Repensar

Inocentes robots amarillos

    

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En su artículo del martes en estas páginas ("Robots en McDonald´s"), Jacques Rogozinski aborda el asunto de los migrantes, la automatización y los costos laborales. Como bien señala el autor, en torno al tema hay muchos mitos.

He leído frecuentemente que los empleos perdidos en la manufactura en Estados Unidos no han venido a nuestro país sino que han sido sustituidos por robots. Pues bien, ni es cierto que esos puestos se han transferido mayoritariamente a México, como afirma Donald Trump, ni es verdad que allá las máquinas han desplazado trabajadores masivamente.

Hay infinidad de estudios al respecto, pero los más serios (como los del Bureau of Economic Analysis) calculan que entre 1999 y 2013 se perdieron en EU unos 5.3 millones de empleos en manufactura. En el mismo período, las empresas americanas aquí aumentaron su personal en 10%, pasando de 520 mil a 572 mil plazas, es decir, 52 mil obreros más. En consecuencia, seríamos responsables del uno por ciento de esa merma.

¿Son entonces los robots los verdaderos culpables?, pues no. EU ha adoptado muy tímidamente los avances en automatización. En su territorio tiene instalados apenas unos 200 mil robots industriales, cantidad semejante a la que hay en Alemania o Corea, y como la mitad de los que se encuentran en China o Japón. Además están concentrados en dos estados (Michigan y Ohio) y en operaciones sencillas de soldadura y pintura automotriz.

Es más, en nuestro vecino del Norte casi no se fabrican robots industriales. De las cuatro firmas que dominan el mercado mundial, dos son japonesas (Fanuc y Yaskawa) y dos europeas (ABB de Suiza y Kuka de Alemania). La primera produce en Japón y las otras tres en China. Ni siquiera la compañía estadounidense de robótica más grande (Adept), alcanza a estar entre las diez primeras del planeta.

También en los robots de servicios EU está muy rezagado. Fuera de cortadoras de césped, aspiradoras y ordeñadoras de vacas, en lo único importante que se han interesado es en maquinaria agrícola y de construcción; en drones y otros vehículos autónomos.

En Asia, mientras tanto, empresas de todo tipo metódicamente van automatizando sus procesos y se vuelven más productivas.

AL PIE DEL MONTE FUJI 

En un bosque bellísimo está la sede de Fanuc, la trasnacional que fabrica uno de cada cinco robots industriales y la mitad de los sistemas de control numérico que se venden en el mundo. Es una pequeña ciudad, protegida con medidas de tipo militar, en la que viven, estudian y trabajan los técnicos en mecatrónica más especializados. Como sus robots, reconocibles en cualquier lado por su color, allí todo es amarillo brillante: los edificios, los autobuses, los muebles, los uniformes, las toallas, los vasos, las carpetas, los lápices y la señalética. Incluso las camisetas del equipo deportivo local ostenta la leyenda "100% yellow".

Esa misma obsesión cromática la tienen para encontrar nuevas aplicaciones para los robots. En el vestíbulo de los laboratorios secretos hay un reloj (¡amarillo!) que camina diez veces más rápido que uno normal, para hacer ver a sus ingenieros la importancia de actualizarse constantemente y no quedarse atrás. En un tablero, con barras amarillas, está mapeada su penetración en todos los sectores y se muestra que en 2025 (¡en ocho años!) esas máquinas podrán ejecutar el 25% del trabajo que hacían los humanos en el año 2000.

Surge entonces la pregunta: ¿Cuál es la razón por la que EU no se ha preocupado por automatizar sus procesos al mismo ritmo que sus competidores asiáticos y europeos?. Entre otras cosas, porque han gozado de una fuerza laboral abundante y extremadamente barata; desorganizada y sin fuerza política, por el declive de los sindicatos y el abandono del Partido Demócrata. Una planta laboral que incorpora a miles de migrantes indocumentados, quienes no exigen incrementos salariales ni se quejan de las malas condiciones de trabajo.

Entonces, si los trabajos en manufactura no se trasladaron a México ni fueron desplazados por máquinas inteligentes, ¿dónde están?. Una buena cantidad en India, Bangladesh, China, Filipinas, Indonesia o Vietnam, pero muchos simplemente se evaporaron. Las empresas que los sostenían fueron perdiendo competitividad y ni siquiera alcanzaron a mover sus fábricas a otro lado. Esos empleos desaparecieron porque se descuidó insensatamente la productividad. No se evaporaron por exceso sino por escasez de robots.

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