Energía para todos

¿Será el último aniversario de la reforma energética?

A siete años de distancia, hoy el Gobierno de la 4T habla de cambios profundos en el sector energético.

Mañana se cumplen siete años de la promulgación de la reforma energética de 2013. Le pese a quien le pese, un hito en la historia de México. Significó la ruptura (comprada o no) de paradigmas que le impedían a nuestro país la oportunidad de hablarse de tú en materia energética con las primeras potencias del mundo. La reforma de 2013 permitió que una 'selecta' parte del país soñara con un sector energético donde el Estado fungía como un mero observador y propiciador de los negocios.

Se echó a andar el plan. Menos de un año después ya estaban listas las leyes secundarias,unos días después se anunció la Ronda Cero para Pemex, y entonces el juego comenzó. Las petroleras globales y mexicanas se daban festín en las rondas que desde la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) se les diseñaron para tal efecto. En el sector eléctrico lo mismo, las grandes firmas gritaban al mundo que en México se habían logrado los precios de energía renovable más bajos (ahora sabemos a costa de qué). Desde la Comisión Reguladora de Energía (CRE) se desmantelaba el monopolio. Había fiesta celebrando la competencia.

Pese al clima de apertura que embriagaba a quienes ostentaban el poder en aquel tiempo, irónicamente en ninguno de esos años se dejó de celebrar la expropiación petrolera, y se defendió a capa y espada que la reforma energética peñista fortalecería a quienes habían dejado por fin el capullo de la paraestatal, para convertirse en una "prometedora" empresa productiva del Estado. Según las proyecciones, casi casi hoy seríamos Noruega. Incluso en 2014, la Secretaría de Energía organizó un viaje de prensa a aquella nación. Se nos presentó a puertas abiertas el modelo noruego como gran ejemplo del anhelo reformador mexicano, sin embargo, allá mismo se nos hizo la advertencia: el modelo que México perseguía se había establecido por un consenso total de los diferentes poderes del Estado. No se habían dejado cabos sueltos, todos trabajaron por el bien común y antepusieron los intereses del país a sus necesidades de corto plazo. Allá no existieron más de 300 reservas a las leyes por parte de una oposición que creció a pasos agigantados y que unos años después lograría llegar a la Presidencia, tambaleando todo ese trabajo (comprado o no) que se había realizado para colocar a México a la vanguardia en materia energética, un cambio sin precedente, que hasta ese momento no había sido posible de lograr por ninguno de los otros gobernantes.

En fin, a siete años de distancia, hoy el Gobierno de la 4T habla de cambios profundos en el sector energético, de meter reversa a un modelo que ha dado resultados, pero del cual cuestiona su origen y los efectos en Pemex y CFE, mismos que se quisieron disimular bajo el cobijo de la polémica "regulación asimétrica". Hoy debe recordar el Presidente López Obrador ese error garrafal que cometieron los peñistas: sentirse eternos e ignorar a la oposición, por muy disminuida que parezca. Si hay cambios a la vista en 2021, todos deben ser discutidos, no impuestos; es lo que haría trascender históricamente a un nuevo modelo energético.

Felices fiestas, que el amor de Dios inunde sus hogares en Navidad y Año Nuevo. Esta pluma se toma un descanso hasta el siguiente año.

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