Desde San Lázaro

Crisis médica, económica y mal gobierno

Con cero recursos públicos para fondear a las empresas y con compras de pánico de insumos médicos para atender la contingencia, el gobierno se verá rebasado y la gobernabilidad se romperá.

Demasiado tarde reaccionó el gobierno federal para contener el avance del coronavirus en cuanto a la habilitación de hospitales públicos, respiradores y pruebas, entre otros muchos aspectos que se deben tener para atender la creciente demanda que con el paso de los días irá en aumento.

El letargo para apoyar a la planta productiva del país, a los trabajadores e incluso a la economía informal, traerá graves consecuencias para el empleo y para el mismo desarrollo económico del país.

La criminal lentitud pegará a la gobernabilidad y la paz social.

El prurito del presidente López Obrador de actuar igual que Felipe Calderón, ha puesto en riesgo a sectores de la población quienes, sin importar su condición económica, serán infectados y muchos de ellos, por desgracia perderán la vida.

En la crisis del H1N1, Felipe Calderón junto con Marcelo Ebrard, este como jefe de Gobierno del Distrito Federal, declararon estado de sitio y mantuvieron paralizado a la mayor parte del país, esta extrema medida impidió que se propalara el mortal virus a grandes grupos de la población. Cierto, en ese entonces el parón de la economía provocó que el PIB se desplomara.

Ahora, enfrentamos tres jinetes del apocalipsis: la crisis de salud, la económica y la ineptitud del gobierno que están anclados a las decisiones que toma un solo hombre, el presidente de la República, quien, sin contar siquiera con los conocimientos básicos de economía, medicina, gobernabilidad y atención de pandemias, ha tomado una serie de decisiones que han puesto al país al borde del desastre.

Hasta antes de la pandemia se conocía muy poco del presidente mexicano y ahora es de los más conocidos en el orbe, pero por sus declaraciones temerarias y la irresponsabilidad de retrasar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

La sociedad mexicana una vez más demostró que cuando se trata de emergencias nacionales, actúa rápido y eficazmente, por encima incluso del gobierno y ahora no ha sido la excepción.

Cuando apenas hace dos semanas AMLO instaba a la población a salir a las calles, a abrazarse y besarse, Europa, Asia y buena parte del continente americano ya estaban en fase 3.

Demasiado tarde ha actuado el gobierno mexicano para atender la pandemia, sobre todo que se dilapidaron el año pasado los recursos presupuestales en aras de fondear los programas político-asistenciales de López Obrador, así como grandes obras que a la postre se convertirán en barriles sin fondo: Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Maya.

Ahora, cuando el monstruo de mil cabezas está a punto de tocar nuestro país con la saturación de los hospitales por pacientes gravemente afectados por el Covid-19 y que millones de mexicanos no tendrán los recursos para su subsistencia, las arcas del gobierno están semivacías, y lo poco que hay está etiquetado para otras cosas.

Con cero recursos públicos para fondear a las empresas y con compras de pánico de insumos médicos para atender la contingencia, el gobierno de la 4T se verá totalmente rebasado y la gobernabilidad se romperá a grado tal que será necesario que la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, patrullen las calles de las principales ciudades del país.

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