New York Times Syndicate

Los conciertos poco ortodoxos de un gran pianista

El pianista David Greilsammer rompe las reglas cada que sube a un escenario. Su instrumento no produce los sonidos típicos de un piano; cuando presiona las teclas, se escuchan golpes secos y sonidos metálicos que acaban por formar una increíble armonía.

Se podría pensar que David Greilsammer es un técnico que repara pianos, pero no es así: se trata de un excelente y creativo músico de 36 años que toca el piano de una forma frenética y muy peculiar. 

Esta semana, el pianista nacido en Jerusalén ofreció un concierto en Le Poisson Rouge. Esta vez se trataba de la recreación de su disco más reciente de Sony Classical, una grabación reveladora bajo el título "Scarlatti: Cage: Sonatas", en la que alterna ocho de las sonatas barrocas para piano en un movimiento de Scarlatti, con ocho sonatas breves de la obra seminal de John Cage, "Sonatas and Interludes for Prepared Piano", compuestas a mediados de los 1940.

Greilsammer, de mezclilla y tenis, había llegado temprano para "preparar" el piano que usaría para las piezas de Cage. Ello implicaba pegar diversos tornillos, pernos, tiras plásticas, papel, ligas y unas cuantas gomas para borrar entre las cuerdas del piano como se especifica en las instrucciones de Cage.

La idea del compositor para arreglar el piano era convertir el instrumento en una especie de asombroso conjunto de percusiones. Cuando se las toca, las teclas no producen notas de verdad, sino ruidos sordos, golpes secos, sonidos metálicos acerados, destellos de un gamelán balinés y más.

Greilsammer ha tocado en auditorios, los conciertos completos para piano de Mozart, en una serie con la Orquesta de Cámara de Ginebra, dirigiéndose a sí mismo, y ha grabado varios de ellos en forma espléndida. Unos días antes de llegar a Nueva York, interpretó un programa críticamente aclamado con la orquesta sinfónica Saint-Etienne Loire en Francia, como solista y director, los conciertos Noveno de Mozart y el Cuarto para Piano de Beethoven. (También dirigió una sinfonía de Haydn).

Sin embargo, aquí estaba, en el club en el barrio Greenwich Village, consumido en la tarea de preparar el piano, que es más demandante físicamente de lo que se podría pensar. Separaba algunas cuerdas metálicas del piano mientras sostenía en la boca el siguiente tornillo que iba a usar. Colocar las ligas requirió un manejo quirúrgico de las pinzas.

Pude decirse que la preparación había resultado bien cuando Greilsammer tocaba una tecla, escuchaba el sonido sordo en un tono menor y parecía satisfecho.

En realidad, tenía dos pianos en el escenario: el que estaba preparando y el tradicional para Scarlatti. Durante la interpretación, usó un solo banco giratorio colocado entre los dos teclados frente a frente. Tocaba una sonata de Scarlatti y, apenas con una pausa, giraba y empezaba una de Cage. Este arreglo en el escenario parecía una metáfora de su credo artístico.

Greilsammer está intensamente interesado en la música contemporánea y ha tocado muchas piezas compuestas para él. No obstante, le han intrigado también las resonancias que escucha entre la música compuesta con siglos de diferencia.

Su primera grabación para Sony Classical fue "Baroque Conversations", que salió a la venta en 2012, con piezas para piano de, entre otros de los primeros compositores, Rameau, Couperina y Sweelinck (todos interpretados en el piano, claro), para enmarcar obras contemporáneas de Morton Feldman, Helmut Lachenmann y Nimrod Sahar, coronadas con la obra adecuadamente titulada "Whaam!" del compositor israelí Matan Porat.

Yuxtaponer a Cage con Scarlatti fue un proyecto por el mismo estilo. Y, como explicó el mismo Greilsammer en entrevista, esta mezcla hace que la gente se interese bastante en su trabajo. 

Al elaborar el programa Cage Scarlatti, no estaba haciendo "algún tipo de declaración intelectual obvia", aseguró. "Sólo fue una yuxtaposición entre dos mundos, dos sonidos que, posiblemente, podrían encontrar puntos de comparación y similitud".

Lo que es esencial, enfatizó, es que el artista crea en el programa con gran determinación, claro, esperando que el público escuche conexiones similares. "Estoy tratando de que las personas abran la mente a una propuesta, no a una verdad", dijo el músico.

En su nota del forro de la nueva grabación, argumenta en forma convincente que tanto Scarlatti como Cage fueron "inventores de sonidos, magos del ritmo, creadores de lenguajes nuevos que nunca antes se habían escuchado". Scarlatti compuso bastantes óperas y piezas orquestales. También escribió unas 550 sonatas en un solo movimiento, obras en las que abundan la experimentación armónica, las salpicaduras de danzas españolas y las extravagancias caprichosas.

En la grabación de Greilsammer y en su concierto explotó esa extravagancia. "Algunos de los conjuntos en estas sonatas", comentó. "Se podrían sacar de Bartok". Así los tocó, con sonido crujiente y ataques agudos.

No obstante, cuando se requirió, su técnica fue delicada, con virtuosismo reverberante y trepidantes notas repetidas. En las obras de Cage, sacó las texturas místicas y los ritmos suavemente insistentes, los bits de fanfarrias y florituras.

A últimas fechas, Greilsammer ha estado inmerso en ser director musical de una orquesta de cámara que fundó, la Camerata Ginebra, que acaba de terminar su primera temporada y anunció planes ambiciosos para 2015. Contaba con seguidores en esa ciudad debido a su trabajo con la Orquesta de Cámara de Ginebra y sus recitales. Un día, se le acercaron representantes de la Fondation Hans Wilsdorf, una prominente institución en Suiza, con la idea de llevar a cabo sus aventuras musicales con su propio conjunto.

La orquesta se presenta unas 35 veces por temporada, con muchas obras por encargo y programas creativos en los que se ha extendido la música medieval para abarcar a Stockhausen. Importantes solistas se han presentado con la Camerata, incluido el contratenor Andreas Scholl.
El conjunto se presenta regularmente en escuelas y hospitales, y tiene una serie de conciertos familiares.

1

1

También lee: