Pablo de la Peña

Pablo de la Peña Sánchez: Recuperación de empleos pero pérdida de ingresos

El ingreso corriente promedio trimestral del 2020 cayó un 5.8 por ciento respecto al mismo periodo en el 2018.

Revisando algunos datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del 2020 podemos observar que el ingreso corriente promedio trimestral del 2020 cayó un 5.8 por ciento respecto al mismo periodo en el 2018.

Esto es, el ingreso corriente familiar cayó de $53,418 a $50,309 pesos trimestrales en dos años. Claramente, esta caída refleja la crisis derivada de la pandemia del COVID19 en el 2020 y ni siquiera considera el poder adquisitivo real, por lo que la caída en términos reales sería mayor.

El ingreso corriente se compone principalmente por el ingreso del trabajo, transferencias y por otros ingresos como rentas, alquileres, etc. De estos rubros, solamente las transferencias y los ingresos estimados por alquiler de vivienda tuvieron un crecimiento del 2018 al 2020.

Las transferencias crecieron un 8.30 por ciento y los ingresos por alquiler un 8 por ciento. De las transferencias, el principal incremento vino de los ingresos por jubilaciones y pensiones que creció un 15.1 por ciento y de los beneficios provenientes de programas gubernamentales, que tuvieron un crecimiento del 50.4 por ciento, entre el 2018 y el 2020.

Sin embargo, hubo otras transferencias como donativos provenientes de instituciones y las transferencias en especie, que disminuyeron en este periodo; pero a pesar de ello el balance fue positivo. Claramente los programas sociales de la administración de López Obrador están teniendo un impacto positivo en el ingreso familiar del 2018 al 2020, pues el cambio entre el 2016 y el 2018 de los beneficios provenientes de programas gubernamentales fue, de hecho, negativo un 21.1 por ciento.

Podríamos argumentar que estos beneficios de los programas sociales de López Obrador son totalmente positivos para las familias; sin embargo, a pesar de que en este 2020 pudieron haber contribuido para hacer frente a la crisis económica para cierto grupo de familias, quizá en el mediano y largo plazo no sea tan positivo.

Particularmente cuando hablamos del impacto que pueden tener en la creación de empleos formales, pues hay evidencia de otros países que sugiere que los beneficios prolongados generan dependencia y desincentivan el empleo.

El pasado 19 de agosto, el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo para el segundo trimestre del 2021, en donde muestra que en el segundo trimestre de este año se tuvo un incremento de 10.7 millones de personas ocupadas respecto al mismo trimestre del 2020; si bien, por si mismo estos datos son positivos pues implican que se está dando una recuperación de empleos perdidos, también es cierto que la mayoría de estos empleos se está concentrando en el sector informal de la economía, pues de los 55.24 millones de personas ocupadas en este trimestre del 2020, 31.024 millones se encuentra en el sector informal, es decir, el 56 por ciento son empleos informales.

En mi artículo anterior hice referencia a la relación que existe entre el tamaño de la informalidad laboral y el PIB per cápita de los estados en México, y ahora con los datos de los ingresos familiares que muestra la ENIGH podemos confirmar la misma relación. Es decir, los estados con mayores tasas de informalidad son los estados con menores niveles de ingreso familiar promedio.

Aún sumando al ingreso corriente de las familias los ingresos por percepciones financieras y de capital, el ingreso promedio mensual para los hogares en México en el 2020 fue de $17,930 pesos aproximadamente, y lo tres estados con los menores ingresos promedio en los hogares son Chiapas, Guerrero, Veracruz con $10,648, $11,993, $12,855 pesos respectivamente; que tienen tasas de informalidad del 74, 76 y 70 por ciento respectivamente. Pero los tres estados con los ingresos de hogares más altos en promedio son Nuevo León con $25,411, Baja California con $23,368 y Cd.

De México con $23,294 pesos mensuales con tasas de informalidad del 35, 36 y 46 por ciento, menores al promedio nacional. Sin duda es mejor crear cualquier tipo de empleo que no hacerlo, pero creo que se está perdiendo una oportunidad clave para crear una estrategia nacional apoyada por los estados y municipios para facilitar la creación de empleos formales, y que la recuperación de empleos después de esta pandemia sea de mejor calidad, impacte positivamente la productividad del país y abonen al presupuesto federal con impuestos y otros beneficios al sistema de salud, que gran falta hace.

Pablo de la Peña

Pablo de la Peña

Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno y director de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública, profesor del Tec de Monterrey de Economía y de Gestión Pública Aplicada.

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