New York Times Syndicate

México pone más obstáculos en la ruta de los emigrantes

“La Bestia” era el camino hacia los Estados Unidos para emigrantes; a últimas fechas, el gobierno mexicano emprendió una serie de acciones para evitar que subieran al tren. Y aunque pareciera que la medida dio resultado, no se sabe cuánto tiempo podrá mantenerla México.

TIERRA BLANCA. Poco después de cruzar de Guatemala a México, el grupo de emigrantes hondureños divisaron a la policía arremolinada alrededor del tren de carga conocido como "La Bestia", que ha transportado al norte, en forma peligrosa pero confiable, a decenas de miles de personas, amontonadas en los techos y colgadas de los vagones.

Así es que caminaron entre los matorrales, a lo largo de las riberas de los ríos para evitar que los detectaran. Y luego caminaron más, 10 horas diarias durante varios días, sedientos y tan hambrientos que agarraban los peces que podían en los arroyos y frutas de los árboles.

"Teníamos hambre, así es que agarrábamos una naranja de un árbol y los dueños de la casa empezaban a dispararnos", contó José Antonio Alvarado, de 22 años, quien descansaba aquí, en Tierra Blanca, a 400 millas de la frontera entre Guatemala y México, mientras esperaba la salida de un tren.

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Apenas hace unos meses, los emigrantes como Alvarado cruzaban la frontera sur de México y se trepaban de inmediato a los trenes cercanos que se dirigían al norte. Sin embargo, bajo la presión de Estados Unidos y otros países centroamericanos, México dio un paso excepcional en las últimas semanas para detener la afluencia de emigrantes, bajándolos de los trenes, estableciendo más retenes en los caminos y haciendo redadas en hoteles y albergues para indigentes donde se congregan en su viaje al norte.

Es evidente que esas acciones no han detenido la emigración y, como muestra el grupo de Alvarado, la gente sigue determinada a subirse al tren, aunque sea más al norte.

Sin embargo, la cada vez mayor dificultad del viaje – junto con las altas temperaturas, el paso brioso de las deportaciones de centroamericanos y la campaña de relaciones públicas en la que se advierte que no los esperan visas en Estados Unidos – está entre los factores que podrían explicar por qué menos emigrantes cruzan ahora en el suroeste de Estados Unidos, con una disminución particular en la cantidad de niños que viajan solos o con algún pariente.

Se aprehendió el mes pasado a 3 mil 141 niños que viajaban sin padres, en la frontera entre Estados Unidos y México, una reducción de 70 por ciento respecto de junio.

Funcionarios de la Casa Blanca que apenas hace uno meses describieron el aumento en los inmigrantes como una crisis y batallaban para encontrar espacio para los detenidos, han tenido cuidado de no declarar que se resolvió el problema, cautelosos de que haya alguna afluencia sorpresiva.

Sin embargo, las entrevistas con inmigrantes, trabajadores de los refugios y funcionarios centroamericanos indican que ya se propagó en la región el rumor de que el viaje se está haciendo más difícil y que es posible que ni siquiera puedan cruzar México. Las autoridades mexicanas han deportado a más de 38 mil centroamericanos este año y ahora envían, con regularidad, autobuses y aviones llenos de detenidos a los países de origen. El grupo de Alvarado, en su mayoría hondureños que huyen de una pobreza profunda y peligrosas bandas criminales, incluía a solo un niño de ocho años de edad que viajaba con un hombre que se identificó como su padre.

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Funcionarios dijeron que se han bajado de los trenes cargueros a más de 6 mil personas en las últimas semanas y que, en el futuro cercano, los guardias fronterizos conducirán vehículos en las vías delante de los trenes para detectar a las personas que traten de subirse más adelante. Se van a renovar las vías para que los trenes puedan moverse con mayor rapidez, lo que podrá desalentar a la gente a tratar de treparse, y se tomaran medidas para prevenir que las personas saboteen las vías para que los trenes vayan más despacio.

Humberto Mayans, el funcionario de la Secretaría de Gobernación que dirige la campaña del control de la frontera sur, dijo que se tomaron esas medidas para salvaguardar a los emigrantes y reducir el caos que sigue cuando se apresuran a ir a las vías.

Cientos han quedado mutilados por las caídas o los criminales los han violado, robado o asesinado.

"Es una estrategia de respeto por los derechos humanos y protección del bienestar físico de los emigrantes", dijo Mayans en una entrevista reciente por radio. "No se les permitirá, de ninguna forma, abordar el tren carguero".

Sigue sin quedar claro si México podría sostener sus esfuerzos en la frontera sur; ya antes ha realizado operaciones similares, pero no a este grado.

Algunos políticos de oposición reclaman que México esté adoptando el enfoque de línea dura de Estados Unidos. Funcionarios gubernamentales responden que la estrategia para la frontera incluye visas para trabajadores temporales y visitantes de Guatemala, así como planes para medidas parecidas para los salvadoreños y hondureños, como parte de un esfuerzo más amplio para imponer el orden en la afluencia migratoria.

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Sin embargo, conforme los emigrantes encuentran la forma de evadir las nuevas barreras, México podría darse cuenta que, al igual que Estados Unidos, está metido en un prolongado juego del gato y el ratón con quienes cruzan las fronteras.

Tierra Blanca ha sido desde hace mucho un lugar donde los emigrantes dan el salto, y uno peligroso. La brutal banda criminal de los Zetas tiene aterrorizada a la zona, donde es frecuente que secuestre personas para obtener rescate por las amenazas de muerte, y exige que los emigrantes paguen una cuota para pasar por allí.

Por lo general, son dos los trenes que pasan por aquí a diario y quienes manejan los refugios dicen que siguen viendo a docenas de emigrantes abordo, a pesar de las medidas enérgicas más al sur. Hasta ahora, la policía no ha hecho redadas aquí.

La semana pasada, varios emigrantes trataron de abordar un tren petroquímico que se había detenido, pero empleados les hicieron señas para evitarlo. Les dijeron que el cargamento era demasiado peligroso, que esperaran al siguiente tren esa noche, lo cual hicieron.

"Sin importar qué tan difícil se ponga, ir al norte, siempre es más difícil de dónde somos", dijo Alvarado, quien describió la vida sin trabajo y amenazas constantes de las pandillas. "Así es que trataré de llegar al otro lado sin importar qué pase".

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