Carlos Javier Gonzalez

¿Hay futuro sin reconciliación?

La división existente actualmente entre los mexicanos y que preocupa a muchos integrantes de la sociedad, no es nueva.

La división existente actualmente entre los mexicanos y que preocupa a muchos integrantes de la sociedad, no es nueva y me parecería injusto decir que se produce como consecuencia de los pronunciamientos presidenciales de cada mañana. Es cierto que en ejercicio de comunicación de la 4T que se centra en la mañanera encontró tierra fértil en la descalificación de los que no simpatizan con el presidente de la República -de manera total o parcial, poco importa- para construir una narrativa que López Obrador confunde con el establecimiento de un nuevo régimen. En realidad se trata de un gobierno de exclusión en que no puede haber debates serios entre el gobierno federal y los que piensan diferente o critican las acciones de gobierno. El presidente – a semejanza de su antagonista Salinas de Gortari- ni los ve, ni los oye, a menos que sea para apuntalar su discurso que evidencie la división entre los mexicanos.

Es verdad que los mexicanos hemos sido omisos en generar una auténtica integración social. Somos racistas y clasistas tal y como lo dice López Obrador y lo hemos visto como algo normal desde tiempos virreinales, a pesar de que siempre lo hemos negado. Pero la realidad es esa, somos una nación dividida por prejuicios de hace muchos años. Y en este terreno, AMLO encontró terreno fértil para afianzar su propia visión y narrativa de soporte a la 4T. López Obrador, en vez de asumir su rol como jefe del Estado mexicano, prefirió ser el líder de su movimiento, a pesar de haber [sido] electo por medios democráticos y tener la obligación de aglutinar a todos con base al mandato social que recibió.

Pero hemos visto que esta confrontación, que sin duda se ha acentuado a partir del gobierno de López Obrador, evidencia que más allá de una división social, se trata de diferentes visiones de la vida. Más allá de las descalificaciones diarias a quien piensa diferente el Presidente ha puesto sobre la mesa un debate que los mexicanos siempre hemos rehuido, y que a mi juicio es saludable que se hable de ello pero desde un punto de vista serio y respetuoso.

De continuar el actual esquema de maniqueísmo social e histórico, la reconciliación nacional posobradorista será muy difícil de consolidar. No se puede pretender volver a una sociedad como antes, en que unos mandan y otros obedecen nada más por diferencias económicas. Sin embargo, el actual gobierno no se ocupa de consolidar instituciones que sirvan de catalizador y se conviertan en integradores sociales, sino que simplemente señala la falla -innegable- de nuestra estructura social. La construcción del nuevo paradigma social debe de considerar a todos los que integramos el tejido social, independientemente de nuestras diferencias y coincidencias y a mi parecer, los puntos de partida para esta nueva integración son prácticamente inexistentes.

Parece ser que uno de los puntos de mayor dificultad para esta futura construcción es la diferencia en la visión sobre el Estado de derecho, ya que se vislumbra por parte del gobierno de López Obrador una inclinación hacia el no respeto de la ley, por considerarlas antagónicas a lo que él piensa. Pero en lugar de modificar las disposiciones normativas que nos rigen, el actual régimen se ha lanzado a la violación abierta de las leyes, a la marrullería, a la simulación. Ejemplos de ello sobran y lo que es verdaderamente preocupante es que existen gruesas capas de la población que justifican estas conductas por considerar que ya es hora de que ellos también puedan violar las leyes, como lo han hecho las castas gobernantes anteriores.

Es lamentable que un bono democrático y una legitimidad como la que obtuvo el jefe del Ejecutivo, haya sido dilapidada en procurar la marginación de los que piensan diferente, aunque ello implique debilitar al Estado de derecho. No sé como vamos a poder caminar hacia la reconciliación nacional partiendo de un concepto que justifica la violación de las leyes si ésta se da por parte de los colaboradores y simpatizantes de un gobierno, sea el que sea. El precedente es peligrosísimo porque se puede repetir en el futuro. México necesita un líder aglutinador, no un pendenciero que considera a la crítica como ataques, como intentonas golpistas y como expresiones de corrupción y codicia. ¿Dónde se podrá encontrar ese líder? En las oposiciones no se vislumbra alguien con tamaño y arrastre, y de los de Morena no se ve alguien que quiera romper esta dinámica perversa. Ojalá se logre reconciliar a los mexicanos, de lo contrario el precio que pagaremos será muy elevado.

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