Alberto Muñoz

Hacia el Deep Thinking

La tecnología ha buscado ir más allá de la ciencia.

Es anecdótico relatar la llegada de Colón a América como equivocación en la búsqueda de llegar a la india. Hasta en las ciencias más duras se tienen ejemplos claros de la serendipia: la innovación tecnológica, así como el proceder de la ciencia, tiene sus asegunes.

Sin embargo, cuando Kennedy prometió llegar a la Luna, pocos se atrevieron a pensar que en su defecto, llegaría a Marte.

Si bien hay incluso algunos que siguen asegurando que la bandera llegó como producto de un resorterazo, lo cierto es que la fusión de las ciencias y el mundo de las ideas se conjuga llevando al límite la imaginación humana. Así como existen las denominadas ciencias duras, también existen las tecnologías duras (Deep Tech).

Un ejemplo claro es el emporio creado para justamente, poner al hombre en la Luna: conjugar los límites de la ciencia con los límites de la tecnología, junto con un reto bien definido.

Dentro de los 17 ODS se apuntalan urgencias del planeta entero, desde la procuración de agua limpia, así como la conservación tácita del ambiente, hasta la prospectiva de la educación.

De 2015 a la fecha, los gobiernos de casi todo el planeta han intentado sumarse a cumplir - o al menos, intentar - dichos 17 nuevos “mandamientos” (sic).

Esto conforma el universo de los problemas extraídos de los objetivos. Del lado de las soluciones (o propuestas de solución) la cosa se pone más interesante. Una cosa es la observación y eventualmente, la determinación de las causas que validan o refutan una hipótesis - asunto de la ciencia - y otra es la de encontrar las formas de alterar dichas condiciones - asunto de la tecnología - acorde a lo deseable.

Aquí aparecen las nociones de tiempo y espacio, en su forma más sencilla pero no menos importante. Aceptando que hasta ahora no sabemos si se puede viajar al pasado o al futuro (nadie nos ha dicho “Hey yo vengo del futuro, aquí las pruebas”) el tiempo es algo que transcurre sin que podamos hacer mucho al respecto. Sobre el espacio, al menos en lo que corresponde al planeta tierra, nos impone una serie de retos importantes. No queremos que el crecimiento de las mareas inunde nuestros puertos, ni queremos que la próxima explosión nuclear ocurra cerca de nuestra casa, así como no hemos querido que la pandemia se apodere de nuestras ciudades.

Tiempo y espacio suelen ser simplemente otras más de las variables de interés en la ciencia, al final de cuentas son parte del subuniverso al que se suelen restringir las conjeturas científicas.

Incluso las matemáticas siempre empiezan con dichas limitaciones. Y por ende, la tecnología no puede escaparse de dichas concepciones. Sin embargo, las Deep Tech sí buscan deliberadamente ir al límite, no sólo del tiempo y del espacio, sino de la ciencia misma.

Ese es su gran reto. Kennedy prometió llegar más allá de los límites (La Luna) en un tiempo finito (en menos de una década) y eso generó toda una nueva industria. Justamente, como herencia de aquellas épocas, varias de las empresas ícono de estas Deep Tech son justamente del dicho sector, así como lo son las empresas empeñadas (afortunadamente) en encontrar curas para el cáncer y otros problemas urgentes.

Hay muchas opiniones sobre la supuesta e innecesaria prisa por el avance tecnológico. Debemos procurar entender que la dinámica misma de la ciencia tiene como variable justamente la misma tecnología. Necesitamos pues, una visión más profunda de las cosas.

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