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La obesidad en México, un problema redondo

La obesidad está relacionada con otras enfermedades, como la diabetes, la hipertensión y más, explica Arturo Castillo.

La obesidad es un problema redondo de salud pública, tanto en nuestro país como en el mundo. Este padecimiento ha ido en aumento en las últimas décadas, de ahí la importancia de conmemorar, el “Día Mundial contra la Obesidad”, dado que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 el 72.5% de los adultos mexicanos tenía sobrepeso u obesidad, lo que convierte a México en uno de los países con mayor prevalencia de esta enfermedad en el mundo.

Recordemos: la obesidad es un trastorno metabólico que se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa corporal que puede causar problemas de salud graves, como diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y padecimientos hepáticos y renales, entre otros.

Muchas son las causas de la obesidad en México. El doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de la Secretaría de Salud (Ssa), nos lo recordó muchas veces en sus conferencias vespertinas durante la pandemia de Covid-19: durante más de cuatro décadas se descuidó, “por los gobiernos neoliberales del pasado”, la alimentación saludable y, desde la autoridad, no solo se permitió, sino incluso se fomentó, el consumo de alimentos chatarra, pobres en nutrientes y ricos en sodio, azúcares y grasas trans.

De igual forma, en nuestro país cambió el estilo de vida y el sedentarismo floreció como enredadera. Los adultos dejaron de hacer actividad física de manera regular, lo que es un factor básico en el aumento de peso y la acumulación de grasa temporal. Así, el sedentarismo sentó sus reales y se volvió cada vez más común en México, debido al aumento del trabajo de oficina, la falta de actividad física en la vida diaria y las pocas oportunidades de hacer ejercicio físico.

Por si fuera poco, nuestro país es uno de los principales consumidores de bebidas azucaradas en el planeta. Con base en datos de la Universidad de Yale y Statista, 50% de las muertes en México son causadas por las tres principales enfermedades: diabetes, hipertensión y obesidad. Dichos padecimientos están ligados al consumo de bebidas azucaradas y sodas. Además, se estima que cada persona consume en promedio 163 litros al año, lo que se traduce en 40% más que en la Unión Americana, nación que ocupa el segundo lugar de la lista.

A la vez, un estudio del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, dirigido por el investigador y doctor en antropología Jaime Page, reveló que Chiapas es la región del mundo donde más refresco de consume, colocando el promedio en el escandaloso número de 821.25 litros por año. Sí, leyó bien estimado lector.

A decir de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con datos del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), “en promedio una familia mexicana destina el 10% de sus ingresos totales en la compra de refrescos”.

Además, no podemos dejar de decir que la obesidad también está asociada con factores socioeconómicos, como la pobreza y la falta de acceso a alimentos saludables -como frutas, verduras y proteínas magras- y a servicios de salud de calidad.

¿Y los niños apá?

Tampoco podemos dejar de recordar que la obesidad infantil es un problema grave en México, que afecta a aproximadamente al 34% de los niños y niñas menores de 12 años, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018. Sí, leyó bien, estimado lector, lo anterior significa que más de un tercio de los niños en nuestro país están en riesgo de sufrir de enfermedades crónicas, como diabetes, padecimientos cardiovasculares y problemas de salud mental.

Ya antes habíamos dicho que que muchos niños pasan muchas horas viendo contenidos en televisión abierta o en streaming, navegando en Internet, jugando videojuegos en lugar de hacer actividad física, además de que, por la misma razón, han perdido habilidades sociales, como es el juego entre pares y la comunicación hablada (tema del que hablaremos en un siguiente artículo).

Muchos pequeños, sobre todo por la inseguridad en las calles, dejaron de salir al aire libre y, por tanto, dejaron de salir a pasar tiempo con sus pares, olvidaron los “juegos que todos jugamos”, la bicicleta, el triciclo, la convivencia pues, y se dedicaron a la vida en el sillón.

Además, otro punto es la facilidad con la que los niños pueden conseguir comida rápida y comida chatarra -alimentos altos en calorías, grasas trans y azúcares añadidos-, incluso en lugares como la escuela, donde en teoría se debería orientar y fomentar el consumo de alimentos saludables.

El bajo consumo de frutas y verduras también es un factor importante en la obesidad infantil en México. Con frecuencia, los niños no consumen suficientes frutas y verduras, lo que puede provocar que la dieta sea baja en nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales.

