New York Times Syndicate

Palmira tras la masacre cultural de ISIS

ISIS retuvo Palmira durante un año y destruyó gran parte de las ruinas. El gobierno sirio con el apoyo de Hesbolá, Rusia y otras milicias aliadas, arrebataron a los extremistas, la ciudad con 2 mil años de antigüedad y patrimonio cultural de la humanidad.

PALMIRA, Siria. Cuando mi escolta de Hesbolá y yo entrábamos en la ciudad moderna alrededor de Palmira, nos recibió el cuerpo retorcido de un combatiente de ISIS, al que dejaron ahí a pudrirse bajo el sol.
Parecía que los perros lo habrían atacado después de las fuerza del gobierno sirio, respaldadas por milicianos leales, que los sacaron, a él y a sus camaradas, de la ciudad antigua después de casi un año de haber estado bajo control de ISIS.

En ese lapso, ISIS destruyó algunas de las ruinas de una civilización de hace dos mil años, que fue una mezcla de culturas romana, persa y local.

Donde estuvo alguna vez el impresionante templo de Bel en Palmira, ahora solo queda un arco de piedra que enmarca un rectángulo de cielo azul encima del desierto árido, a casi 260 kilómetros al noreste de Damasco, la capital siria.

Yo viajé a Palmira hace poco con miembros de Hesbolá, la milicia chiita libanesa aliada del presidente Bashar Asad de Siria, para ver lo que quedó de los tesoros arqueológicos de Palmira.

Al León de Alat, una estatua de 2 mil años de antigüedad de un león sosteniendo a una gacela en el hocico, lo derribó una equipo de demolición de ISIS. La nariz rota se había colocado al frente de una pila de escombros antiguos, con los dos grandes orificios nasales abiertos hacia el patio del templo.

Las explosiones emparejaron los muros de piedra y la mayoría de las columnas romanas que soportaban a los arcos de la puerta de la ciudad. Uno de los milicianos sirios que peleaba con Hesbolá observó que "habían arruinado a las ruinas".

En medio de las ruinas, escuchamos explosiones repetidas que salían del centro de la ciudad, donde se elevaban al cielo del desierto plumas de humo y polvo. Mi escolta de Hesbolá y soldados sirios explicaron que equipos para disponer de los explosivos estaban quitando las minas que dejaron detrás los combatientes en retirada de ISIS.

Había capuchas marrones, polvosas, regadas por todo el piso del anfiteatro romano, donde, teatralmente, gatilleros de ISIS escenificaron una ejecución en masa.

Encontramos remanentes de su brutal ocupación, que duró un año, por todas las ruinas de la celebrada ciudad.

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Los milicianos de Hesbolá con quienes viajé estaban ansiosos por mostrar que su grupo había ayudado a rescatar a Palmira, un sitio importante para el patrimonio cultural de la humanidad. Rusia, que brindó apoyo aéreo; el Ejército sirio, y otras milicias aliadas que ayudaron a combatir a ISIS reclaman, una parte del crédito de haber sacado a sus fuerzas de la ciudad.

Durante la ocupación, los combatientes de ISIS derribaron las puertas a lo largo de la antigua calzada romana de Decumanus Maximus. Columnas recién rotas con exteriores manchados revelaban los interiores de piedra blanca y yacían en montones de escombros junto a las que se habían caído siglos antes.

"Nuestros enemigos son tan estúpidos", dijo Mohamad Salem, un oficial de ISIS, en las afueras de Palmira, ubicada junto a la ciudad moderna de Tadmur. "Capturamos toda una ciudad y casas de ellos, y ellos recapturaron arena y destrucción".

El gran anfiteatro romano en Palmira seguía en pie, con las hierbas que crecían entre las ranuras del graderío, mismo que se construyó en el siglo dos. En una pared en la parte de atrás del escenario, gatilleros de ISIS habían trazado con tiza dos tiros al blanco rústicos. Pegados grupos de agujeros en las antiguas paredes de piedra mostraban dónde habían estado practicando tiro al blanco los extremistas.

Cuando estuve de visita, la puerta principal del museo de Palmira estaba cerrada con un pesado candado y había edificios gravemente dañados por las explosione en toda la ciudad.

Los expertos dicen que todas las partes en la guerra civil siria han participado en el saqueo de antigüedades. Vi un agujero cavado cerca de uno de los sitios antiguos, por donde se podía llegar a una cámara subterránea que pudo haber sido una cripta. Había pedazos de cerámica y fragmentos de huesos colocados sobre una piedra, como si la gente hubiese estado buscando artefactos bajo tierra.

A pesar de los esfuerzos de ISIS, no resultaron dañados muchos de los sitios antiguos de Palmira. La destrucción en las partes modernas de Tadmur fue muchísimo peor. Tiendas, cafés y casas en la ciudad parecían haber sido abandonadas, sin ningún signo de la otrora vibrante vida citadina de Siria.

Soldados sirios y milicianos aliados dijeron que si se les permitía retornar a los habitantes, los combatientes de ISIS podrían regresar con ellos e intentar reestablecer su presencia en la ciudad.

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