Análisis sin Fronteras

Nuevo paradigma (parte uno)

Hasta ahora no hay una visión clara de cómo Canadá y Estados Unidos integrarán en su totalidad a México en la región de Norteamérica.

No sorprende que la crisis y la muerte por fentanilo sea ahora el enfoque de un nuevo enfrentamiento entre ambos países. La pregunta es si ante el extraordinario número de adictos y muertos por sobredosis en Estados Unidos se traduzca en un importante cambio de paradigma en la cooperación.

Durante décadas, la apuesta del gobierno de México y de Estados Unidos en materia de seguridad nacional y seguridad pública era la cooperación y hasta cierto punto corresponsabilidad con la tradicional pizca de desconfianza. En este esquema, idealmente Estados Unidos defendía sus intereses en el ámbito de seguridad nacional, entre otras, asegurar prevenir el ingreso, por la frontera, de armas de destrucción masiva, individuos que desean llevar a cabo actos violentos, inclusive actos terroristas en contra de intereses estratégicos y ciudadanos estadounidenses, además de prevenir un flujo descontrolado de migrantes y narcóticos por la frontera.

Para México, este esquema de cooperación con Estados Unidos aseguraba menos injerencia en la política interna del país. También permitió que se abriera la negociación y eventualmente un acuerdo comercial que se anticipaba que sería el catalizador del desarrollo en México. Primero fue el TLCAN en 1994 y más recientemente en 2018 el T-MEC. Más allá de los conflictos y enfrentamiento en materia de seguridad, los vecinos distantes protegían y promovían los acuerdos comerciales que proporcionaban un nivel de estabilidad.

Aunque es una obviedad decirlo, pero es importante subrayarlo: la globalización se ha traducido en la pacificación y reducción de guerras alrededor del mundo. ¿Cómo explicarle a la generación actual que, durante la Segunda Guerra Mundial, hace unos 80 años, Europa estaba dividida y en un proceso de destrucción? Hoy, gracias a la Unión Europea, es casi inimaginable una guerra en el viejo continente, mucho menos una guerra entre Reino Unido y Alemania. Cualquier enfrentamiento tendría una caída catastrófica en la economía y por ende un impacto para todos los ciudadanos. En países democráticos, estos impactos se traducen en cambios en los gobernantes. En países totalitarios, el impacto es mucho menos. De hecho, se supone que ser miembro implica ser un país con valores democráticos.

Acuerdos comerciales reducen guerras. Esta es una de las lecciones aprendidas más importantes para los expertos en seguridad nacional en el último siglo.

Pero en el caso de la relación bilateral, hasta ahora no hay una visión clara de cómo Canadá y Estados Unidos eventualmente integrarán en su totalidad a México. Ya que, a diferencia de la Unión Europea, los ciudadanos mexicanos no tienen libre acceso para entrar a Estados Unidos y trabajar. También es una realidad que una de las únicas peticiones contundentes que surge por razones de seguridad nacional es la imperiosa necesidad de controlar el tráfico de armas provenientes de Estados Unidos. Y aunque se han incrementado dramáticamente las exportaciones a Estados Unidos, lo irónico es que los grandes recipientes de las remesas en el mundo, cuyo envío continuó aumentando dramáticamente, un alto porcentaje originalmente tuvo que entrar originalmente en una forma ilegal.

Y aun así, a pesar de los momentos difíciles en la relación, el equipo diplomático del Departamento de Estado y de la Secretaría de Relaciones Exteriores buscaban salir adelante, con la excepción del manejo de armas y diferentes juicios interpuestos por SER.

Pero con la llegada de Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, lo que era un tono público de cooperación y regulares enfrentamientos a puertas cerradas, ahora el tono público es agresivo y continúa siendo de regaños y amenazas públicas. Obviamente es difícil regresar a un proceso de cooperación y entendimiento. Pero también es obvio que más y más se han buscado integrar estas diferencias a los procesos electorales, donde resolver enfrentamientos no es la prioridad sino los bonos políticos para los venideros procesos electorales.

La pregunta de nuevo es si hay un nuevo paradigma para la relación ante la muerte desbordada de jóvenes estadounidenses, y la muerte y violencia en México gracias a las organizaciones criminales que trafican a EU. Por ahora, los incentivos no serán resolver sino usar el enfrentamiento para las campañas en ambos lados. Pero al mismo tiempo, con imágenes de millones de pastillas incautadas y cientos de migrantes que están tratando de cruzar los puentes que dividen ambos países, esta situación son indicios del rompimiento, por lo menos a corto plazo, para que los “adultos en el cuarto” puedan sentarse a negociar. Para continuar la entrega siguiente.

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