New York Times Syndicate

Sequía marchita a Río Grande, alterando una región

Los bajos niveles registrados en el río Grande han propiciado que gobiernos y agricultores reduzcan su consumo de agua y busquen formas de producir el líquido; expertos alertan sobre los cambios en el clima que no permiten una acumulación de nieve y acelera el proceso de deshielo, por lo el panorama es desalentador.

FABENS, Texas - En mapas, el potente Río Grande serpentea a lo largo de 3 mil 040 kilómetros, desde las Montañas de San Juan en el sur de Colorado hasta el Golfo de México. Pero, en tierra, granjas y ciudades beben apenas un goteo antes de que llegue al canal que irriga la granja de Bobby Skov en las afueras de El Paso, Texas, a cientos de kilómetros del golfo.

Ahora, marchito por la histórica sequía que ha consumido a California y buena parte del suroeste estadounidense, ese goteo se ha vuelto casi un aliento húmedo.

"Ha empeorado de manera progresiva" desde comienzos de la década de 2000, dijo Skov durante un recorrido en camioneta por su extensión la semana pasada, pero dijo que su granja lograría salir adelante si la tendencia no continuaba. "Eso aún está por decidirse", dijo.

La garra de la sequía en California arranca todos los titulares periodísticos. Pero de Texas a Arizona y Colorado, la totalidad del oeste está bajo asedio por los cambiantes patrones del clima que han reducido la acumulación de la nieve, elevado temperaturas, fomentado evaporación y reducido represas a simas históricas.

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En una región que ha cambiado la tubería de sistemas pluviales enteros para construir ciudades y granjas donde no habrían florecido de lo contrario, la sequía es un desafío histórico y quizá perdurable. Muchos científicos dicen que esto es el presagio de una región oeste de EU más seca y calurosa de manera permanente que el calentamiento global va a causar más adelante en el siglo. Si efectivamente así sucede, la orden de racionamiento del agua emitida este mes por el gobernador de California, Jerry Brown, podría ser meramente una señal de los sucesos por venir.

Arizona, integrante de un acuerdo para compartir el agua del río Colorado entre siete estados, ya se está preparando para una reducción por primera vez en su historia de su asignación dentro de un par de años si la represa principal del río, el lago Mead, sigue cayendo por debajo de su nivel actual, históricamente bajísimo.

Desde que llegó al cargo hace dos años, la Secretaria del Interior de Estados Unidos, Sally Jewell ha elevado el manejo del agua en el oeste a una prioridad de la dependencia. "El desafío es sistémico y persistente a lo largo del oeste", dijo Michael Connor, el subsecretario del Interior, en entrevista. "Necesitamos infraestructura mejor, mejores formas de compartir agua y desplazar agua".

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Los peligros de la sequía están ampliamente de manifiesto a lo largo del río Grande (Bravo, del lado mexicano), donde una creciente sed ha puesto a prueba a agricultores, alimentado batallas ambientales en torno a la desaparición de peces e impulsado una disputa por derechos al agua entre Texas y Nuevo México hasta la Suprema Corte de EU.

Sin embargo, también se puede percibir atisbos de esperanza. Alburquerque, la mayor ciudad de Nuevo México a lo largo del río Grande, ha reducido su consumo de agua en una cuarta parte en 20 años, incluso al tiempo que su población ha crecido en un tercio.

Distritos de irrigación y agricultores - que, quizá, consumen 26 de cada 37 litros de agua del río - están recurriendo a la tecnología y la inventiva para dar uso a cada gota de agua que les dan.

John Fleck, periodista y académico en el Programa de Recursos del Agua en la Universidad de Nuevo México, quien está terminando un libro sobre el río Colorado, dijo que nadie debería descartar la gravedad de la penosa situación del oeste. Sin embargo, tampoco es necesariamente que termine arruinado.

"Todo esto de quedarse sin agua no es realmente una condena", dijo. "Cuando el agua escasea, los agricultores se vuelven muy astutos".

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Hogar indómito de inundaciones repentinas para esturiones y anguilas hace un siglo, buena parte del río Grande actualmente es poco más que un tubo creado con magnificencia - desviado, enderezado, represado, escurrido por canales, unido por túnel a la cuenca del río Colorado en el norte, rindiendo su último goteo en el sur a una zanja que abastece a agricultores cerca de El Paso. Solamente varios kilómetros más adelante es que tributarios mexicanos renuevan su travesía al golfo. Su razón de ser radica en sostener a la pujante sociedad a lo largo de sus márgenes.

Skov, de 44 años de edad, está en el final mismo de ese tubo. El canal que abastece a su granja intercepta al río Grande cerca del centro de El Paso y fluye a través del zoológico de la ciudad. Desde algunas partes de sus 600 hectáreas, donde atiende nogales y cultiva cebolla y alfalfa, dice en broma que él podría dar un golpe con un hierro nueve hasta el otro lado del yermo canal del río Grande, en México.

