Repensar

Rubicón

La declaración de emergencia es un ejemplo más de cómo el Ejecutivo ha ido expandiendo sus poderes en detrimento del Legislativo y el Judicial, escribe Alejandro Gil Recasens.

En el año 49 a.C. el Imperio se había expandido rápidamente, creando tensiones políticas en Roma. El Senado y Pompeyo, su antiguo aliado, intentaban frenar las ambiciones de Julio César, que se había vuelto muy popular al triunfar en la guerra de las Galias y al extender su dominio hasta los actuales territorios de Francia, Bélgica, Países Bajos y parte de Alemania. Pretendieron despojarlo de su título de cónsul y le ordenaron dejar el mando y licenciar a sus tropas. A cambio le ofrecían honores y cargos, pero él sospechaba que sería acusado de corrupción y aprehendido. Decidió por ello desobedecer y avanzar sobre Roma, sabiendo que se desataría la guerra civil.

Para convencer a sus legiones de cruzar el río Rubicón y entrar al territorio italiano, y de hecho convertirse en traidores, pronunció una de sus grandes piezas oratorias, que terminó con la sentencia Alea jacta est (la suerte está echada). Enterados Pompeyo y los senadores huyeron hasta Grecia, mientras que como temían, Julio César se declaró dictator. Cinco años después otros senadores conspiraron para matarlo.

Desde entonces 'cruzar el Rubicón' se volvió sinónimo de dar un paso decisivo, arriesgado, sin regreso. Viene esto al caso porque curiosamente se ha comentado que el presidente Donald Trump cruza el Rubicón cada vez que hace algo inesperado. Cuando lanzó su candidatura, cuando ridiculizó a Hillary en el debate, cuando sacó a su país del Acuerdo de París, cuando abandonó el acuerdo nuclear con Irán o cuando, el pasado viernes, declaró una emergencia nacional por la inmigración ilegal en su frontera sur. En cada caso se advierte que ahora sí las consecuencias serán tremendas y se va a arrepentir. La realidad es que parecen arrebatadas, pero Trump calcula muy bien sus jugadas.

¡Emergencia!

Trump alega que la seguridad de su nación está amenazada por los traficantes de personas y de narcóticos y por las "monstruosas" caravanas de centroamericanos que pretenden cruzar la frontera para obtener el asilo.

Aunque los demócratas la presentan como una ruptura del orden constitucional, la declaración de emergencia es un ejemplo más de cómo el Ejecutivo ha ido expandiendo sus poderes en detrimento del Legislativo y el Judicial. Por medio de órdenes ejecutivas, vetos al Presupuesto o estas declaraciones, los presidentes le dan la vuelta a las sentencias o leyes que les disgustan. Esto es algo que empezó hace mucho tiempo, en realidad desde tiempos de James Madison.

La ley de emergencias nacionales de 1976 (diferente a la relacionada con los desastres naturales) ha sido usada sobre todo para enfrentar grandes huelgas y para imponer sanciones comerciales a otros países. El presidente Bill Clinton la utilizó 17 veces, George W. Bush 13 y Barack Obama 12. A la fecha hay vigentes 27 declaraciones de emergencia por presidentes anteriores y tres por Trump. Entre las de Obama está la que congela los activos de Los Zetas.

De los 25 mil millones de dólares que solicitó, el Congreso (en el que tenía mayoría) sólo le asignó 5 mil 700. De esos únicamente iba a poder disponer de mil 375. Pero de un plumazo ya obtuvo 6 mil 700 más.

A los demócratas no les queda más que hacer escándalo. Para echar abajo esa declaración citarán a audiencias en que se demuestre que no es válida. Sin embargo, las pocas formalidades exigidas se cumplieron y necesitan mayoría calificada de dos tercios en ambas cámaras; aún si la consiguieran el presidente tiene veto. La vía judicial tampoco les es prometedora. Fácilmente un juez de distrito y tal vez una corte de apelaciones la pueden declarar inconstitucional, bajo la tesis de que no existe una verdadera crisis migratoria, pero la Suprema Corte le daría la razón a la Casa Blanca, como se lo hizo con la prohibición de otorgar visas a nacionales de países islámicos.

La deliberación judicial estará en su apogeo durante la campaña del año próximo, permitiendo que Trump presente a sus oponentes como insensibles frente a la migración descontrolada, un tema en el que los republicanos están sólidamente unidos y los demócratas no tienen una propuesta acabada, a pesar de que la población la considera un problema serio. Los líderes demócratas, Nancy Pelosi y Chuck Chumer, van a hacer su mejor esfuerzo denunciando las aspiraciones cesaristas de Trump. Mientras tanto, con los fondos obtenidos, él va a tener muchas oportunidades de fotografiarse, rubicundo, inaugurando pedacitos de muro.

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