En la última reunión de la Reserva Federal, miembros del Comité Federal de Mercado Abierto decidieron aumentar la tasa de Fondos Federales en 25 puntos base, para ubicarla en 5.00 a 5.25 por ciento. El alza responde primordialmente al hecho de que la inflación permanece muy por encima del objetivo, aunado a un mercado laboral que se mantiene sólido.
El tono del comunicado fue neutral, sin ofrecer una guía puntual sobre los futuros movimientos a la tasa de interés, y pareciera más bien sugerir una pausa. En comunicados anteriores, miembros del FOMC señalaban que sería apropiado implementar incrementos adicionales a las tasas de Fondos Federales, y en esta última ocasión comunicaron que para determinar los incrementos adicionales, tomarán en cuenta el rezago con el que actúa la política monetaria en la economía y la inflación, así como eventos económicos y financieros. No dicen explícitamente que han alcanzado la tasa terminal, pero los mercados así lo interpretaron y las tasas implícitas incorporan recortes tan pronto como en septiembre.
En el sistema financiero americano se han sumado una serie de eventos que han modificado el panorama. Continúan los cuestionamientos sobre los efectos de la crisis bancaria en la economía, que pareciera estarse fraguando en cámara lenta. Los últimos días las noticias en torno a nuevas quiebras de bancos han modificado la tónica. De hecho, Jerome Powell advirtió que es posible que la economía enfrente mayores “vientos en contra” provenientes de condiciones crediticias más apretadas para los hogares y negocios. En ese tenor, hace algunas semanas, Janet Yellen indicó que es posible que la crisis bancaria propicie que las tasas de interés no se incrementen mucho más, lo que favorecería la narrativa de haber alcanzado la tasa terminal, pese a la persistencia de la inflación subyacente y el apretado mercado laboral.
La quiebra de los bancos americanos originará una menor disposición de crédito. Es de esperar que, con la finalidad de evitar una nueva crisis bancaria veamos una mayor regulación, en especial para los bancos que son considerados no sistémicos (bancos regionales y de nicho). Ante las expectativas de regulaciones más estrictas, los bancos aumentarán sus reservas, y estarán menos dispuestos a ofrecer créditos por los mayores requerimientos de capital que pudieran ser sujetos en el futuro. Adicionalmente, es posible prever una consolidación en el sector.
Un evento adicional que modificará la disposición de crédito es la exposición que tienen los bancos en el sector inmobiliario comercial. En los reportes del primer trimestre del año, los grandes bancos de Estados Unidos fueron explícitos al señalar que el real estate comercial representa un problema latente para el mercado de crédito. En sus comunicados, advirtieron que están aumentando los impagos; y las propiedades que sirven como colateral de estos créditos, había perdido valor. El sector bancario representa 54 por ciento de los 5.7 billones de dólares que vale el mercado de real estate comercial (inmuebles no residenciales). En este sentido, 70 por ciento está en bancos regionales, mientras 30 por ciento está en los 20 bancos más grandes. Alrededor de 1.4 billones de dólares madurarán en los próximos cinco años, de los cuales 270 mil millones de dólares tendrán vencimientos este año. Esto ha generado dudas sobre la factibilidad de refinanciamiento o reestructuración para evitar impagos y la caída sistémica, añadiendo incertidumbre adicional. Los directores generales de los bancos grandes coincidieron en que la perspectiva para el sector había empeorado por el elevado costo financiero, la desaceleración económica que no incentiva la demanda de nuevos espacios y las nuevas condiciones del trabajo remoto que han originado una caída en la demanda y menor renovación de oficinas.
Esta serie de eventos inesperados traerá un estrechamiento de las condiciones de crédito en una economía cuyo principal motor es el crédito. La crisis bancaria puede ser el ingrediente más importante para detonar una recesión.