Repensar

¿Qué dice Biden?

El concepto principal es que hay que evitar la reelección de Donald Trump para frenar el deterioro generalizado ('la oscuridad') en que ha sumido al país, comenta Alejandro Gil Recasens.

Aunque los candidatos llevan más de un año recorriendo la nación, hasta esta semana comienzan formalmente las campañas presidenciales. Todo lo que expresaron antes tenía el propósito de convencer a los miembros de su partido de que eran su mejor opción. A partir del discurso en que aceptan la nominación es que empiezan a ensayar los mensajes con los que buscan conseguir el voto.

Debido a la pandemia, en los meses pasados Joe Biden sólo transmitió videos desde su casa y apenas la semana anterior empezó a tener actos públicos. No obstante, ya se prefiguran los racionales con los que intentará mantener la ventaja relativa de que ha gozado.

El concepto principal es que hay que evitar la reelección de Donald Trump para frenar el deterioro generalizado ("la oscuridad") en que ha sumido al país. El descontrol de la pandemia y de la economía, el aceleramiento del cambio climático y del racismo serán peores si él permanece en la Casa Blanca.

El primer problema es que, en un ambiente tan polarizado, plantear todo en blanco o negro le da la razón al polarizador en jefe. Desde la elección anterior, Donald Trump dramatizó la situación, se identificó como salvador de la patria y puso a unos en contra otros.

Además, plantear así las cosas contradice el segundo tema de Biden: recobrar la unidad de los americanos en torno a propósitos superiores.

FALTA PROPUESTA

Centrar la campaña en Trump les gusta a sus simpatizantes. Sin embargo (las encuestas revelan), para los electores indecisos mucho de lo que ha hecho el actual mandatario puede haber sido equivocado, pero no sería tan nefasto como lo pinta su rival.

Ciertamente tuvo un mal manejo de la pandemia desde el principio, pero no están seguros de que ello haya causado la alta mortalidad observada. En su mentalidad típicamente individualista, cuidarse es responsabilidad de cada uno y, en ese sentido, rechazan la propuesta de Biden, de hacer obligatorio el uso del tapabocas y apoyan la política presidencial de reabrir la economía. En un sistema de salud altamente descentralizado, ven las insuficiencias en la atención a los enfermos como responsabilidad de los gobiernos locales.

Tampoco le achacan el quebranto económico. Antes de la contingencia sanitaria hubo tres años de fuerte crecimiento del empleo. No piensan que el cierre de empresas y los despidos sean culpa del gobierno. En realidad, este se movió rápido para apoyar a las compañías con más problemas y para subsidiar a los que perdieron su trabajo. Por eso aún hay optimismo y no se ve tan negro el panorama.

Biden promete grandes inversiones en infraestructura, manufactura, tecnología y medio ambiente, crear millones de empleos, pero, para lograrlo, echaría para atrás los recortes de impuestos que consiguió Trump. Eso es algo que no le atraerá los votos de la clase media.

Si bien los estadounidenses, sobre todo los jóvenes, son sensibles a los temas ambientales, las negativas decisiones de Trump no han producido un rechazo generalizado. Tampoco los indicadores cayeron a los niveles catastróficos que anunciaba Hillary Clinton hace cuatro años. Cuando se salió del Acuerdo de París hubo más manifestaciones en el Viejo Continente que en su país. Quizá porque, a diferencia de los europeos, los estadounidenses ven la preservación del equilibrio ecológico como un deber personal y no les gusta que el gobierno sobrerregule la economía.

La justicia racial ha sido una bandera histórica de los demócratas y, por ello, a pesar de que Barack Obama no satisfizo todas sus expectativas, han conservado el apoyo de los negros.

Lamentablemente, su actual candidato no ofrece un programa diferente al de sus predecesores.

La cuestión ahora es cómo se ha posicionado Biden frente a las acciones radicales de algunos de los que protestan. En un principio justificó la destrucción de monumentos y, después, cuando vandalizaron los de Washington y Lincoln, se echó para atrás.

Lo mismo con los saqueos: los ignoró y luego los condenó. A eso hay que añadir la excesiva tolerancia de los alcaldes y gobernadores demócratas ante la violencia. Le dieron oportunidad a Trump de tomar la bandera de la ley y el orden.

Biden tiene que presentar ideas económicas y sociales propias, no un champurrado de las de sus contendientes internos. Debe hacer una oferta original, realista y creíble. No puede ser sólo anti-Trump.

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