Opinión Benjamin Hill

¿Cómo mejorar la calificación en los índices que miden la corrupción?

Es necesario subrayar la importancia de comunicar la voluntad sincera de combatir la corrupción y desarrollar acciones que, en efecto, demuestren que esa voluntad se materializa en políticas públicas.

La semana pasada se presentó el Índice de Percepciones de Corrupción 2019, de Transparencia Internacional. México subió un punto en su calificación respecto del año anterior –de 28 a 29–, en una escala del cero al 100, en la que cero sería la percepción de una corrupción absoluta, y 100 el estado ideal, o la percepción de ausencia de corrupción.

La movilidad histórica de la calificación de México en este índice ha sido muy acotada. Hemos rondado exclusivamente el pequeño territorio de las bajas calificaciones. Es difícil también vincular la evaluación que hemos recibido en este índice a eventos específicos. No tenemos la certeza suficiente para afirmar que una reforma importante, como por ejemplo, la conformación del Sistema Nacional Anticorrupción o la creación de la Auditoría Superior de la Federación, o las reformas en materia de acceso a la información, hayan tenido efectos positivos sobre la calificación de México en este índice. Tampoco es posible asegurar que algún escándalo de corrupción específico haya contribuído a bajar nuestra calificación; podemos proponerlo como hipótesis, pero es algo difícil de afirmar como un hecho.

Esta cualidad gelatinosa que caracteriza a índices como éste que miden percepciones, ha llevado a muchos al escepticismo sobre la utilidad de invertir esfuerzos para mejorar nuestra calificación. He escuchado decir que la búsqueda de una mejor calificación es inútil, pues las percepciones de corrupción son caprichosas, que se mueven sin una lógica identificable, o que se contaminan con otros temas, como la inseguridad pública, el estado de la economía, la aprobación presidencial o el "humor social".

En realidad, sí es posible, con voluntad e imaginación, desarrollar acciones específicas para mejorar la calificación de México en este y otros índices que tratan de medir algún aspecto del estado de la transparencia y la corrupción en nuestro país.

No solamente creo es posible mejorar, sino que de hecho, existen experiencias concretas de esfuerzos del gobierno dirigidos específicamente a mejorar la calificación de México en índices que miden aspectos de la transparencia y la corrupción que han sido exitosas. En 2010 nos propusimos mejorar la calificación de México en el Índice de Presupuesto Abierto (https://www.internationalbudget.org/open-budget-survey/open-budget-index-rankings/). Estudiamos la metodología, y establecimos un mecanismo de trabajo colaborativo con organizaciones de la sociedad civil y otros stakeholders que influían en la calificación de México. Se hicieron cambios normativos y se desarrollaron políticas específicas para mejorar, como la página de transparencia presupuestaria de la Secretaría de Hacienda (www.transparenciapresupuestaria.gob.mx). Así, de tener en 2010 una calificación de 52 en una escala del cero al 100, en 2017 obtuvimos una calificación de 79, la más alta del continente, incluyendo a Canadá y Estados Unidos, y superior a la de países como el Reino Unido, Francia y Australia.

¿Qué hacer para mejorar la calificación? En primer lugar, es necesario reconocer que la calificación de México en estos índices tiene una importancia en sí misma, más allá de que son mediciones que tratan de traducir en una calificación numérica el estado de las cosas en cuanto a la corrupción reinante. En segundo lugar, habría que hacer una revisión de la metodología que utilizan los principales índices que miden corrupción, entre los que sin duda estarían el Índice de Percepciones de Corrupción de Transparencia Internacional (CPI), los Indicadores de Gobernanza Mundial del Banco Mundial (WGI) y la Guía Internacional de Riesgo País (ICRG). En específico, habría que poner especial atención en los dos primeros, ya que el CPI tiene un enorme impacto mediático, y el WGI es utilizado como indicador en sus calificaciones por las agencias Fitch y Moody's (no está claro si Standard & Poor's también lo hace, su metodología es un tanto oscura, pero es muy probable que sí). En esto, es posible hacer sinergias y aprovechar la experiencia del trabajo que hace desde hace años desarrolla la Secretaría de Economía para mejorar la calificación de México en el estudio Doing Business del Banco Mundial.

Una revisión de la metodología de estos índices indicaría las acciones a seguir en materia de regulación, legislación, políticas públicas y estrategias de comunicación. Aquí todo es importante, tanto las acciones y reformas que incidan positivamente sobre el combate a la corrupción y la comunicación que se haga sobre los resultados de éstas. Es necesario subrayar la importancia de comunicar la voluntad sincera de combatir la corrupción y desarrollar acciones que, en efecto, demuestren que esa voluntad se materializa en políticas públicas. Por regla general, el primer año de gobierno en cada sexenio (salvo 2007, tal vez por el debate poselectoral), mejora ligeramente la calificación de México en estos índices, posiblemente por el ambiente de renovación y esperanza que acompaña a cada inicio de administración. Pero también, por regla general, cuando la sociedad no percibe en los hechos que las acciones del gobierno son sinceras, se pierde el optimismo inicial, y la calificación tiende a bajar conforme pasan los años.

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