Ahora que Donald Trump ocupa la presidencia del país más poderoso del mundo, me viene a la mente la oración que pronunció el pastor Joe Wrigth el día de apertura de las sesiones del senado de Kansas y que causó una gran impresión –y molestia en algunos casos- entre los asistentes.
Señor, venimos delante de ti este día para pedirte perdón y para pedir tu dirección.
Sabemos que tu Palabra dice “Maldición a aquellos que llaman bien a lo que está mal” y eso es exactamente lo que hemos hecho.
Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores.
Hemos explotado al pobre y hemos llamado eso “suerte”.
Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado “ayuda social”.
Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo hemos llamado “la libre elección”.
Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado “justicia”.
Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado “autoestima”.
Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso “política”.
Hemos codiciado los bienes de nuestros vecinos y a eso lo hemos llamado “tener ambición”.
Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con muchas groserías y pornografía y los hemos llamado “libertad de expresión”.
Hemos ridiculizado los valores heredados de nuestros antepasados y los hemos llamado “obsoletos y pasados”.
¡Oh Señor! Mira en lo profundo de nuestros corazones, purifícanos y líbranos de nuestros pecados.
Amén
Sí, creo que el señor Trump debe leer esta oración y reflexionar sobre lo que sucede en su país, más que tratar de arreglar el mundo poniendo sus ojos en el Medio Oriente y en México.
Malo lo que le pueda pasar a los árabes con la intervención injustificada de los Estados Unidos en sus asuntos, pero peor, mucho peor, lo que nos puede pasar a nosotros con la intromisión de ese singular personaje en asuntos que son sólo de nuestra competencia y que somos nosotros quienes debemos solucionarlos.
¿Construir un muro que divida a los dos países? No es nuevo este asunto, en Tijuana ha existido por mucho tiempo, pero la posición de Trump es, por su tono y su intención, una agresión injustificada. Un muro en los Estados Unidos –obviamente no lo puede construir del lado mexicano- cuya construcción sea pagada por México ¡Vaya estupidez! Lo que necesitamos, y lo hemos dicho hasta la saciedad, es la construcción de puentes entre los países vecinos, puentes que faciliten la intensa relación comercial, turística y de hermandad que nos caracteriza –o nos debe caracterizar.
No señor Trump, le recomiendo que lea usted con atención la oración del pastor Joe Wright y actúe en consecuencia, envuelto en el humanismo que de ella se desprende.
Quiere usted hacer América grande nuevamente y creo que está usted equivocado. En primer lugar porque América es un continente y no sólo los Estados Unidos, y en segundo lugar porque este país, querrámoslo o no, ha sido grande desde hace muchos años, particularmente después de la segunda guerra mundial.
Su aseveración me recuerda el inicio de la infame época de Hitler en Alemania y su pretensión de la superioridad de la raza aria. Cada país es tan grande como pueda y quiera hacerlo. Los Estados Unidos son, sin duda, el país mas poderoso del mundo, compitiendo con Rusia solamente. Pero su grandeza no sólo debe ser militar o económica, ojalá sea también humana y solidaria.
Mañana será otro día.
*Alberto Núñez Esteva es presidente de Sociedad en Movimiento.
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