Análisis sin Fronteras

Terminó el sexenio: Misión cumplida

López Obrador cree que cumplió con el pueblo, con su destino histórico y que algún día el pueblo se lo va a agradecer.

No puedo imaginarme qué dirá el presidente Andrés Manuel López Obrador en un año, cuando cumpla su tercer aniversario como presidente de México. Porque el mensaje principal que me llevo del discurso del segundo aniversario como presidente de México es que al dar un listado de todas sus actividades y sus éxitos, López Obrador presume que "transformó a México", señalando, además, al final de su discurso, que cumplió 97 de sus 100 compromisos. "Sólo faltan tres promesas por cumplir", detallando el Presidente que son: "descentralizar las dependencias del gobierno federal, impulsar la energía renovable con hidroeléctricas y aclarar la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa".

¡Misión cumplida!

Fue un discurso extraordinario considerando que nunca reconoció las tres crisis que está viviendo México: pandemia, economía y seguridad, Y cualquiera de estas crisis podrían necesitar un cambio de rumbo, un ajuste, una redirección de su gobierno, o un cambio en el gabinete.

De hecho, estos momentos extraordinarios que está viviendo México, y hay que decirlo, el resto del mundo, no interrumpieron su visión de la 4T: "Es un timbre de orgullo el que, a pesar de la crisis sanitaria y económica que provocó la pandemia y con todo el sufrimiento causado, no dejamos de trabajar para consumar la cuarta transformación de la vida pública de México," señaló en su discurso.

Como anillo al dedo.

Le faltó al presidente también reconocer que no ha cumplido con su promesa de que tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca. Pero ahí está el llamado que hizo el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, de que México debería de tomar "en serio" el Covid-19.

Aunque ya nos lo aclaró el doctor Hugo López-Gatell que esta recomendación no era específicamente para el gobierno, sino es una recomendación de la OMS a todos los gobiernos.

En fin, si el presidente de México no tiene intenciones de cambiar la ruta de la 4T , a pesar de que hay datos (Universidad de Washington) que calculan para marzo de 2021 más de 150 mil defunciones por Covid-19, ¿por qué preocuparse de lo que diga la OMS?

La 4T continúa y cumple. No hay razón para cambiar.

Y a diferencia de las perspectivas que han tomado la mayoría de los gobiernos alrededor del mundo, que han reconocido que la crisis de la pandemia exige cambios de prioridades y restructuraciones de los programas y políticas públicas. Poblaciones que sufren de hambre, desempleo, familias destrozadas por la muerte de seres queridos. Y aun así no puede el presidente subrayar el uso de cubrebocas, ni responsabilizarse de la segunda ola de infectados. Y de muertos por el Covid-19.

Eso es responsabilidad del pueblo, o de los gobiernos estatales. La transformación y la 4T continuará con el rumbo trazado.

Pero a diferencia de otros países, una de las grandes tragedias que se vive en México, y que el presidente López Obrador no quiere reconocer, es la otra pandemia. La de la violencia e inseguridad. Y sí, también en su discurso presumió sus datos, de cómo se había mejorado en los índices de violencia en el país, con la excepción de homicidios dolosos, feminicidios y extorsiones. Por lo menos esto sí reconoció el presidente que son también temas pendientes. Lo que no dijo es que en estos delitos hay cifras históricas, nunca registradas. Tampoco reconoció el presidente que continúan las desapariciones en el país. Además de que la reducción de la mayoría de los otros delitos probablemente se debe al encierro de la población por el Covid-19.

Y hay que decirlo: "Abrazos y no balazos" es una frase simpática y simplista. Es una excusa. No es una política de gobierno, ni una estrategia que explique la reducción de la violencia.

Con la excepción de las tres promesas que no ha cumplido, López Obrador cree que cumplió con el pueblo. Cumplió con su destino histórico y que algún día el pueblo se lo va a agradecer.

Nunca entendí por qué la soberbia se consideraba un pecado capital. Ahora entiendo porqué. El reconocer que urgía un cambio de rumbo, de prioridades, de asesores y un poco de humildad ante la fuerza de la naturaleza y lo que representa la tragedia del Covid-19 para México y el mundo, la muerte y el sufrimiento de los mexicanos, sería para López Obrador reconocer que se equivocó . Esa es la peligrosa soberbia del gobernante.

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