Repensar

Stop Bernie!

Lo otro que se puede apreciar es que más que una justa entre radicales y moderados, lo que se está desarrollando es una pelea por ver quién puede frenar a Bernie Sanders, comenta Alejandro Gil Recasens.

Es muy pronto para afirmar que alguno de los aspirantes a la nominación presidencial demócrata lleva una ventaja definitiva. Aún después del 3 de marzo, cuando estará en juego el voto de cerca del 40% de los delegados, cualquier cosa puede suceder en los tres y medio meses que faltarán para la convención en Milwaukee. De hecho, aunque un precandidato llegue con mayoría simple a esa cita, los delegados pueden cambiar su decisión y elegir a otro.

Lo que dificulta cualquier predicción es que entraron a la competencia demasiados (26), todos plantean más o menos lo mismo y ninguno cuenta con una base de simpatizantes amplia. Cada uno ha labrado un nicho pequeñito, pero tienen problemas para comunicarse con otros sectores. Por eso se dice que el candidato debe ser alguien que sea capaz de concitar la unidad o, cuando menos, que no divida más.

Lo que si ya es claro es que los que están en la disputa son Bernie Sanders, Michael Bloomberg, Joe Biden y quizá Pete Buttigieg. Elizabeth Warren ya se rezagó y Amy Klobuchar llegó hasta donde podía llegar. Tom Steyer nunca fue un prospecto serio.

Lo otro que se puede apreciar es que más que una justa entre radicales y moderados, lo que se está desarrollando es una pelea por ver quién puede frenar a Bernie Sanders, a quien el establishment demócrata considera un advenedizo. Eso les importa más que contar con alguien que pueda superar a Donald Trump.

Ciertamente Sanders no es miembro del partido y, en su larga carrera legislativa como independiente, muchas veces se ha opuesto a sus posiciones. Siempre ha actuado en solitario. En su momento criticó abiertamente la política de encarcelamiento masivo de Bill Clinton, el fracaso del programa de salud de Barack Obama y la descarada cercanía de Hillary con los banqueros. Como quedó en evidencia por las revelaciones de WikiLeaks, hace cuatro años el Comité Nacional Demócrata (al servicio de Hillary Clinton) coaccionó a los delegados para negarle la candidatura, que muy probablemente habría ganado.

¡Bolchevique!

El principal argumento que esgrimen contra Bernie es que es "demasiado radical" y que por lo mismo, el electorado, que tiende al centro, lo va a rechazar. Sanders es miembro activo del American Socialist Workers Party y más de una vez ha mostrado simpatía por Fidel Castro o Hugo Chávez, pero su plataforma de campaña es más cercana a la tradición liberal americana que a la de aquellos personajes.

Los medios del establishment minimizan la cobertura de sus actos, esparcen rumores sobre su salud y no han dejan de alarmar a los demócratas. El New York Times ve como peligroso que haya mantenido por años las mismas convicciones. El Washington Post sugiere que tiene planes secretos. El comentarista Chris Mattews (de MSNBC) comparó su ascenso en las primarias con la caída de Francia en manos de los nazis. CNN asegura que pasará lo mismo que con George McGovern, que fue derrotado por Nixon hace medio siglo, en circunstancias completamente diferentes. Significativamente, coinciden con Fox News y comentaristas de radio de la AltRight, que lo acusan de estalinista y lo llaman "camarada Bernie".

Lo real es que Sanders ha conseguido una audiencia fiel, que siente que los representa y que confía en él. Es quien tiene más presencia en las redes sociales y es revelador su arrastre entre los jóvenes, normalmente escépticos o desinteresados. Su personalidad polarizante y sus actitudes populistas, parecidas a las de Trump, son atractivas para miles de demócratas, desengañados de su partido y cansados de la tibieza y el cinismo de los gobernantes que ha llevado a la Casa Blanca.

Desde luego que puede ganar la nominación y luego, con su creciente impacto en los estados clave, la presidencia. Por eso están haciendo hasta lo imposible por frenarlo.

Quisieron meter a la competencia a Michelle Obama y convencieron a Joe Biden de participar, aunque él no quería.

Presentaron a la señora Warren como "progresista sensata" y, apanicados, se aprovecharon de las deficiencias del sistema electoral de Iowa para impulsar al alcalde Buttigieg.

Su última carta es la candidatura de Bloomberg, al que aceptaron tardíamente.

El magnate tiene el reto de convencer a los electores de que tiene un proyecto valioso.

Pretender ganar sólo metiéndole dinero a los medios le daría la razón, y el triunfo, a Bernie.

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