Alberto Muñoz

Robótica y COVID-19

A partir de ahora, el impacto de COVID-19 permitirá conducir el futuro de la investigación en robótica para poder atender los riesgos de las enfermedades infecciosas.

¿Pueden los robots ser instrumentos para desinfectar espacios, transportar medicamentos, tomar temperatura o medir de manera remota signos vitales? La primera aplicación de gran escala de la robótica fue su incursión en la industria pesada. Conforme crece la atención a este tipo de pandemias el valor de aplicación potencial de la robótica aumenta y clarifica su necesidad. Algunas áreas prioritarias de atención y oportunidad son los servicios clínicos, incluyendo tele-medicina, sanitización, logística - que incluye el manejo y disposición de desechos clínicos-, así como el monitoreo de gente en cuarentena. La atención hospitalaria y aún las extremas medidas de seguridad no eliminan la posibilidad de contagio. Sin olvidar otro factor preponderante: la necesidad de mantener la continuidad en las actividades socioeconómicas de trabajo y mantenimiento en todo el planeta. Para empezar, la producción manufacturera ha tenido un decaimiento importante, lo que pone en relevancia la enorme importancia y necesidad de aumentar la I&D para poder llevar a cabo operaciones de telecontrol y manipulación diestra, tanto para manufactura como para la operación de plantas industriales, de generación eléctrica o incluso de tratamiento de desechos. Para la prevención de las enfermedades se han utilizado robots sanitizadores. El virus permanece en superficies metálicas, plásticos y vidrio por varios días. El despliegue de dichos robots sanitizadores evitan la desinfección manual, lo que evitaría una movilización humana mayúscula que de otra forma estaría además expuesta en primera línea a dichos virus. Dichos robots podrían incluso ser telecontrolados - no necesariamente autónomos - lo que resultaría en una solución de bajo costo, rápida y eficiente para la desinfección. Hay muchas área de oportunidad en la navegación autónoma, en la detección de zonas de riesgo y en la ponderación con sensores de zonas contaminadas junto con las de integrar medidas de prevención. Así mismo, la tecnología termográfica permite incluso poder monitorear la temperatura, de forma remota - drones- de uno o varios conglomerados de individuos. Si además, esta información se compagina con el acceso a bases de datos para identificar correspondencias (Big Data), de patrones o incluso de rostros de personas cuyo factor de riesgo personal ponga en riesgo a otras poblaciones y poder alimentar algoritmos para la detección temprana de alertas. Todo este flujo de información implicaría, por supuesto, el manejo adecuado de la información confidencial y la ciberseguridad requerida para el manejo adecuado de los datos y la información que se genere. Durante toda crisis hospitalaria, el riesgo que implica no contar con el personal perfectamente entrenado puede ocasionar una epidemia de mayor envergadura. Durante la colecta de muestras nasofaríngeas, la obtención de la muestra, la manipulación, la transferencia y la evaluación y podría hacerse con mayor seguridad, ya sea con robots telecontrolados o autónomas, reduciendo el riesgo y permitiendo concentrar a los equipos de trabajo en otro tipo de actividades de menor riesgo y mayor impacto. Dicho proceso también puede llevarse a cabo de manera automatizada, reduciendo el riesgo de los especialistas en dicha exposición al virus. Los procesos de cuarentena y resguardo seguramente implicarán largos períodos de aislamiento de los individuos, restringiendo su interacción social, lo que puede afectar la salud mental de los más vulnerables. Para estos casos, la robótica social - no necesariamente humanoide - puede ser desplegada y utilizada para mantener la interacción social y por ejemplo, la adherencia a disposiciones sin los riesgos que pueden implicar la propagación de las enfermedades. Esto implica retos de desarrollo muy complejos, ya que las interacciones sociales implican la construcción de sistemas de comportamiento que incluyen todo un panorama de conducta, basado en conocimiento, creencias y emociones, así como aspectos tanto de contexto como el ambiente durante la interacción. El teletrabajo (o la teleoperación) es una tecnología ya bastante madura y utilizada en la telemedicina y recientemente hemos venido adoptando tecnologías en nuestras casas para que nuestros hijos continúen sus actividades académicas. Antes que cancelar grandes eventos como exhibiciones y conferencias, iremos desarrollando nuevas formas de intercomunicación en línea y dicha interacción irá creciendo, más aún que la que implique el contacto personal. A partir de ahora, el impacto de COVID-19 permitirá conducir el futuro de la investigación en robótica para poder atender los riesgos de las enfermedades infecciosas. Hoy todavía no tenemos toda la tecnología ni los robots listos para atender los retos que se nos han presentado; y si no continuamos con un apoyo sostenido y constante, tampoco estaremos listos para el siguiente reto que se nos presente. Tenemos que alinear los esfuerzos y financiar la convergencia de los profesionales en ingeniería y enfermedades infecciosas para poder estar preparados a la siguiente pandemia.

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