es lo que su clientela electoral espera y demanda: reivindicar a las clases medias. El gobierno de López Obrador se ha dedicado, desde el inicio de su administración, a agraviar, despreciar, denostar y humillar a la clase media. Les ha llamado de todo: son aspiracionistas por querer vivir con más de un par de zapatos, son racistas, son clasistas, son traidores a la patria por haber hecho estudios en el extranjero, son desalmados y corruptos por vivir en la colonia Del Valle y otras de nivel medio, son arrogantes por creer en la ciencia, son golpistas por querer correcciones en el gobierno, no tienen criterio y son manipulados por la derecha, y una larga lista de agravios que se han hecho a esta parte de nuestra sociedad y que, hasta ahora, no han sido defendidos por nadie.
Parece extraño que, mientras que Sheinbaum y Morena —de la mano de AMLO— se dedican a consolidar su voto duro mediante la división, la crítica y el encono social que les ha funcionado tan bien y que les ha permitido consolidarse en las clases populares, la estrategia electoral del Frente no ha mencionado, ni por asomo, una reivindicación de quienes son —o ellos creen que son— sus votantes incondicionales. No se ha hecho ni una sola defensa contundente de las clases medias que exigen ser desagraviadas y ser tratadas como ciudadanos y no como enemigos. En estas fechas decembrinas, escuché a personas de clase media desencantarse de Xóchitl y su campaña por su tibieza. Incluso algunos comienzan a ver con buenos ojos a una académica con grado de doctorado como Claudia Sheinbaum, que no parece ser tan impulsiva como López Obrador, que según ellos parece ser que hará caso de expertos —al ser ella misma una doctora—, que privilegiará la ciencia por encima de la ideología como se ve en la composición de sus grupos de trabajo de campaña, etcétera, con lo que parece marcar sus diferencias —por lo menos de forma— con López Obrador. No obstante eso, Sheinbaum es cuidadosa de no criticar ni controvertir propuestas de AMLO por muy estúpidas que sean, como la de elegir a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación solo para congraciarse con el líder máximo y mostrarle su lealtad, aunque al final muchos creen que congelará la propuesta y no hará caso del sinsentido de reforma al Poder Judicial. Sheinbaum poco a poco se va acercando a los votantes de clase media, aunque sabe que la mayoría de ellos son anti-4T, pero está segura que le podrá arrancar algunos de esos votos al Frente.
El equipo de campaña de Xóchitl debe entender que si no hace una defensa ‘contundente y clara’ de las clases medias y les da el respeto que hace cinco años no tienen, es de esperarse que muchos sean seducidos por la doctora.
Sí, se ve muy bonito el cielo con drones y todo eso, pero mientras las clases medias sigan sin quien las defienda y las reivindique, el Frente puede seguir perdiendo el tiempo con este tipo de estrategias mientras muchos votantes se pasan al equipo de enfrente. Mucho cuidado con la displicencia.