Carlos Javier Gonzalez

La sucesión del 24 la impondrá Morena

Algo que López Obrador deberá tener en mente al momento de realizar el destape de su ‘corcholata’ es que él no estará en la boleta, aunque amenazó con acompañarla en la campaña.

Aún no se sabe quién habrá de ser el abanderado de Morena en la elección presidencial. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que la decisión depende de una sola persona que responderá a las encuestas que más le convengan a su ánimo en el momento en que tenga que tomar tan importante decisión. Contrariamente a lo que parece vox populi de que el presidente López Obrador tiene la decisión dirigida hacia Claudia Sheinbaum, me permito disentir de esta opinión.

Creo que el ejercicio de revocación de mandato del pasado 10 de abril es un indicador muy claro del número de electores que habrán de votar por el candidato de Morena, sea quien sea, siempre y cuando traiga el visto bueno de AMLO. Poco a poco se comienzan a conocer a ciencia cierta todas las malas mañas a que recurrió Morena para darle la vuelta a la ley y sacar al mayor número de personas a votar por un presidente en funciones. No les dio para más: salieron a votar 16 millones y 15 millones lo hicieron a favor de López Obrador. Y estos números no son para nada impredecibles, sino que son consistentes con el voto duro obradorista de muchas elecciones. La pregunta es si este número les alcanza para ganar la presidencia en 2024 ante una oposición sin iniciativa, sin propuesta, sin candidatos y si decide ir dividida. Este último factor, aunado a la gran mediocridad de esta oposición, es la clave para que Morena asegure su triunfo en las presidenciales. Sin embargo, dicho triunfo no está asegurado y mucho tendrá que ver con el candidato que postule Morena, porque de los más visibles –Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto– se vislumbran grandes diferencias aunque no sean evidentes en público.

La primera juega a ser la continuadora de López Obrador y, por lo tanto, se ha convertido en una ridícula imitación del presidente sin propuesta propia ni argumentos que la diferencien del actual jefe del Ejecutivo; el segundo se mantiene más distante y menos radical, lo que le acarrea la desconfianza de algunos de los más radicales del movimiento obradorista, pero a cambio podría obtener los votos de algunos desencantados con el obradorato puro e incluso con algunos simpatizantes de otros partidos que no ven en la oposición posibilidad alguna de triunfo; el tercero es un enigma. A veces radical, a veces conciliador, pero poco conocido por el electorado. A mí juicio, la verdadera contienda está entre los primeros dos.

Sin embargo, algo que López Obrador deberá tener en mente al momento de realizar el destape de su ‘corcholata’, es que él no estará en la boleta, aunque ya amenazó que apoyará al que gane sus encuestas y que lo acompañará en la campaña con su respaldo. Y sabe que tiene que ser así, porque Claudia no tiene, ni de lejos, los apoyos que él si tiene. López Obrador sabe que esos 15 millones de votos son de los que le perdonan absolutamente todo: que diga que hay que cuidar la vida de los delincuentes, que arrase una selva sin importarle un pepino la ecología, que defienda dictaduras o gobernadores impresentables, que oculte datos, etcétera. Es verdad, esos votantes le perdonan todo a él, lo que sea. Pero los candidatos de Morena no son él, por eso es que sin importarle la ley, hará campaña por su ungido de manera abierta. Eso le garantiza los 15 millones de su voto duro, pero no así un incremento en su votación a menos que deje que su delfín se desmarque de él y comience a tener ideas propias, algo impensable en la mente de AMLO. Por eso, y aunque no sea el preferido de AMLO, tendrá que optar por aquel que cuente con la simpatía de más votantes, además de los 15 millones de voto duro y quien más fácilmente los podrá obtener será aquel que, desde ahora, comience a diferenciarse de AMLO, de sus radicalismos, de sus sinsentidos, de sus violaciones al Estado de derecho; con aquel que se acerque a las clases medias que han sido agraviadas por el presidente, insultadas sin sentido.

No pueden esperarse ni Claudia ni Marcelo para comenzar a ganar simpatías de los indecisos hasta que sean ungidos, porque justamente para ser ungidos, deberán de traer los números más altos. El que tenga más números que los 15 millones de AMLO, será quien se quede con la candidatura. AMLO está operando la ruptura de la alianza opositora con los ataques a Alejandro Moreno, Alito, mostrándolo como un corrupto frívolo. No contaba con que Alito se la iba a revirar mostrándolo como un vil chantajista exhibiendo los audios de la conversación que tuvo con Manuel Velasco, su casi hermano. Pero la oposición no ha de ser preocupación mayor para López Obrador en tanto se mantengan como están: agachones, temerosos y pusilánimes. Sin ánimo siquiera para delinear candidaturas que cuestionen al obradorato. Parece ser que en dicho ánimo sólo hay dos: Lily Téllez y Alito –este último empujado por las circunstancias–. La verdadera sucesión se define dentro de Morena y el elector será el gran dedo, mejor dicho, el destapador.

El autor es abogado experto en administración.

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