Desde San Lázaro

Se pierde la oportunidad dorada

Hasta el momento hemos observado cómo el gobierno ha sido rebasado por la izquierda, por la derecha y por todos los frentes. La sociedad ha marcado la pauta en el cerco al Covid-19.

Ante los programas y apoyos para ayudar a las personas de bajos recursos o que viven al día y la misma incertidumbre que causa el coronavirus y su permanencia en México y en el mundo, algunos sectores de la población están desesperados por carecer de los recursos económicos para enfrentar las penurias cotidianas.

Si a este panorama le agregamos aquellos delincuentes que conminan a la gente, a través de las redes sociales, al saqueo de tiendas y centros comerciales, pues el futuro se antoja dantesco.

Tal como lo han citado varios empresarios, entre ellos Ricardo Salinas Pliego, en torno a la amenaza que representa el hambre al statu quo y a la misma gobernabilidad, es menester que el gobierno se aplique de inmediato a atender el problema. Si no lo hace, además de enfrentar al Covid-19, estaremos en la antesala de los disturbios sociales.

La falta de claridad, definiciones y reasignaciones presupuestales al plan de contingencia anunciado por el gobierno de López Obrador cuando se entró a la fase dos, provoca mayor inquietud y ansiedad entre la sociedad.

El fantasma de la desesperanza, desaliento y perplejidad se enquista en muchos mexicanos que, unos aislados del mundo por temor del contagio, y otros, en las calles, buscando el sustento diario, no vislumbran soluciones y menos aliento de algún lado.

El gobierno tiene en sus manos gran parte de las soluciones que espera la gente, pero hasta el día de hoy no ha ocurrido, solo vaguedades, inconsistencias y promesas.

Como sabemos, las crisis también representan oportunidades. Sin embargo, el presidente y su séquito no las encuentran o no se han dado cuenta que tienen una oportunidad dorada para congraciarse con los mexicanos, encabezando un movimiento nacional de atención a los pacientes infectados e inyectando recursos públicos para evitar que se desplome la planta productiva del país, los empleos y hasta el mercado informal.

Los recursos presupuestales existen, solo es cuestión de cambiar las prioridades del gobierno en cuanto al gasto y dejar, aunque sea temporalmente, en un impasse las obras de Santa Lucía, Dos Bocas, Tren Maya y otros programas, para que ese billete se destine a la crisis.

Por otro lado, el país tiene todavía abiertas líneas de crédito en el propio FMI y en bancos, así como innumerables fondos de inversión e inversionistas que están dispuestos a comprar bonos mexicanos. Sin embargo, en la medida que se complique el escenario global y por supuesto, el nacional, se harán escasas esas oportunidades de financiamiento, amén de que tornarán más caras.

Los días perdidos para atender la crisis han sido oro molido [perdido] y si se continúa con esta parsimonia para atender la emergencia médica y económica, al rato todo se ira a la coladera.

Son tiempos que se exigen soluciones y decisiones de gran calado e inmediatas.

Hasta el momento hemos observado cómo el gobierno ha sido rebasado por la izquierda, por la derecha y por todos los frentes. La sociedad ha marcado la pauta y se ha colocado adelante del gobierno. También la mayoría de los gobernadores se ha puesto las pilas por encima del gobierno federal.

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