Benjamin Hill

¿Qué hacer cuando falten camas y respiradores?

El Consejo de Salubridad General tienen un reto importante y complejo desde el punto de vista médico, ético y legal para proponer una guía y que tengamos un 'triage' que no sea discriminatorio.

Se espera que entre esta semana y al menos hasta mediados de mayo –puede que más– aumenten en tal cantidad los enfermos de Covid-19, que lleguemos al límite de saturación de las camas en las unidades de cuidados intensivos, que el personal calificado para atender los pacientes en estado crítico se encuentre totalmente ocupado, y que los respiradores artificiales existentes en México no alcancen a satisfacer la demanda. Eso hará necesario que en los hospitales se tome una decisión sobre qué enfermo debe tener la prioridad entre dos o más que necesiten esos cuidados para continuar su tratamiento y sobrevivir. Aquellos que se encuentren en condiciones de requerirlo y no tengan acceso a un respirador, por ejemplo, seguramente morirán. Se trata de un dilema como el de la película Sophie's Choice, que involucra escoger entre la supervivencia o la muerte de muchas personas, por lo que decidir quién debe tener preferencia en su uso tiene implicaciones legales y éticas.

Este tipo de deliberaciones sobre quién debe tener prioridad en la atención médica crítica son comunes en contextos de emergencia y de guerra, cuando se multiplican los casos de enfermos y heridos que requieren atención urgente, y se estresan al máximo las capacidades de los servicios de salud. A los protocolos que definen cómo establecer esas prioridades se les llama triage, una palabra francesa que en español se traduce como trillar, esto es, separar el trigo de la paja, clasificar, escoger. Los protocolos de triage por regla general buscan establecer las prioridades de atención en situaciones de emergencia, con el fin de aprovechar mejor recursos escasos, privilegiar la supervivencia de más personas y clasificar las necesidades de atención.

Con la intención de orientar al personal médico que atenderá a enfermos de Covid-19, y previendo la saturación de los espacios en cuidados intensivos y la falta de respiradores artificiales por el aumento de personas contagiadas, el Consejo de Salubridad General elaboró y publicó el 11 de abril un documento borrador llamado 'Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica', en el que se ofrecían lineamientos para abordar estos dilemas, una propuesta de triage. El documento ya había sido divulgado en el sitio de internet del Consejo, pero no puede ser consultado ahora, ya que lo retiraron de la red después de que fue duramente criticado por la opinión pública y calificado como discriminatorio e ilegal por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pues establecía como uno de los criterios principales para la atención crítica la edad de los pacientes, priorizando la atención a los jóvenes y desplazando a las personas de edad avanzada.

En un texto esclarecedor publicado en Nexos sobre las razones técnicas que tomó en cuenta el Consejo para proponer este criterio de triage, Alejandra Donají Núñez (https://discapacidades.nexos.com.mx/?p=1469) explica que se utilizó como modelo el protocolo del estado de Massachusetts, que ya había sido criticado en Estados Unidos por restar posibilidades de atención a personas con ciertas condiciones de salud preexistentes, que muchas veces están determinadas por la posición social u origen étnico, y que al final ese triage reproducía de forma implícita las injusticias de una realidad social discriminadora, económicamente desigual y racista. Un grupo interdisciplinario de expertos en distintas áreas (Soto et. al.) publicó también en Nexos (https://www.nexos.com.mx/?p=47691) un artículo en el que plantean una alternativa al modelo de triage presentado y después retirado por el Consejo de Salubridad. Se trata de una propuesta que toma en cuenta aspectos legales y éticos, y que busca establecer criterios transparentes, equitativos, igualitarios y no discriminatorios para las situaciones en las que se presente la necesidad de priorizar el uso de recursos médicos en la atención de pacientes de Covid-19 y salvar el mayor número de vidas. Esta propuesta incluye además criterios que hacen que la edad sea un elemento que contribuye, pero que no es determinante para tomar una decisión final sobre la asignación de recursos para atender a un pacienter. Habría que ver si esa propuesta es técnicamente viable de ser aplicada en el campo y si esta importante aportación es tomada en cuenta por el Consejo de Salubridad en la elaboración y revisión de la guía que deberán publicar con urgencia, pues la emergencia se nos viene encima con cada hora que pasa.

Aquí las autoridades del Consejo de Salubridad tienen un reto importante y complejo desde el punto de vista médico, ético y legal para proponer una Guía que finalmente sea publicada y que tengamos un triage que no sea discriminatorio, que cumpla con la ley y que no contamine las decisiones de atención crítica con la reproducción de condiciones de injusticia preexistentes. Para esto, no bastará traer a México triages adoptados en otros lugares, como el de Massachusetts, con el que simplemente importamos sus imperfecciones. Se requiere que se diseñe un triage para esta crisis de salud que sea justo y ético, que tome en cuenta las opiniones de expertos y que sea transparente en cuanto a la divulgación de las motivaciones y razones éticas, legales y técnicas que llevaron a proponer un determinado protocolo.

Se trata de un tema complejo y es mejor dejar la decisión final en manos de los expertos, pero creo que sería digno de ser tomado en cuenta como criterio el privilegiar la atención y protección de la vida de médicos, enfermeros, camilleros y de todos los profesionales y trabajadores del sector salud que se encuentran atendiendo esta crisis desde la trinchera, que se encuentran por lo mismo en grave riesgo y que merecen el apoyo incondicional y unánime de la sociedad mexicana.

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