El autor es economista .
Los datos económicos más recientes confirman la magnitud de la contracción económica que empieza a afrontar nuestro país, con su consecuente pérdida de empleos, la cual se inició desde antes de la aparición del coronavirus en México, pero se ha agravado en las pasadas semanas.
El principal problema que se tiene para poder predecir la gravedad de la recesión es la dificultad para conocer la duración del confinamiento de las personas, lo que repercute en pérdida del consumo y de las ventas, de la producción y de los ingresos de las familias. Es por lo mismo, que las últimas encuestas realizadas en el sector financiero muestran un amplio rango de las expectativas de crecimiento para el presente año; que va desde -3.7 hasta -9.0 por ciento, situándose el promedio cerca de -7.0 por ciento. En la medida en que se alargue el periodo del confinamiento, la caída será incluso más grave.
Por su parte, la inflación está en medio de dos presiones contrapunteadas: Por un lado, la devaluación del tipo de cambio y la escasez de los productos empujan los precios al alza, mientras que por el otro lado la caída en la demanda presiona los precios a la baja. El prestigio del Banco de México es un factor determinante que permite que se mantenga la estabilidad de los precios, por lo es necesario que se refuerce el apoyo a esta institución.
Es preocupante la caída en el empleo formal, medido por medio del número de asegurados en el IMSS, el cual muestra que solo en la segunda mitad de marzo hubo una reducción de 200 mil trabajadores registrados en esta institución. La siguiente semana, es decir la primera de abril se tuvo una reducción adicional de 149 mil trabajadores, lo que significa que en tres semanas el empleo formal bajó en cerca de 350 mil trabajadores. De mantenerse esta tendencia durante todo el mes de mayo, es decir que el mismo porcentaje de personas sigan recluidas en sus casas, la pérdida de empleos formales serán superior al millón. Esto significa que la actual crisis será peor que la ocurrida en el año de 1994-95, cuando hubo el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el levantamiento del ejército Zapatista.
En los países desarrollados la gran mayoría de la fuerza de trabajo está en el sector formal, con los beneficios que esto les proporciona, además de permitir conocer la cantidad de personas que requieren apoyo de los distintos gobiernos. En contraste, en México más de 50 por ciento de la fuerza de trabajo labora en el sector informal, por lo cual no tiene beneficios médicos ni seguridad laboral y recibe muy bajos ingresos. Este es uno de los sectores más vulnerables en el actual entorno, que habría que apoyar, ya que en sus actuales condiciones no puede dejar de laborar, ya que no tiene suficientes recursos para subsistir.
Un objetivo primordial de las autoridades en los distintos países es evitar que los actuales problemas de liquidez de las empresas se vuelvan problemas de solvencia. El hecho de que las empresas desaparezcan en este entorno impediría que vuelvan a crearse los empleos que se requieren, una vez que se supere la contingencia de salud. Algunos podrían pensar que en este escenario los gobiernos podrían crear las empresas que se requieren, pero esto no sería así porque la desaparición de las empresas trae aparejada la caída en los ingresos públicos, con lo que los gobiernos no contarían con los recursos para hacerlo.
De aquí la importancia de los distintos esfuerzos que realizan instituciones, organismos y asociaciones para desarrollar esquemas que apoyen a las empresas y al mantenimiento de los empleos. Entre estos destaca el programa del BID, para otorgar miles de créditos a las pequeñas y medianas empresas o el programa de fuerte aumento de liquidez a la economía otorgado por el Banco de México. Sin embargo, estos programas son insuficientes y se tendrán que llevar a cabo muchos otros para superar la venidera crisis económica.