Benito Solis

La economía mexicana detiene su caída en el corto plazo

Las políticas en México se deben adaptar al nuevo entorno global que resulte de las elecciones en EU, a fin de reducir el costo en la actividad interna.

Economista

La estimación oportuna del PIB trimestral dada a conocer en días pasados muestra que la economía mexicana dejó de caer en el tercer trimestre del presente año, luego de cinco trimestres consecutivos de números negativos. El PIB total en el periodo de julio a septiembre tuvo un incremento de 12.0 por ciento respecto al trimestre anterior, lo cual parece muy elevado, pero esto sólo significa que está todavía 8.6 por ciento por debajo de la actividad del mismo trimestre del año anterior. Con este dato la economía ha tenido una actividad de -9.8 por ciento durante los primeros nueve meses con respecto a 2019.

Hay que recordar que la economía mexicana tenía casi año y medio inmersa en recesión, es decir desde el segundo trimestre del año pasado se tienen datos negativos, situación que se agrava a partir de la aparición del coronavirus. Esto ha hecho que una mayoría de las empresas ya tengan problemas de liquidez, reducción de personal y retraso en el pago a sus proveedores e incluso de impuestos. Ha sido un importante apoyo para los deudores los programas del sistema bancario de posposición o renegociación de sus deudas, pero esto significa una reducción en la liquidez de los mismos bancos. Ahora es importante que se apoye a las demás instituciones financieras no bancarias para que puedan facilitar las reestructuras a sus clientes y así evitar una mayor crisis de liquidez en el sistema nacional.

Por otro lado, cada día es más claro que habrá un nuevo pico del Covid-19 en el país, como ya está ocurriendo en Europa y en Estados Unidos, lo que volverá a impactar la actividad económica. Debido a la debilidad financiera de un gran número de empresas, es inevitable el cierre o incluso la quiebra de muchas de ellas y un mayor desempleo en el primer trimestre de 2021.

En medio de esta situación se tienen elecciones presidenciales y del Congreso en Estados Unidos, que por su impacto en la economía global nos afectarán. Hay que enfatizar que el mundo se encuentra todavía bajo los efectos de las medidas que aquel país tomó para superar la crisis financiera de 2008, esto es hace doce años. En aquel año se colapsó el sistema bancario norteamericano y se utilizaron varios esquemas para evitar el contagio al resto de la economía, destacando la expansión monetaria que siguió la Fed, es decir su Banco Central. En unas cuantas semanas los activos de esa institución pasaron de 914 mil millones de dólares a 2.2 billones de dólares, es decir un incremento de 140 por ciento. Esta liquidez adicional logró detener la crisis sin provocar el aumento de la inflación, al menos de manera aparente. Sin embargo, sí hubo incrementos de precios en ciertos sectores, que normalmente no se incluyen en los índices de precios, entre los mismos están los bienes raíces, los precios de las acciones bursátiles y, sobretodo, en los bonos de deuda. Esto último se refleja como disminuciones de las tasas de interés.

Esto explica la aparente contradicción de que exista una crisis económica global, al mismo tiempo que la mitad de los países desarrollados tienen tasas de interés negativas, es decir que los ahorradores deben de pagar para que los bancos les acepten sus recursos, en lugar de que reciban un rendimiento por los mismos. En este entorno destacan algunos países que tienen la situación contraria o sea que tienen altas tasas de interés, como son los casos de Argentina, Brasil, México y Turquía. Esto se debe a la desconfianza que sus políticas internas provocan entre los inversionistas y ahorradores, así como por su alta inflación.

El resultado de las elecciones en Estados Unidos definirá si se seguirá con las mismas políticas expansivas, con sus consecuentes desequilibrios y riesgos o se reiniciarán políticas económicas más ortodoxas. En cualquiera de los dos entornos, habrá diversos impactos financieros e incluso políticos para nuestro país.

Es muy relevante que las políticas en México se adapten al nuevo entorno global que resulte de estas elecciones, a fin de reducir el costo en la actividad interna, al mismo tiempo que se identifican las nuevas oportunidades que se presentarán. Una prioridad deberá ser el lograr salvar la mayor cantidad de empleos y de empresas, sobretodo de las pequeñas y medianas. De no ocurrir así, se tendrá un mayor costo en la economía, así como reducción de recursos para las finanzas públicas, lo que elevará el déficit fiscal haciendo inviable una gran cantidad de programas públicos.

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