Según datos de la ENSANUT de 2018, el consumo de frutas y verduras en la población infantil en México es bajo. En general, sólo el 19.8% de los niños y niñas de entre 1 y 11 años de edad consume la cantidad recomendada de frutas y verduras al día, que es de al menos cinco porciones diarias.

Como vimos antes, el alto consumo de bebidas azucaradas, como los refrescos, también contribuye a la obesidad infantil en México. Muchos niños beben refrescos en lugar de agua, lo que puede aumentar su ingesta de calorías y azúcares añadidos.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el consumo de refresco está tan arraigado en la cultura mexicana que siete de cada 10 niños de comunidades rurales beben sodas azucaradas durante el desayuno. De ellos, el 15% son más propensos a padecer obesidad desde la infancia.

En suma, para combatir la obesidad infantil en México, se necesitan cambios en la dieta y el estilo de vida de los niños. Es importante fomentar la actividad física regular y aumentar la actividad física en las escuelas. También es importante facilitar el acceso a alimentos saludables y reducir la disponibilidad y el consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas. Por supuesto, el primer paso lo debe dar el gobierno, particularmente desde las secretarías de Salud y de Educación.

Urge visibilizar y atender a las ER

Nuestro país solo reconoce a 20 de 7,000 enfermedades raras (ER) que existen a lo largo y ancho del planeta. Aunado a ello, solo en la mitad de las entidades federativas existe al menos un hospital acreditado para atenderlas, así que el foco está en lograr que los otros 16 estados tengan un nosocomio certificado en ER, lo que no es una tarea fácil.

A decir de la Ssa federal, en el país existen alrededor de siete millones de mexicanos que han sido diagnosticados con una enfermedad rara o de baja prevalencia; a nivel mundial, se calcula que más de 300 millones de personas sufren de alguno de dichos padecimientos.

Por ello, se llevó a cabo, en el seno de la Cámara de Diputados, el “Segundo Foro Virtual para la Atención de ER”, el cual tuvo como objetivo visibilizar el tema de las enfermedades de baja prevalencia, cómo se están atendiendo estas por el sector salud y los retos que tiene enfrente el sector salud.

Es preciso resaltar que las ER son aquellas que afectan a cinco personas por cada 10 mil habitantes, pero no por ello deja de ser un tema crucial. Solo hay que pensar tanto en los pacientes como en sus familiares para ver el calvario por el que pueden pasar.

También, este tipo de padecimientos suelen ser de carácter catastrófico, porque dejan en la ruina a las familias de los pacientes, sobre todo si no están asegurados por ninguna institución del sector salud.

Como decíamos, en el país solo hay 16 entidades con al menos un hospital acreditado para la atención de los pacientes con ER. Pensemos en los pacientes y sus familias que no tienen en su estado un hospital acreditado y los traslados que tienen que hacer cada determinado tiempo, con los costos que ello implica, además de tiempos e inseguridad de los trayectos.

Los estados de la república sin hospitales acreditados son los siguientes: Guerrero (que está en proceso de acreditación); Baja California, Baja California Sur, Campeche, Coahuila, Durango, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.

Tampoco hay garantías de que los infantes con ER continuén con sus tratamientos una vez que cumplan los 18 años, por lo cual es más que necesario impulsar la iniciativa que

Sin duda, el tema de las ER es prioritario y habrá que trabajar en los desafíos para su atención por parte del sistema de salud mexicano. Entre los principales retos que tienen delante las personas con este tipo de padecimientos se encuentran el diagnóstico tardío, la falta de investigación especializada -pues por la baja prevalencia no es rentable para las farmacéuticas dedicar recursos a ello- y las dificultades en el desarrollo de tratamientos adecuados. Los tratamientos existentes a la fecha sirven para atender a solamente el 5% de las ER. El 95% restante, no tiene tratamiento por ahora.

Por todo lo anterior, es más que urgente una ley que obligue a la atención adecuada de las ER, garantice un tratamiento integral al pacientes y acerque la atención a todos los pacientes y sus familias, sin importar el lugar de residencia.

El botiquín

• En el marco del “Día Mundial del Riñón”, que se conmemora el 09 de marzo, Laboratorios Columbia recordó que la enfermedad renal crónica (ERC) es el padecimiento crónico más olvidado. Sin embargo, a decir de la ENSANUT 2018, la prevalencia de ERC en México es del 12.1% de la población adulta, lo que se traduce en alrededor de 13 millones de personas tienen esta enfermedad.

• ¿Y usted ya se aplicó la vacuna cubana anti Covid Abdala? Quien esto escribe tampoco…

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