Desde San Lázaro

Desastre y distractores rumbo al Informe

La mal llamada 4T se ha constituido como el prototipo para descomponer lo que toca, en apenas nueve meses de gobierno.

Qué hacer cuando los datos duros son apabullantes y la realidad contrasta totalmente con lo que asevera el presidente López Obrador. Al principio del sexenio se podían sostener las aseveraciones del tabasqueño, pero conforme han transcurrido los meses los indicadores y mediciones apuntan en el sentido de que este gobierno ha sido un fracaso, aún mayor en muchos sentidos al de Ernesto Zedillo, que tuvo que enfrentar la crisis del 94-95.

No hay manera de atenuar el calificativo, la mal llamada 4T se ha constituido como el prototipo de descomponer lo que toca, en apenas nueve meses de gobierno.

Instituciones que se construyeron en décadas y percepciones en torno a la confianza se fueron de un plumazo por el afán de seguir la misma hoja de ruta que gobiernos de izquierda y populistas de la región emprendieron en su momento, como el de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en Venezuela.

La democracia y el Estado de derecho se han hecho a un lado en aras de los caprichos de un hombre que pretende cargar sobre sus hombros la transformación, comprendida esta como una serie de medidas que buscan acabar con un modelo neoliberal y con la hegemonía de los mercados, sin tener siquiera los conocimientos básicos para hacerlo.

Todo se hace de manera empírica y se toca de oído; de hecho, muchas de las acciones emprendidas por AMLO responden más a la coyuntura y a lanzar bolas de humo para distraer la atención pública sobre los temas torales para el país, que sobre bases digamos científicas.

La bandera contra la corrupción que enarbola orgullosamente el Presidente se enreda en hechos que se hacen al margen de la ley, como las licitaciones públicas que se asignan por adjudicación directa, estas representan el 76 por ciento del total.

O la persecución a personajes del sexenio pasado que han sido señalados hasta el cansancio de corruptos, como Rosario Robles, Emilio Lozoya y otros más que vienen; sin embargo, este estandarte se va diluyendo por la malograda operación judicial que se orquestó desde Palacio Nacional y Bucareli, y que quedó en entredicho al descubrirse que el juez ejecutor de la reclusión de la extitular de Sedesol y Sedatu es nada más ni nada menos que sobrino de Dolores Padierna.

A diario, desde el púlpito de Palacio Nacional, se escupe para todos lados, la mayoría de las veces hacia arriba, lo importante es sembrar en la agenda algún distractor que impida ver con más claridad el desastre que existe en seguridad pública o en empleo, que conforme a los indicadores del IMSS y los miles de empleados del gobierno que han sido despedidos, pues suma la friolera de más de dos millones de mexicanos que se han quedado sin trabajo.

Dice López Obrador que el "pueblo está feliz, feliz, feliz", cantaleta que causa hilaridad y desprecio.

La recesión económica, que ya toca a la puerta, lamentablemente en un efecto dominó pegará en los bolsillos de los mexicanos, que por ahora ya han reducido sus niveles de consumo que traían hasta el año pasado.

¿Qué más va enunciar López Obrador, además de mentiras o verdades a medias, en su Primer Informe de Gobierno?

Batres vs. Monreal

En el Senado se han quedado con el ojo cuadrado ante las groseras descalificaciones emitidas por Martí Batres a su correligionario, el senador Ricardo Monreal, al perder la posición de privilegio que representa la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara alta. El pleito no terminará con su destitución, seguirá hasta que escale a desencuentros más radicales y con ello se partirá Morena.

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