Desde San Lázaro

La gobernabilidad pende de alfileres

Tal vez la pandemia aquietó las aguas de los inconformes, al resguardarse del contagio y por ende evitar la concentración de personas.

La narrativa del principal huésped de Palacio Nacional se diluye ante el México real, ese que padece una de las peores crisis sanitarias y económica de la historia moderna; esa versión sesgada del país, sin embargo, mantiene colgada de alfileres la gobernabilidad, ya que si bien es cierto que la población se siente decepcionada y molesta con el rendimiento del gobierno, la realidad es que no se observan peligros de ruptura al tejido y la paz social.

Será acaso esto mérito del gobierno en turno, que no haya protestas y manifestaciones generalizadas en contra de ellos, o se debe a que la gente está más metida en salvar la vida y de los suyos, además de buscar los recursos económicos para subsistir en el día a día, que andar metidos en alborotos contra el régimen.

También puede ser que la genética de un pueblo conquistado brutalmente lo mantiene quieto y en paz: Inconforme permanente, pero pisoteado por antonomasia.

Algunos dirán que se debe a los buenos oficios de la titular de la Segob, Olga Sánchez Cordero, en eso de tejer fino para mantener la paz social en el país, o de plano será el Cisen o el Ejército que tienen, debidamente informado y advertido al presidente de la república sobre esos focos rojos de subversión que prevalecen en algunos estados de la república y que pronto acuden a sofocarlos.

Tal vez la pandemia aquietó las aguas de los inconformes, al resguardarse del contagio y por ende evitar la concentración masiva de personas.

En ninguna parte del mundo se observan protestas de la población en contra de sus gobernantes por el mal manejo de la crisis de salud y económica, a pesar de que en muchos países el PIB se ha desplomado y las muertes por Covid-19 van en aumento.

El descubrimiento de la vacuna en tiempo récord, menos de un año, disipó el riesgo de colapso de la economía y la paz social y alienta que pronto las cosas, si bien no volverán a la normalidad, si entrarán a un nuevo estatus en donde, por lo menos, habrá trabajo y pocos riesgos de contagio y muerte al alcanzarse la inmunidad de rebaño.

Ello, en el contexto internacional, pero en nuestro país, la manipulación de la información en torno al proceso de compra y aplicación de la vacuna, tiene diversas aristas que de no soportarse con datos reales, se caerían esos alfileres que sostienen a la gobernabilidad.

No se sabe a ciencia cierta sobre los contratos con las farmacéuticas internacionales, ni los montos y mucho menos los plazos de entrega.

Se desconoce en realidad si las poco menos de 100 mil vacunas se han aplicado solamente al personal de salud, ya que por lo que ha trascendido en los medios de comunicación se han inoculado a las brigadas político-electorales del gobierno denominadas Siervos de la Nación, así como a funcionarios de la 4T y a sus familiares.

También se desconoce bajo qué criterios sanitarios se determinó iniciar el proceso de vacunación en las entidades de la república, ni tampoco se sabe sobre cuáles datos determinaron prohibir a los hospitales y sector privado de la salud, así como a los gobiernos de los estados, la compra de la vacuna y su aplicación a la población.

La opacidad y el ocultamiento de la información, hacen crecer el sospechosismo, en donde la única realidad es que pretenden sacar raja política de la inoculación y con ello, preservar la mayoría en la Cámara de Diputados federal, así como el mayor número de gubernaturas de las 15 que estarán en disputa.

El presidente de México no solo juega con la vida de las personas, sino con la gobernabilidad y si sigue creyendo que su verdad es la que debe prevalecer en el país, pues está totalmente equivocado, ya que una cosa es lo que dicen las encuestas en torno a su popularidad y otra, muy diferente, lo que piensan los ciudadanos de a pie, esos que a diario se juegan la vida en la búsqueda de su subsistencia con riesgo de contraer la enfermedad y morir en el intento.

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