Directora del Think Tank Early Institute.

Infancia y adolescencia en el entorno digital

Si bien la tecnología por sí misma no es nociva, es en su uso, mediación y regulación donde hay que enfocarnos para dotar a nuestros niños, niñas y adolescentes de los recursos necesarios para que la aprovechen al máximo y en condiciones seguras.

De cara a la Cuarta Revolución Industrial derivada por los cambios tecnológicos de los últimos años, los niños, las niñas y los adolescentes se enfrentan a desafíos, oportunidades y amenazas. Esto significa no sólo estar atentos, sino actuar para que la tecnología sea una aliada, una guía y no un riesgo.

En el reporte El estado mundial de la infancia 2107. Niños en un mundo digital del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), se habla del entorno en el que vive este sector ante la expansión virtual.

Para empezar, es innegable que este ambiente ha transformado las dinámicas en la etapa de la infancia. Según el reporte, los menores de 18 años representan, aproximadamente, uno de cada tres usuarios de internet en todo el mundo y hay evidencia que revela que los niños están accediendo a internet a edades cada vez más tempranas. Desde el contacto con los videojuegos hasta la socialización a través de dispositivos móviles, la exposición a las herramientas digitales es una práctica común. En este sentido, es importante la supervisión por parte de sus cuidadores y el incentivo a otras actividades (deporte, lectura, arte, etcétera) para alentar un desarrollo sano e integral.

Por otro lado, tampoco se pueden negar las bondades en la adquisición de conocimientos gracias a las herramientas digitales, sin embargo, sus ventajas no necesariamente se comparten. De acuerdo con la UNICEF: "alrededor del 29 por ciento de los jóvenes de todo el mundo, unos 346 millones de personas, no están conectados en línea. Los jóvenes africanos son los menos conectados. Alrededor del 60 por ciento no están en línea, en comparación con solo el 4 por ciento en Europa". Dado que no es parejo el aprendizaje de aptitudes –debido a la diferencia de condiciones socio-económicas– se abren brechas sustanciales que llevan a la inequidad. Aquí los educadores toman relevancia como agentes para evitar la desigualdad, pero ellos a su vez deben contar con la capacitación necesaria para encauzar esta labor.

En cuanto a los riesgos que expone el reporte se habla de nuevas formas de intimidación, acoso, abuso y explotación infantil. Dice la UNICEF: "Ningún niño está a salvo del riesgo en línea, y nunca ha sido más fácil para los acosadores, los delincuentes sexuales, los tratantes de seres humanos y aquellos que hacen daño a los niños, atacar a los más vulnerables". Dicho esto, es fundamental actuar con decisión y fortalecer los mecanismos de protección. Entre otras acciones, es indispensable ampliar las medidas de seguridad en los dispositivos, pero sobre todo, reforzar la comunicación al interior de los núcleos familiar y educativo para detectar cualquier amenaza. Incluso, si se requiere hay que acudir con especialistas para aprender a manejar los efectos de un suceso de esta índole.

Si bien la tecnología por sí misma no es nociva, es en su uso, mediación y regulación donde hay que enfocarnos para dotar a nuestros niños, niñas y adolescentes de los recursos necesarios para que la aprovechen al máximo y en condiciones seguras.

En particular es que nos hagamos responsables como cuidadores de quienes no tienen las posibilidades de detectar los riesgos. La ausencia de vigilancia –ya sea por ignorancia, irresponsabilidad, exceso de confianza, falta de tiempo, etcétera– lo que ocasiona es que sean mayores las amenazas.

En Early Institute sabemos que los retos en el entorno digital para asegurar el bienestar de las niñas, los niños y los adolescentes son profundos. Por ello, hacemos un llamado a los padres, educadores y autoridades a tomar con seriedad nuestro papel en su total cuidado, asumiendo plenamente la responsabilidad de que en nuestras manos está el uso adecuado de estas nuevas herramientas. En la medida que nos involucremos, serán más los beneficios y menos los daños.

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