Benito Solis

Parece que la economía tocó fondo… ¡por ahora!

La posibilidad de un nuevo pico de contagios que pudiera obligar otra vez al encierro de las personas, impactaría la débil recuperación que han iniciado algunos países.

Las distintas economías están dejando de contraerse como resultado del Covid-19 y en varios países ha iniciado una clara recuperación. El impacto económico ha sido diferente dependiendo de las medidas que cada gobierno tomó para enfrentar la enfermedad, de las fortalezas y recursos que tenían en cada caso y de la manera en que cada país ha reiniciado la apertura de sus actividades económicas.

Por ejemplo, la situación en China, Corea y Nueva Zelanda, que tomaron decisiones drásticas y oportunas, el impacto ha sido menor que en otras naciones. En el caso de Argentina y México, que ya tenían una contracción de sus economías al inicio de la pandemia, su impacto ha sido mucho mayor. En aquel país sudamericano la situación ha sido especialmente grave al haber declarado la suspensión del pago de su deuda pública, lo que se reflejó en devaluación de su moneda, en una fuerte reducción de la inversión y en una mayor inflación.

En el caso de México, la suspensión de las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México dio una señal de que la entrante administración pública podría no respetar los diversos contratos que el gobierno había adquirido con anterioridad. Con esto se detuvieron diversos proyectos de inversión en el país, con su consecuente impacto negativo en el crecimiento. Hay que enfatizar que casi 90 por ciento de la inversión en nuestro país es realizada por el sector privado y sólo el restante 10 por ciento es del sector público. El gobierno no tiene en la actualidad suficientes recursos para elevarla de manera significativa, sin reducir los apoyos sociales que le da a la población, por lo que su impacto es insuficiente en el corto plazo.

En México, la actividad económica se deterioró aún más por el cierre de la mayoría de las actividades productivas en el país al inicio de la pandemia. Esta situación se agravó por la falta de apoyos a las empresas para que no pararan sus actividades, por la carencia de información confiable de cuál era la magnitud real de la enfermedad, así como del correcto tratamiento de la misma.

Para poder dimensionar la magnitud de la contracción económica en México es muy útil conocer el dinamismo del Indicador Global de la Actividad Económica o IGAE, que elabora el Inegi y publica de manera mensual. Este índice comprende la mayoría de las actividades productivas del país y es lo más parecido al PIB que existe.

En el peor momento de la contracción económica, que fue en el pasado mayo, el IGAE se redujo en 22.7 por ciento en comparación al año anterior y fue de -20 por ciento en abril. Sin embargo, la situación fue menos negativa en junio con un -13.3 por ciento y de -9.8 en julio con respecto a los mismos meses de 2019.

Pero al ver el dinamismo del indicador con respecto al mes previo, pero del mismo año, ya se identifica que la economía ha dejado de contraerse, lo que indica que se ha iniciado la reactivación. A pesar de esto, el nivel actual todavía está por debajo de la situación predominante el año pasado. En los primeros siete meses del presente año la caída promedio anual ha sido de -10 por ciento con respecto al año anterior.

Una importante preocupación es la probabilidad de que se tenga un nuevo pico de contagios a nivel mundial, lo cual pudiera provocar una nueva reclusión de las personas, con su impacto negativo en las diferentes naciones, incluido México. En el caso de Europa Occidental es muy claro que se han incrementado los contagios en las últimas semanas. En la primera fase de la pandemia se alcanzó un máximo en la primera semana de abril, cuando había un promedio de 33 mil casos, bajando a una décima parte en julio. Sin embargo, en la actualidad han vuelto a subir a los mismos niveles que se habían tenido seis meses antes. Por lo mismo, se están volviendo a tomar medidas de aislamiento parcial en España, Gran Bretaña y otras naciones.

Esto podría volver a impactar de manera negativa al comercio internacional, que es el principal motor de la economía mexicana en la actualidad. De aquí la importancia de que se incremente la inversión privada, para que pueda reactivarse de manera significativa la economía y la creación de empleos.

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