New York Times Syndicate

Masacre en altamar: en video, con testigos y no pasa nada

Altamar es el imperio de la impunidad y la violencia anónima. Como ejemplo, un video en que al menos cuatro hombres son asesinados y nadie investiga el caso.

PUERTO SHARJAH KHALID, Emiratos Árabes Unidos. El hombre que se bambolea en el mar levanta los brazos en una aparente señal de rendición antes de recibir un disparo en la cabeza.

En los siguientes siete minutos, se desarrolla una carnicería en cámara lenta. Otros tres hombres que flotan en el océano, algunos aferrados a lo que parecen los restos de un bote de madera, son rodeados por varios grandes barcos atuneros. Se disparan al menos 40 rondas mientras los hombres desarmados son liquidados.

Poco después, un grupo de hombres en cubierta que parecen ser miembros de la tripulación se ríen entre ellos, luego posan para autorretratos.


Pese a docenas de testigos en al menos cuatro barcos, esos asesinatos siguen siendo un misterio. Funcionarios judiciales se enteraron de las muertes solo después de que un video de los asesinatos fue encontrado en un teléfono celular dejado en un taxi en Fiyi el año pasado y publicado luego en Internet.

Sin cuerpos, sin víctimas identificadas y sin ubicación exacta de dónde ocurrieron los tiroteos, es poco claro cuál gobierno, si alguno, asumirá la responsabilidad de dirigir una investigación. Las autoridades pesqueras taiwanesas, que con la información del video, conectaron a un barco pesquero de Taiwán con la escena pero averiguaron poco con el capitán, dicen que creen que los hombres muertos eran parte de un fallido ataque pirata.

Pero expertos en seguridad marítima, advirtiendo que la piratería se ha vuelto una cubierta conveniente para arreglos de cuentas en ocasiones fatales, dijeron que es igual de probable que los hombres fueran pescadores locales en aguas disputadas, tripulantes amotinados, polizones arrojados al mar o ladrones atrapados robando pescados o carnada.

"Ejecución sumaria, tomarse la ley en propia mano, defensa excesivamente entusiasta, llámele cómo quiera", dijo Klaus Luhta, un abogado de la Organización Internacional de Maestros, Compañeros y Pilotos, un sindicato de marineros. "Esto se reduce igualmente a un caso de asesinato en el mar y una cuestión de por qué se permite que suceda".

Los océanos, surcados por más barcos que nunca antes, también tienen más armas y son más peligrosos que en cualquier momento desde la Segunda Guerra Mundial, dicen historiadores navales. Miles de marineros cada año son víctimas de la violencia, y cientos mueren, según funcionarios de la seguridad marítima, aseguradoras e investigadores navales.

El año pasado, en solo tres regiones, el oeste del Océano Índico, el sureste de Asia y el Golfo de Guinea frente a África Occidental, más de cinco mil 200 marineros fueron atacados por piratas y ladrones y más de 500 fueron tomados como rehenes, según muestra una base de datos creada por The New York Times.

ARSENALES EN EL MAR

Muchas embarcaciones mercantes contrataron seguridad privada a partir de 2008 a medida que los piratas empezaron a operar en extensiones más grandes del océano, superando las capacidades de vigilancia de los gobiernos. Armas y guardias en el mar son ahora tan ubicuos que ha surgido una industria nicho de arsenales flotantes. Las embarcaciones, en parte depósitos de almacenamiento, en parte barraca, se posicionan en áreas de alto riesgo de las aguas internacionales y albergan cientos de rifles de asalto, armas pequeñas y municiones. Los guardias a bordo esperan, en ocasiones durante meses en condiciones decrépitas, hasta su siguiente despliegue.

Aunque los ataques pirata a grandes barcos de contenedores han descendido significativamente en los últimos años, otras formas de violencia parecen generalizadas.

La violencia entre los barcos pesqueros se ha extendido y está empeorando. Las embarcaciones chinas y taiwanesas fuertemente subsidiadas están ampliando agresivamente su alcance, dijo Graham Southwick, presidente de la Asociación de Dueños de Barcos Atuneros de Fiyi. Los avances en los radares y el mayor uso de dispositivos de agrupamiento de peces han intensificado las tensiones conforme los pescadores son más propensos a agolparse en los mismos sitios.

"Las capturas se reducen, los temperamentos se encienden, la pelea empieza", dijo Southwick. "El asesinato en estos barcos es relativamente común".

