Benito Solis

Cómo enfrentar el riesgoso futuro económico de México

El impacto del difícil entorno externo a la economía nacional resulta de las mayores tasas de interés por un tiempo prolongado, que elevan el costo del servicio de la deuda.

Cada día que pasa es más obvio que el control de la inflación, que se esperaba fuera rápido y sin costos no será así, sino que tomará más tiempo del previsto por los distintos gobiernos, lo cual terminará perjudicando a la economía de México. Además, se incrementa el riesgo de una recesión en las principales economías del mundo, como se comentó en las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que iniciaron ayer.

Los salarios de los trabajadores y la demanda en Estados Unidos continúan creciendo, lo que significa que los precios seguirán incrementándose en el corto plazo, por lo que no se logrará la meta de una inflación del 2.0 por ciento en los siguientes años. Por su parte, en México los precios al productor de bienes manufactureros ya muestran un incremento significativamente menor, ya que solo subieron 1.9 por ciento anual en marzo pasado; pero los precios al consumidor crecieron 6.9 por ciento en el mismo periodo y los precios de alimentos y bebidas lo hicieron en 13 por ciento anual. Una posible explicación de esta divergencia se debe a que la fortaleza del peso permite la importación de productos a menor precio en moneda local, pero esto todavía no se refleja en su totalidad en la venta a los consumidores, por una alta demanda dentro del país y por diversas prácticas monopólicas. Esto podría explicar el incremento que existe en las ventas de los automóviles y de otros productos. Si no hubiera esta apreciación en el tipo de cambio, la inflación sería mucho más elevada. Esto significa que en la medida en que se deteriore el valor del peso, volvería a elevarse la inflación. Este escenario no es remoto si continúan tomándose medidas o propuestas de ley o simples comentarios que ahuyenten la inversión extranjera y nacional.

El impacto del difícil entorno externo a la economía nacional resulta de las mayores y más duraderas tasas de interés, que elevan el costo del servicio de la deuda, tanto para el gobierno como para las empresas y las personas. Esto se traduce en un creciente problema de liquidez por los mayores costos y a que las empresas y el gobierno posponen sus pagos a los proveedores y a las distintas instituciones financieras para compensarlo.

Es conveniente que el gobierno esté consciente que no es sostenible que toda la lucha en contra de la inflación sea responsabilidad del Banco de México, con incrementos en las tasas de interés, mientras que aumenta el déficit fiscal. Esto significa que mientras el Banco Central trata de reducir la presión de una mayor demanda, por un lado, el gobierno hace lo contrario y eleva la demanda con un mayor desequilibrio en sus finanzas. Sería más útil que canalizara sus esfuerzos en propiciar una mayor productividad de las empresas reduciendo los trámites y costos de las distintas regulaciones, reforzando la seguridad en todo el territorio nacional y diera mayor certidumbre jurídica. Por su parte, los reguladores financieros deben de asegurarse que las distintas instituciones tengan el capital requerido y que el mismo tenga la liquidez necesaria para enfrentar los distintos riesgos, así como una revisión adecuada de sus activos. En ocasiones se incluyen como capital aquellos activos de baja bursatilidad o con pérdidas no registradas.

Por otro lado, es muy probable que la banca comercial siga políticas más cautelosas en el otorgamiento de créditos, tanto por decisión local como por instrucciones de sus matrices en el extranjero, perjudicando al sector real. La banca de desarrollo debería tratar de compensar esto. Algunos bancos empiezan a ofrecer reestructuraciones de las deudas de sus clientes, antes de que incurran en retrasos en sus pagos, lo cual es muy positivo.

Por su parte, las empresas deben de estar conscientes de que son frecuentes incrementos importantes en la demanda de sus productos al inicio de periodos inflacionarios, siguiendo el principio de “mejor compro ahora, antes de que suban más los precios”. Otras empresas ya empiezan a resentir disminuciones de sus ventas, pero todas deben de ser cuidadosas con sus políticas de precios y manejo de sus costos, ya que el periodo de la caída de las ventas puede ser más largo de lo previsto.

El autor es economista.

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