New York Times Syndicate

Una máquina para hacer tu propia cerveza

Hasta hace dos años, las buenas cervezas artesanales eran productos escasos en Irlanda del Norte. Sin embargo, hoy existe Brewbot, una compañía que inició con poco presupuesto y mucha innovación. 

Hace dos años, las cervezas artesanales eran escasas en los bares de Irlanda del Norte. Más bien, las espitas estaban dominadas por megamarcas, como Guinness, Harp y Heineken. "Hasta las IPA (cerveza inglesa clara) eran muy raras en la región", recuerda Chris McClelland, quien dice que la situación está mejorando lentamente. "A veces, podías conseguirlas, pero gastabas mucho dinero. Estábamos muy constreñidos en lo que bebíamos".

McClelland fue el fundador de una compañía de diseño de productos llamada Cargo, con sede en Belfast. Tres de sus colegas y él estaban tan frustrados por la carencia de cervezas artesanales en la ciudad que empezaron a experimentar haciendo la suya, y hasta juguetearon con la idea de establecer una cervecería. En cambio, inventaron una máquina que facilita que cerveceros caseros, bares, restaurantes y hasta cervecerías comerciales hagan lotes reducidos de cerveza artesanal usando sus propios ingredientes y recetas.

El año pasado, McClelland y un grupo decidieron concentrarse exclusivamente en la cerveza y fundaron una compañía llamada Brewbot. Su principal producto es una máquina de fermentación, de madera y acero inoxidable, de 1.2 metros de ancho, 1.2 metros de altura y poco más de medio metro de profundidad, que produce lotes de casi 19 litros de cerveza. Se puede guardar en la cochera o, incluso, en una cocina grande.

Para las personas es una cerveza equivalente al café hecho en una cafetera en la casa, pero fomenta la creatividad y la experimentación. Para los negocios, es una forma de probar cervezas nuevas sin el costo de producir cantidades enormes.

Los clientes pueden diseñar sus propias recetas, pero también tienen acceso a las que ha creado o recopilado la compañía en cervecerías de todo el mundo, incluida la Russian River Brewing, en Santa Rosa, California; la Tiny Rebel Brewing, en Gales, y Galway Bay Brewery, en Irlanda.

Las máquinas se fabrican en Irlanda del Norte y se entregarán a los clientes a principios del 2015. La empresa asegura que ha recibido alrededor de 80 pedidos a un precio de entre 2 mil 300 y 4 mil 200 dólares; todavía no se fija el precio final al menudo.

La historia de Brewbot ilustra los retos y beneficios de ser un recién llegado a una industria bien establecida. Según Joseph B. Lassiter, profesor en la Escuela de Negocios de Harvard y director del Laboratorio de Innovación de Harvard, nunca es buena idea que los emprendedores entren en una industria totalmente en frío.

"Oyes que la gente dice cosas como: 'Porque no tenía ninguna experiencia en el negocio, no podía reinventarlo'", comenta. "En general, es una posición realmente estúpida. Más bien, lo importante es "tener suficiente conocimiento del sistema actual para saber cómo mejorarlo".

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En el caso de Brewbot, los cofundadores eran tecnólogos experimentados. McClelland, el director ejecutivo, había fundado anteriormente una compañía de aplicaciones para teléfono inteligentes. Considerando esa experiencia, la máquina tiene sensores que recopilan datos, como la temperatura del agua en el recipiente. Manda esa información a una aplicación para teléfono inteligente que le hace saber al cervecero cuándo es el momento para dar el siguiente paso, como agregar el lúpulo, por ejemplo. La máquina también está conectada a internet, lo que le permite comunicarse con otras Brewbots, así como que los cerveceros intercambien recetas y colaboren en ellas mediante la aplicación.

A PicoBrew, un competidor basado en Seattle, también la fundó un grupo de entusiastas de la elaboración casera de cerveza, dos de los cuales habían hecho carrera en el sector tecnológico. Su máquina fermenta alrededor de nueve litros y medio de cerveza por lote; el precio al menudeo es de mil 699 dólares.

Cuando experimentaban con la fermentación casera, los fundadores de Brewbot aprendieron mucho más sobre cerveza, incluido el por qué la gente la compra, cómo la bebe y cómo se hace.

Los integrantes del equipo Brewbot habían reunido un kit de producción usando cubetas de plástico y teteras, y, al igual que muchos cerveceros domésticos, hicieron a trompicones sus primeras tandas, llamaban a sus amigos para que los aconsejaran y estaban obsesionados con la temperatura de los ingredientes.

"Había mucho monitoreo y cuidados", dice McClelland sobre el proceso. "Dejábamos libres cinco horas para preparar una tanda de cerveza, pero se llevaba nueve horas. Era mucho esfuerzo para conseguir una tanda de cerveza". Y no tenían ni idea de a qué sabría.

Afortunadamente, les gustó. Lo mismo que a sus amigos y familiares con quienes la compartieron cuando iban haciendo más. Se supone que las cervezas artesanales se consumen poco después de que se hicieron. Enviarlas a lugares distantes puede comprometer el sabor y la frescura, así es que muchos cerveceros no tienen envíos. Y cuando lo hacen, los impuestos fuertes a la cerveza pueden hacer que comprarla sea caro.

Sin embargo, al deconstruir el proceso de fermentación y crear una red en la que los cerveceros pueden compartir recetas, Brewbot permite que los individuos y las cervecerías hagan cerveza que es posible que no puedan comprar en su lugar de origen. 

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Los fundadores e inversionistas ven valor en crear una comunidad en torno a la fermentación de tandas reducidas. "Jalas gente a este ecosistema y te aferras a ella, la comprometes muy profundamente", afirma Jason Seats, director administrativo de la empresa emergente de aceleradores Techstar, la cual invirtió en Brewbot. "Es como si fueras dueño de la lealtad de ese grupo, siempre que no traiciones su confianza", dice Seats.

Brewbot ha recaudado 1.5 millones de dólares en financiamiento y planea abrir una segunda oficina en el área de la bahía de San Francisco el año entrante.

Seats y McClelland dicen que ven que el negocio tiene el potencial de "democratizar" la elaboración de cerveza. Seats imagina a todas estas diferentes millones de variaciones, a la gente probando cosas distintas, innovando sus propias recetas y descubriendo unas realmente interesantes, y luego poder sindicar esos otros rincones del mundo". Agrega: "Es un concepto realmente excitante. Y eso es lo que nos hace megagrandes en términos de potencial".

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