La tasa de crímenes violentos en relación con los barcos pesqueros es fácilmente 20 veces más alta que la de los crímenes que involucran a buques tanque, barcos de carga o embarcaciones de pasajeros, dijo Charles N. Dragonette, quien dio seguimiento a los ataques contra marineros mundialmente para la Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos hasta 2012. "En tanto las víctimas eran indonesias, malayas, vietnamitas, filipinas, simplemente no europeas o estadounidenses, la historia nunca repercutía", dijo.

La violencia en el mar y en tierra se maneja de manera diferente, dijo Dragonette.

"En tierra, no importa cuán brutal sea la represión o cuán corrupto sea el gobierno local, alguien sabrá quiénes son las víctimas, dónde estaban, que no regresaron", dijo. "En el mar, el anonimato es la regla".

Las aguas cerca de Bangladesh ilustran por qué la violencia marítima frecuentemente es pasada por alto por la comunidad internacional. En los últimos cinco años, casi 100 marineros y pescadores han sido asesinados anualmente en aguas bangladeshíes y al menos igual número ha sido tomado como rehén en una serie de ataques por parte de pandillas armadas, según medios locales y reportes policiacos.

Los ataques armados han sido un problema ahí durante dos décadas, según analistas de seguros y de seguridad marítima. En 2013, los medios bangladeshíes reportaron el secuestro de más de 700 pescadores, 150 sólo en septiembre. Se reportó la muerte de 40 en un solo episodio, muchos de ellos con las manos y pies atados antes de ser arrojados por la borda.

El ex ministro de Relaciones Exteriores de Bangladesh, Dipu Moni, reprendió hace varios años a la industria naviera internacional y a los medios noticiosos locales y extranjeros por difamar al país al describir sus aguas como una zona de "alto riesgo" de piratería.

"No ha habido un solo incidente de piratería (en años)", dijo Moni en una declaración escrita en diciembre de 2011, y añadió que la mayor parte de la violencia frente a la costa de la nación involucraba robos y asaltos, más a menudo cometidos por "dacoits" (un término derivado de la palabra hindi para bandidos).

Esas afirmaciones se basan en una distinción legal entre piratería, que según el derecho internacional ocurre en alta mar o en aguas a más de 19 kilómetros de la costa, y robo, que involucra a ataques más cercanos a tierra.

En una entrevista, Mukundan Pottengal, director de la Oficina Marítima Internacional, que da seguimiento a la piratería en el mar y que es principalmente financiada por compañías navieras y aseguradoras, dijo que su organización no trata de determinar la ubicación exacta de los ataques o si son en aguas nacionales o internacionales, en parte porque estos detalles a menudo son refutados por los países.

"Si se les llama piratas o asaltantes es una distinción legal", dijo. "No cambia la naturaleza de sus acciones o el peligro para el barco o la tripulación cuando extraños armados suben a bordo de su barco".

CASO CERRADO

El video del asesinato de los cuatro hombres habla de la brutalidad de la supervivencia del más apto que es común en el mar, según una docena de expertos en seguridad que revisaron las imágenes. Especularon que un pistolero, bastante probablemente un guardia de seguridad privado, realizó todo el tiroteo.

El verano pasado, la policía en Suva, la capital de Fiyi, cerró su investigación sobre el tiroteo. Razonaron que el incidente no ocurrió en sus aguas nacionales, ni involucró a sus embarcaciones. Como no se habían reportado marineros de Fiyi desaparecidos, concluyeron que ninguno de sus ciudadanos estuvo entre las víctimas.

El video, que incluye a personas que hablan varios idiomas, muestra tres grandes embarcaciones que rodean a los hombres que flotan. Una cuarta embarcación, que registros marítimos indican es un atunero de propiedad taiwanesa de 725 toneladas llamado Chun I 217, pasa al fondo.

Lin Yu-chih, el dueño del Chun I 127, que sigue en el mar, dijo que desconocía si alguno de los más de una docena de otros barcos que posee u opera estuvo presente cuando los hombres fueron acribillados.

"Nuestro capitán se fue lo más pronto posible", dijo Lin, refiriéndose al escenario del tiroteo.

Lin declinó dar a conocer algún detalle sobre la tripulación del Chun I 217 o el reporte que dijo pidió escribir al capitán sobre los asesinatos después de que la policía de Taiwán contactó a su compañía. Lin dijo que los guardias de seguridad privados en sus barcos eran proporcionados por una compañía de Sri Lanka, de la cual no dio el nombre. La oficina del procurador de Taiwán, que está investigando el asunto, declinó hacer comentarios.

Tzu-Yaw Tsay, director de la agencia de pesca de Taiwán, sugirió que los hombres en el agua eran con gran probabilidad piratas que habían sido rechazados.

"No sabemos qué pasó", reconoció luego Tsay. "Así que no hay manera de que digamos si es legal".

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