Desde San Lázaro

Estado fallido en México

Estamos ante un Estado fallido que no cumple con sus tareas más básicas de proteger la vida, los bienes y la misma subsistencia de millones de mexicanos que están en situación de precariedad.

El dolor y el sufrimiento se enseñorean entre la población mundial. Entre tanta muerte, enfermedad y tribulaciones económicas, además de la ruptura de la armonía familiar, la gente busca desesperadamente consuelo ya sea en la religión o en cualquier opción que se le ofrezca para salir adelante.

En México esta situación se agrava porque el gobierno ha dejado sola a buena parte de la sociedad que, desesperada, no halla cómo salir de la crisis en la que se encuentra.

Cuando no es un familiar fallecido o enfermo, es la pérdida del empleo o de las fuentes de ingresos o tal vez todo junto, y qué hacer ante esa situación angustiante que ha puesto a prueba el temple, la fortaleza y la fe de las personas.

Tal vez este sea el único camino, el de la fe y las convicciones de cada persona, al carecer siquiera del apoyo más básico para atender sus necesidades, como es el derecho a la salud, a la alimentación o incluso a una 'cristiana sepultura'.

Estamos ante un Estado fallido que no cumple con sus tareas más básicas de proteger la vida, los bienes y la misma subsistencia de millones de mexicanos que están en situación de precariedad.

El índice de mortalidad de pacientes enfermos del Covid-19 es de los más altos del mundo, más de 12 por ciento, y la vulnerabilidad del sistema nacional de salud está peor que nunca, en donde el personal médico virtualmente se rifa la vida todos los días al atender, sin contar con los insumos básicos de protección, a miles de infectados.

El Estado no es capaz de proporcionar la atención médica a todos los mexicanos que la requieran y, por desgracia, buena parte de ellos, son los más pobres.

Tampoco el Estado puede salir a rescatar empresas en las que se sustenta el empleo formal, ya lo dijo el presidente: si una empresa quiebra, es responsabilidad de su propietario; es decir, se hace un lado AMLO en eso de ayudar a los que están perdiendo sus empleos.

Los impuestos de todos los mexicanos deberían canalizarse en momentos de emergencia a atender a la población en sus necesidades; no se hace y en lugar de eso se obstinan en gastar los recursos públicos en obras que no sirven de nada para atender la crisis y muchos menos para paliarla en el futuro.

El Estado es fallido al no brindar la seguridad pública que se requiere en momentos que los índices delictivos están al tope a grado que se optó por la militarización del país.

Un Estado fallido es aquel que no puede garantizar una pensión básica universal en tiempos de crisis para todos los que necesiten ese apoyo.

Sólo los que están afiliados a los programas político-asistenciales del gobierno gozan de ese respaldo que, aunque es mínimo, alivia de alguna manera la falta de alimentos y de medicamentos para subsistir.

Se ha perdido territorio en manos del crimen organizado; hay una erosión de la autoridad en la toma de decisiones y existe incapacidad para suministrar los servicios básicos.

Es generalizado el fracaso social, político y económico del gobierno de López Obrador, ya que no tan sólo es un gobierno débil e ineficaz, sino que él mismo alienta todos los días la polarización entre los mexicanos.

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