Las Encuestas

Vociferantes vs. intensos

Ya se oyen y se leen más voces desde las gradas contrarias de la opinión publicada, comenta Alejandro Moreno.

Después de las elecciones de 2018, recuerdo que hubo un periodo en el que los simpatizantes de la 4T eran mucho más vociferantes que sus opositores; se escuchaban las porras de los primeros desde la tribuna y silencio del lado contrario. El presidente de la República se refirió, incluso, a una oposición moralmente derrotada, aunque no dejaba de provocarla, como toreándola, ante el rugido de las gradas a su favor.

Parece que eso ha cambiado últimamente. Ya se oyen y se leen más voces desde las gradas contrarias, y no me refiero solamente a la opinión publicada, sino a la opinión pública en su conjunto, en las conversaciones cotidianas de los electores, ya sea personales o a través de las redes sociales, en sus chats o en cualquier otra vía de interacción.

Éste es un elemento que habrá que analizar y tomar en cuenta en estos meses rumbo a las elecciones. ¿Cómo será la dinámica de la discusión y el debate político en este año electoral entre las voces a favor y en contra de la 4T?

La encuesta nacional de EL FINANCIERO realizada el 29 y 30 de enero nos da algunas pistas. Para este análisis me enfoqué en tres preguntas: la primera es "¿Está usted a favor o en contra de la Cuarta Transformación?". El 33 por ciento de los entrevistados dijo estar a favor, 25 por ciento en contra, 39 por ciento neutral (ni una ni otra) y 3 por ciento no contestó. Este reactivo nos permite tener la actitud general de las gradas, a quién le echan porras o si solamente son espectadores sin un bando o partidismo bien definidos.

Un segunda pregunta es "¿Con qué frecuencia habla usted de política con otras personas?". El 38 por ciento dijo que con 'mucha' o 'algo' de frecuencia, mientras que 61 por ciento dijo que con 'poca' o 'nada' de frecuencia. La encuesta revela que los seguidores de la 4T hablan con mayor frecuencia de política con otras personas (41 por ciento) que los antagonistas de la 4T (34 por ciento), lo cual confirma mi impresión de que sí está más activa la tribuna del lado de la 4T.

Pero el siguiente reactivo nos ofrece un giro interesante. Al preguntar "Cuando alguien está en desacuerdo con usted en sus opiniones políticas, ¿qué cree que es mejor?", el 9 por ciento dijo que lo mejor es 'discutir y mostrarle a la otra persona que está equivocada'; 38 por ciento afirmó que lo mejor es 'discutir respetando los puntos de vista de la otra persona'; y la mayoría, 52 por ciento, opina que lo mejor es 'no discutir y evitar los disgustos o problemas'.

El deseo de probar que el otro se equivoca refleja un ánimo más vehemente y una polarización más activa. Según la encuesta, los antagonistas de la 4T toman esta postura en mayor proporción (12 por ciento) que los partidarios de la 4T (6 por ciento). La voz de los antagonistas es menos frecuente, pero más intensa.

La discusión respetuosa no tiene diferencia según el bando, apenas los distingue un punto porcentual. Y evitar la discusión es ligeramente más común entre los partidarios de la 4T (52 por ciento) que entre sus antagonistas (44 por ciento), aunque en realidad los que más toman esa postura son los neutrales (77 por ciento).

Bajo una perspectiva democrática, la discusión respetuosa entre puntos de vista contrarios se basa en un reconocimiento de igualdad política, de que el otro está en su derecho y libertad de disentir, yo en el mío, y nadie es superior al otro. We agree to disagree, como dicen en inglés.

La postura de discutir hasta probarle al otro que se equivoca refleja una actitud combativa, de antagonismos, pero también cierto sentido de superioridad que anula el principio de igualdad política y que dificulta los puntos medios: acaso es un síntoma subyacente de las sociedades polarizadas de hoy.

Finalmente, la postura de mejor no discutir y evitar disgustos es un poco más ambivalente: puede interpretarse como apatía y falta de interés, pero también abre la posibilidad de expresar desdén hacia el otro, de pensarse uno en lo correcto, mirar hacia abajo al interlocutor y decidir ignorarle, anulando el principio y reconocimiento de igualdad política que requiere la democracia.

Dejo estos datos y reflexiones a su consideración para ir pensando qué caracteriza nuestras conversaciones políticas hoy en día y qué podríamos esperar para los meses de campañas.

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