Desde San Lázaro

Sin mañaneras y sin programas asistenciales, se acaba la 4T

El Presidente está utilizando los recursos y espacios públicos para promover a su gobierno durante el proceso electoral y favorecer a su partido.

Lo peor que le puede pasar al presidente de México es que se vea imposibilitado a dictar sus conferencia de prensa matutinas como ya amenaza el INE y que prohíban votar a los beneficiarios de los programas asistenciales. Eso si sería el acabose para Andrés Manuel López Obrador.

En otras partes del mundo, como en los países nórdicos, tienen prohibido sufragar aquellos beneficiarios de los programas sociales del gobierno. No pueden votar en virtud de que cuentan con esa prestación del Estado.

Imagínese, estimado lector, que ocurriera lo mismo en nuestro país. Pues sencillamente Morena perdería la mayoría en la Cámara de Diputados federal, además de las 15 gubernaturas que estarán en juego este próximo 6 de junio, además de que, seguramente, dejaría de ser partido político.

Desde que AMLO llegó a la presidencia, se dedicó a crear una gigantesca bolsa de recursos económicos para fondear todos los programas sociales derivados de una política que tiene que ver más con la compra de votos, que con revertir la eventual situación de pobreza en que están los beneficiarios.

Así, se han cancelado todos los programas asistenciales que existían en el pasado para dar paso a los del tabasqueño y que no son otra cosa que apoyos que alientan la improductividad y fomentan el clientelismo político-electoral.

Hace unos días cuando se anunció la alianza política entre el PAN, PRI y PRD, el presidente puso el grito en el cielo, advirtiendo que con ellos en el poder se acabarían los programas sociales, provocando con ello la preocupación en los benefactores de las dádivas.

Los programas sociales de López Obrador están alentando a la población a dejar de trabajar y convertirse en parásitos del Estado, al tiempo de conformar un nutrido ejército de adeptos para acudir a las urnas o rebelarse ante cualquier hecho que amenace la permanencia de su caudillo en el poder.

Esos programas sociales-electorales y las mañaneras son la columna vertebral del proyecto político de AMLO, que le asegurarían no solo ganar las elecciones intermedias, sino mantenerse en el poder con la revocación de mandato y se me apuran un poco más, buscar permanecer en la presidencia más allá de 2024.

Para que esto ocurra, el presidente ha eliminado todos los contrapesos existentes. A la fecha solo quedan algunas instituciones como el INE y el Inai y párele de contar. Además promueve toda clase de facultades -incluso metaconstitucionales- al Ejército, que no solo se reflejan en un incremento del más de 39 por ciento del presupuesto para este año, sino que ahora hacen tareas que van desde la construcción hasta la vacunación, pasando por los bancos de bienestar, Santa Lucía y Tren Maya, entre otras múltiples tareas.

La consolidación de la presidencia imperial es un hecho en México y solo los ilusos, por decir lo menos, no advierten del peligro que ello representa, no solo para la democracia, sino para todo el andamiaje institucional que se ha construido desde hace ochenta años.

El presidente debe respetar, como todo servidor público, lo establecido en el artículo 134 constitucional con el fin de resguardar el principio de equidad en los comicios y por ello evitar las conferencias matutinas mientras dure el proceso electoral y con ello evitar se conviertan en un espacio de promoción gubernamental.

El Presidente está utilizando los recursos y espacios públicos para promover a su gobierno durante el proceso electoral y favorecer a su partido. El que Morena esté usando la aplicación de las vacunas en sus spots es un ejemplo claro de esta intención.

La defensa de continuar con las mañaneras y con los programas de captación de adeptos mediante los programas de política social, son la máxima prioridad del presidente.

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