Análisis sin Fronteras

Sacrificios, sabotajes y traiciones

En el caso de Morena dividir es destruir porque la amenaza más peligrosa a la cuarta transformación en 2024 no es el FAM y sus candidatos, sino una división interna.

Amigos y enemigos cuestionaron el proceso mediante el cual el Frente Amplio por México selecciona a la persona que será en el 2024 su candidata a la presidencia. “Fue una simulación”, “Se los dije”, “Gané la apuesta”, gozoso aseguraba Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia mañanera de esta semana, “dándole la razón”, según los críticos del proceso.

Hay que reconocerle al presidente, que quiso usar los errores de los partidos de la oposición para hacer campaña en contra de Gálvez, tal vez como distractor en un momento en que Andrés Manuel López Obrador tiene que convencer a sus seguidores que la selección de su corcholata premiada fue un acto democrático y no un dedazo al estilo PRI.

Porque, a diferencia del proceso del Frente Amplio, que ayudó a crear un débil consenso alrededor de tres partidos antagónicos -PRI, PAN y PRD-, la selección de la candidata de Morena podría resultar en una importante fractura que el mismo López Obrador tendrá dificultades de enmendar.

Pero la historia seguramente no recordará los procesos de cómo se seleccionaron las candidatas en el 2023, sino el hecho de que gracias a la necedad de López Obrador y los enfrentamientos que tuvo con la oposición, se abrió la real posibilidad de que México sea gobernado por una mujer.

Divide y conquistarás. Pero en el caso de Morena dividir es destruir porque la amenaza más peligrosa a la cuarta transformación en el 2024 no es el Frente Amplio y sus candidatos, sino una división interna y sabotaje dentro de Morena. Y esta división dentro de Morena será probablemente el reto más difícil que enfrentará el presidente. ¿Qué tan profunda será la animosidad entre las corcholatas? Marcelo Ebrard tiene que considerar una amenaza existencial si gana Claudia Sheinbaum o Adán Augusto. La pregunta será cuáles serán los siguientes pasos del canciller: ¿conciliar, desaparecer o sabotear?

Quisiera tomarle la palabra a Xóchitl Gálvez cuando comentó que “las mujeres hacemos política en una forma diferente”; cuando inicie formalmente la contienda, donde el dedazo, perdón, todo indica que la representante de Morena será Claudia Sheinbaum. Pero la realidad es que Gálvez no hará campaña en contra de la exjefa de Gobierno capitalino, sino que el enfrentamiento será en contra del mismo presidente López Obrador y para Xóchitl esto es una ventaja porque cada vez que el presidente la ataca (o insinúa un ataque) y Gálvez le responde, ella aparecerá en las ocho columnas, en todos los noticieros de radio y TV y será tendencia. Cualquier enfrentamiento entre Gálvez y Sheinbaum tendrá mucho menos rebote, será menos interesante y peligroso. No solo hay que señalar el poder del presidente para movilizar recursos federales en apoyo a su corcholata, pero cada vez que Xóchitl cuestiona la probidad del presidente y su gobierno, AMLO responderá con investigaciones y amenazas contra ella, su familia, su equipo, otros candidatos del Frente empresas y organizaciones que la apoyan. Y López Obrador será especialmente vengativo si siente que una mujer, Xóchitl, cuestione su honorabilidad o masculinidad.

Como dijo Gálvez, la política entre mujeres puede ser diferente. Pero no es una mujer que está al otro lado de la mesa, es López Obrador. Y parece que está dispuesto a todo, ya que, hasta la fecha, aún pruebas claras de violación a la ley electoral, AMLO detendrá a Xóchitl.

Veamos ahora qué sucede dentro del Frente Amplio, donde a partir del domingo, cuando se festeje en el Ángel de la Independencia, serán 10 meses de campaña para llegar a la presidencia. Y esto nos lleva a analizar cuáles son las debilidades de Gálvez: son los líderes del PRI, PAN y PRD. De hecho, este es un momento histórico para el PRI, que, por primera vez en unos 100 años, no está proponiendo un candidato a la presidencia. En el caso de Gálvez, rápidamente se tiene que resolver quiénes serán su portavoz, su voz, quienes pueden tomar decisiones a su nombre. Y será crucial que ella, y su equipo, puedan controlar la narrativa de su campaña, sin que sea secuestrada por el liderazgo partidista.

Y esto nos lleva a hacer la siguiente pregunta: ¿El PRI, PAN y PRD en verdad están interesados en que gane la apartidista Xóchitl Gálvez? ¿O será una víctima más de traiciones y negociaciones partidistas como José Antonio Meade y Josefina Vázquez Mota?

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