En un mundo perfecto, sus cultivos podrían consumir hasta poco más de 1.20 metros de agua en una temporada cultivo, y en tiempos de la descarga pluvial, hace 15 años, el canal le proporcionaba la mayoría de eso. "Solíamos tener doble cosecha: hacíamos lo de las cebollas y regresábamos con maíz después de eso", dijo. "Acostumbrábamos cultivar muchos chiles, muchos jalapeños. Cuando el agua era abundante, podíamos hacer muchas cosas".

Ese es un agradable recuerdo. Hoy día, Skov trabaja un quinto de sus campos, y el agua del canal que solía fluir de marzo a octubre llega en junio y desaparece apenas en agosto. Él compensa el déficit con poco más de 10 centímetros de agua tratada de la planta de drenaje de la ciudad y una profusión de salobre agua freática, llevada arriba por pozos que solían estar abandonados y que su abuelo había cavado, los cuales trajo a la vida de nuevo.

El agua salobre envenena a las plantas incluso al tiempo que las salva, reduciendo su producción casi en una quinta parte. "Menoscaba la germinación, el vigor de la planta, crecimiento, vigor de la raíz, absorción de agua; todo lo negativo que puede pasarle a una planta", destacó.

Pero, hay que considerar, que la alternativa es peor.

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A lo largo del oeste de Estados Unidos, la escasez de agua que plaga a agricultores y pobladores urbanos por igual comparte muchas de las mismas causas. Como el río Sacramento en California y el río Colorado en las Rocosas, el río Grande obtiene buena parte de su flujo de la nieve de la montaña que se derrite, y las acumulaciones de nieve se están volviendo menores y el derretimiento está ocurriendo más rápidamente.

La razón está en el aumento de las temperaturas. La Oficina Estadounidense de Reclamación, que maneja buena parte del agua en el oeste, informó en 2013 que las temperaturas promedio en la porción superior del río Grande, en Colorado y Nuevo México, subieron casi 2.8 grados durante los 40 años que terminaron en 2011; y pudieran subir otros cuatro a seis grados para 2100.

El aumento de 40 años, dos veces el promedio global, estuvo más allá de cualquier cosa vista en los últimos 11 mil 300 años. El calentamiento en el futuro "tiene el potencial de causa considerable daño ambiental y cambiar la hidrología de la región", se declaraba en el análisis de esta dependencia.

Un clima que se torna más caluroso convierte una parte de la nieve en lluvia e incrementa la evaporación y el índice de derretimiento de la nieve restante. Además, a medida que la sequía va empeorando, polvo y hollín de suelo seco y bosques que se queman cubren la nieve y absorben luz, acelrando el derretimiento.

Este mes, los meteorólogos de la rama federal estimaron que el derretimiento de la acumulación de nieve que alimenta los extremos norte del río Grande será de casi la mitad del promedio registrado en las dos décadas finales del siglo XX.

"Los últimos cuatro a cinco años, hemos registrado una tenue acumulación de nieve, derretimiento anticipado y clima realmente seco en la primavera", dijo Fleck, el periodista y académico. "El escurrimiento de primavera suele llegar a su cúspide a comienzos de mayo. Creo que pudiera haber llegado a su máximo en marzo de este año".

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Es probable que la situación empeore. Si bien reconoció que los pronósticos del clima son incierto, en el análisis que hizo la dependencia de reclamación en 2013 se concluyó que el río Grande pudiera perder casi un tercio de su agua para el final de este siglo.

Los expertos dicen que los usuarios de agua deberían dejar de pelear y empezar a prepararse juntos para un futuro mucho más seco". "En términos individuales, la cultura estadounidense de usar toda el agua que se desee tiene que parar", dijo Pat Mulroy, regulador veterano de Nevada y que es un destacado miembro en la Brookings Institution.

Con respecto a ese punto, cuando menos, tal parece que tejanos y habitantes de Nuevo México concuerdan. En muchos lugares a lo largo del río Grande, gobiernos y agricultores están tanto reduciendo su consumo de agua como encontrando innovadoras formas de producir más del líquido.

Por ejemplo, el distrito de irrigación de El Paso y la autoridad del agua están construyendo su propia cuenca de agua pluvial, de 161 hectáreas, y en 2017, la autoridad planea construir una planta de 82 millones de dólares para reciclar drenaje en 37.5 millones de litros de agua potable al día.

Actualmente El Paso usa menos agua por persona - alrededor de 487 litros al día - que cualquier ciudad en Texas. El uso por persona en Alburquerque, Nuevo México, que ganó un premio internacional en 2006 por conservación del agua, alcanzó un nivel históricamente bajo el año pasado.

John Stomp, el jefe de operaciones de la Autoridad del Agua del Condado de Alburquerque Bernalillo, dijo creer que con más esfuerzos de conservación y más cooperación entre usuarios del agua, los usuarios del rio Grande podrían soportar incluso un clima más árido de manera permanente.

Sin embargo, "no será fácil", agregó. "Nada con respecto al agua es fácil".

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