Benjamin Hill

Una democracia de movimientos, no de partidos

La aparición de Frenaaa es lo más relevante que ha ocurrido en cuanto a movimientos de oposición al gobierno. Los partidos políticos opositores apenas han dado señales de vida.

Este fin de semana pudimos ver el mayor despliegue de fuerza de movilización ciudadana de la organización llamada Frente Nacional Anti-AMLO (Frenaaa), con un plantón que con algunas dificultades, logró instalarse en la Plaza de la Constitución. El nombre de esta agrupación no deja ningún espacio a la ambigüedad; el objetivo de Frenaaa es conseguir la renuncia del presidente. Fuera de eso, se trata de un grupo que se mueve dentro de un vasto espacio de ambigüedad de propósitos. Es difícil encontrar en su página de internet un conjunto amplio de ideas o un programa que alimenten o justifiquen su reclamo principal, que es la renuncia del presidente. Tal vez lo más parecido a una causa concreta que los mueve, es la denuncia que hacen del gobierno de Morena como vanguardia de una iniciativa internacional salida del llamado Foro de Sao Paulo, para instalar el comunismo en México. Y es en esa parte, en la que Frenaaa intenta ser más específico con sus intenciones, en donde más se equivoca. Dos de las 'estrategias' de Morena para llevar a México al comunismo, dice la página de Frenaaa, son la homosexualidad y la equidad de género. Esto exhibe a Frenaaa como un movimiento que al menos en origen, es socialmente conservador e intolerante con la diversidad y la igualdad. No hay duda de que existe un México profundamente conservador para quienes la toleracia, la justicia, la igualdad y los derechos básicos representan una amenaza. Increíblemente y a pesar de esa inclinación conservadora, el hecho es que Frenaaa está rebasando sus propias limitaciones, su capacidad de convocatoria ha crecido hasta romper las costuras de su camisa y está consiguiendo llenar un espacio que los partidos de oposición han abandonado. Todo indica que para bien o para mal, Frenaaa es o está en vías de convertirse en el principal movimiento auténticamente popular que se opone abiertamente al gobierno.

Es difícil saber cuántos de los que participan en los eventos de protesta de Frenaaa coinciden en que el gobierno tiene planes de implantar el comunismo en México y comparten la ideología conservadora de esa organización. Es posible que muchas de las personas que se han sumado a las manifestaciones coinciden con Frenaaa en su disgusto con el gobierno, pero no en mucho más que eso. Algunas personas entrevistadas en medios de comunicación que estuvieron protestando con Frenaaa el fin de semana en el Zócalo, hicieron explícito su deslinde con la organización, pero expresaron que tenían sus motivos para manifestarse contra el gobierno. Frenaaa, a pesar de que parece estar bien organizado y se moviliza con estrategias en las que utilizan redes sociales y métodos parecidos a los de las empresas de mercadotecnia directa, no es un movimiento homogéneo, monolítico, unificado en torno a un programa ideológico. El cemento que los une es el rechazo al gobierno. Y en eso, se han vuelto el único cauce de múltiples intereses, preocupaciones, opiniones y posturas que pueden ser muy distintas, pero que coinciden en su deseo de un cambio de rumbo. No es que Frenaaa esté ganando adeptos con sus propuestas conservadoras; más bien parece que se convirtió en el único canal de expresión política que hoy es capaz de generar espacios en los que es posible manifestarse contra el gobierno y tener alguna relevancia para la agenda nacional.

La irrupción de Frenaaa en la arena pública se da en el vacío dejado por la oposición partidista, pero no es sorpresiva. Frenaaa es en cierta medida un reflejo de Morena o de una nueva forma de participación política. Hay algo de respuesta reflejo en un movimiento opositor que reúne a grupos y personas distintos e inconexos, motivados por sentimientos de rechazo al gobierno, frente a otro movimiento, Morena, también lleno de contradicciones y sus integrantes están motivados por sentimientos propios de rechazo a los partidos tradicionales y la corrupción. Tienen ambos un cierto aire de familia en cuanto a que carecen de un programa que les ofrezca una identidad propia, fuera de lo que los une, que es el rechazo tajante a algo. Frenaaa no es partido político y no parece que tenga la intención de convertirse en uno; por su parte, los miembros de Morena siempre han tenido el cuidado de aclarar que no son un partido, sino un 'movimiento'. Ambos grupos albergan sectores socialmente conservadores, Frenaaa en sus fundadores y dirigentes; Morena en sus aliados evangélicos.

Desde el inicio de esta administración, la aparición de Frenaaa es lo más relevante que ha ocurrido en cuanto a movimientos de oposición al gobierno. Durante ese tiempo, los partidos políticos opositores apenas dieron débiles señales de vida. Es una realidad que los partidos en México han dejado de ser organizadores de la vida social e intermediarios entre los ciudadanos y el poder, y que se han burocratizado y conformado con ser apéndices del Estado para disfrutar de sus prerrogativas y subsidios. Algunas de las iniciativas políticas que parecían tener más representación en la sociedad como México Libre, fracasaron en su intento de convertirse en partidos por no cumplir con ciertos trámites. Por causas parecidas, Morena no ha podido renovar su dirigencia, y todo indica que fue un error convertirse en partido político en lugar de permanecer como movimiento. Todo eso tal vez sea el anuncio de una nueva forma de democracia, menos atada a la organización de partidos y más cercana a movimientos espontáneos de ciudadanos en torno a intereses y preocupaciones específicas.

COLUMNAS ANTERIORES

Trump sigue gobernando
De toros y toreros

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.