Opinión Benito Solis

Perspectivas de la economía mexicana para 2020

La actividad productiva en México apunta a otro año complicado; los analistas estiman un crecimiento de 1%, pero por distintas razones esta cifra parece optimista.

Al inicio del año pasado la mayoría de las empresas dedicadas a los pronósticos económicos esperaban un crecimiento promedio para México del 1.7 por ciento. Hay que considerar que la economía de nuestro país había crecido en promedio en los pasados años alrededor de 2 por ciento, que el gobierno entrante consideraba muy bajo. Sin embargo, los principales indicadores ya mostraban que la desaceleración podía ser más pronunciada de lo previsto.

Por un lado, la inversión fija bruta ya se estaba desacelerando de manera importante desde la mitad del año (después de las elecciones y sobre todo con el anuncio de la cancelación de la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México). Además había la preocupación por la curva de aprendizaje de los nuevos funcionarios públicos, que aunque es normal en todos los cambios de gobierno, en este caso era más preocupante porque una gran cantidad de ellos tienen una limitada experiencia en el servicio público. Un aspecto positivo al inicio del nuevo gobierno fue la firma del nuevo Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, llevada a cabo el último día de la administración anterior, que aunque todavía faltaban las aprobación de los respectivos congresos, mostraban una positiva disposición del gobierno entrante al libre comercio.

Hoy se sabe que la economía mexicana tuvo una importante desaceleración en 2019 y el dato final mostrará que el PIB tuvo un estancamiento muy cercano al 0 por ciento. Si la población está creciendo a tasas cercanas a 1.4 por ciento, esto significa que en promedio los mexicanos tuvimos una contracción en nuestro ingreso real disponible, lo que se refleja en caída en los niveles de vida de la población, una mayor delincuencia, presiones políticas en distintos sectores, mayor descontento, etcétera.

Hoy el promedio de los pronósticos de crecimiento del PIB para 2020, elaborado por las empresas especializadas y por las instituciones financieras, es de 1 por ciento. Sin embargo, este dato vuelve a parecer optimista por distintas razones.

La principal es que las fuentes de crecimiento de la economía continúan mostrando una importante debilidad, que no parecen que se revertirá en el corto plazo: 1) La inversión sigue con una tendencia de contracción hasta octubre (último mes con datos disponibles). En los primeros diez meses del año pasado la inversión fija bruta cayó en 5.2 por ciento, como reflejo de las malas expectativas que tiene el sector privado y de la contracción de la inversión pública. 2) El consumo privado, que representa casi la mitad de la demanda agregada, ya registra una caída mensual en octubre. Aunque en términos anuales todavía tiene un ligero incremento de 1 por ciento, el consumo de bienes duraderos, que está muy relacionado con las expectativas de ingreso y empleo futuro de las personas, cayó en 7.9 por ciento anual en el periodo enero-octubre. 3) Por su parte, el sector manufacturero de Estados Unidos, muy importante consumidor de nuestras exportaciones industriales, continúa mostrando datos negativos después de varios meses. Así, la producción industrial nacional registra una contracción de 1.8 por ciento para el periodo enero-noviembre 2019, en comparación con el año anterior.

Otros aspectos que tendrán un impacto negativo en el presente año son la probable disminución en la calificación crediticia de la deuda mexicana, aunque sin perder el grado de inversión, debido a la disminución en la producción petrolera de Pemex y al menor crecimiento de la economía mexicana, lo que se reflejará en menores ingresos fiscales y en presiones sobre la deuda pública. Esto impedirá reducciones más aceleradas en las tasas de interés, tendencia que prevalecerá en los mercados internacionales.

Por su parte, las importantes modificaciones al esquema recaudatorio no tendrán resultados tan optimistas como esperan las autoridades responsables, por las dificultades que tendrá su implementación. Por otro lado, es muy probable que a partir del segundo semestre la administración inicie una política fiscal expansiva para lograr la reactivación de la economía, lo cual presionará los distintos mercados financieros.

En conclusión, la economía mexicana tendrá otro año complicado en 2020. Sin embargo, hay que recordar que en cada sector en donde el gobierno reduzca su gasto, se presentan oportunidades para las distintas empresas que las puedan identificar y aprovechar.

COLUMNAS ANTERIORES

El proximo gobierno enfrentará una economía muy deteriorada
Autonomía del Banco de México, base de la fortaleza del peso mexicano

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.