Carlos Javier Gonzalez

Ojalá sea Marcelo

Si López Obrador desea tener una victoria contundente en 2024 y con tanta legitimidad como él, deberá decantarse por Marcelo Ebrard.

Entre las clases medias urbanas existe un sentimiento de desesperación y frustración ante la mediocridad y abyección mostrada por los partidos políticos de oposición, que cada vez representan menos a los ciudadanos. Sin embargo, y dada la configuración jurídico–electoral prevaleciente en México, los electores requieren de los partidos para poder hacer escuchar su voz, si no se cuenta con algún candidato independiente.

Los pequeños liderazgos de los partidos de oposición lo saben y se aprovechan de ello. Les importa un pepino que la ciudadanía esté dispuesta a tomar las calles para defender aquello en lo que cree mientras ellos hacen política de Twitter, restaurantes polanqueños y nada más, porque al final los electores deberán de votar por alguno de sus ineptos partidos para cambiar de gobierno. Por eso Alito Moreno —sin duda alguna uno de los políticos más desprestigiados en el imaginario colectivo— sin ningún tipo de empacho ha declarado que él puede ser candidato opositor a la presidencia de la República. Mientras, por otro lado, el gris Marko Cortés maniobra torpemente para obligar a que el candidato opositor sea Santiago Creel, quien no despierta ningún tipo de emoción fuera de Bosques de las Lomas. Vaya usted a saber por qué, pero pareciera que los dos principales partidos opositores han decidido echar su resto con la finalidad de perder las elecciones presidenciales.

Estos dirigentes están muy equivocados, si creen que los votos que no simpatizan con el régimen de López Obrador votarán en automático por quien sea el candidato o candidata opositora. No es así. En conversaciones clasemedieras comienza a escucharse con mayor insistencia y frecuencia que “ojalá sea Marcelo” el candidato de Morena, porque muchos de los que han sido agraviados cobardemente por López Obrador desde la mañanera, saben que nunca han sido defendidos por los partidos de oposición. Estos partidos no pelan a la gente, punto. No existen acercamientos con la ciudadanía, no existen acciones contundentes de defensa de los que piensan diferente al gobierno federal, no existen liderazgos con los que la gente se identifique. Y por eso, existen electores que preferirían tener como presidente a Marcelo Ebrard, que a cualquier reciclado sin carisma ni cercanía con la gente que imponga Marko Cortés o que un cuestionadísimo Alito Moreno. No, la clase media no votará en automático por la alianza opositora, pero a ellos les importa un cacahuate.

Si López Obrador desea tener una victoria mucho más contundente de la que tendrá en 2024 con Claudia Sheinbaum Pardo y un presidente que detente tanta legitimidad como él, deberá decantarse por Marcelo Ebrard. Es la única oportunidad de recuperar a las clases medias que votaron por Morena en 2018 y que ven en Ebrard un político sensato, conciliador e incluyente. No se sabe si Sheinbaum lo será cuando ya tenga la banda presidencial puesta, pero hasta ahora ha demostrado que aspira a ser un patético remedo de López Obrador.

Las bases de Morena votarán por quien AMLO les diga, por lo que no existe el riesgo de que voten en contra de un Ebrard candidato. Es impensable que contradigan la indicación del líder real de su movimiento, por lo que Marcelo verdaderamente podría convertirse en un candidato que aglutine y una a todos los desunificados por la ventajosa sevicia del jefe del Estado, que no tiene reparo en agraviar e insultar ciudadanos.

Son muchos quienes dicen que prefieren votar por Ebrard antes que darle un voto a los mediocres partidos de oposición. Por eso es que por ahí se dice: “Ojalá sea Marcelo”.

EN ANEXO

Se siguen acumulando denuncias en contra de la empresa GACS Event Funds en México, de Alberto Alonso. Sin embargo, de las denuncias que duermen en el escritorio de alguna fiscalía especializada en la FGR, ninguna ha procedido independientemente de todas las evidencias que se han aportado. Tal parece ser que el señor Alonso tiene muy buenos amigos en dicha dependencia.

El autor es abogado experto en administración pública

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