New York Times Syndicate

Helen Mirren vuelve al Palacio

La actriz británica de 69 años regresa a sus papeles de sangre real, ahora en "The Audience", donde interpretará a la reina Isabel II. "Mi trabajo es meterme en la persona que está dentro de ese mundo", asegura. 

LONDRES.– "Desgraciado". Así respondió impulsivamente la actriz británica Helen Mirren, vía correo electrónico y con algo menos que formalidad real, cuando se enteró que Peter Morgan había escrito una obra sobre la reina Isabel II, The Audience, y esperaba que ella la interpretara.

"Fue un día horrible para mí", explicó Mirren sombríamente, con una voz ronca que resonó en el cómodo salón de un hotel en el barrio de Clerkenwell aquí. "Y cuando leí la obra, mi corazón se detuvo: Yo estaba en el escenario durante dos horas".

Pero no fue principalmente la duración involucrada lo que la hizo reflexionar. Fue la idea de regresar a un personaje que ya le había hecho merecedora de tanta aclamación. Mirren ganó un aluvión de premios, más notablemente un Oscar, por interpretar a Elizabeth Windsor en la película de 2006 The Queen, que también, no incidentalmente, fue escrita por Morgan. Vestir esos trajes y sombreros sin estilo, y tomar esos bolsos de nuevo, quizá solo provocaría comparaciones poco favorables con su logro anterior. "Estaba decidida a no hacerlo", comentó.

Mirren, que ha sido excelente en la interpretación de mujeres formidables –quizá más memorablemente la dura detective Jane Tennison, en la amada serie televisiva Prime Suspect– resulta ser ella misma amistosa pero formidable, no el tipo de persona a la que se le convenza de hacer cualquier cosa que no quiera hacer. Ser fuertemente identificada con la interpretación de la monarca que más tiempo a reinado en Inglaterra no tenía gran atractivo.

"La película fue tan exitosa", recordó, con un poco de asombro. "Pero, para este momento, yo estaba tratando de escabullirse de ese papel. Fui a una lectura previa convencida de que al final diría no porque simplemente no es correcto para mí. No ahora ni en ningún momento".

Así que, ¿cómo es que Mirren terminó en The Audience en Broadway en Nueva York, después de protagonizar la producción en el West End de Londres en una temporada totalmente vendida en 2013, ante públicos exultantes, y con su primer Premio Oliver, como mejor actriz, coronando el pastel?

"Entré en la sala de ensayos", señaló con un leve suspiro. "Ahí estaba el grandioso diseñador Bob Crowley; ahí estaba Stephen Daldry, uno de los grandiosos directores de teatro; ahí estaba Robert Fox, el productor; y ahí estaba Peter Morgan. Y miré al equipo y me dije: 'No seas idiota. No puedes dejar todo esto'. Un equipo como este no se reúne a menudo".

En la mañana en que hablamos, Mirren llegó tarde, cansada y disculpándose, pero luciendo elegante en un vestido color trigo y botas negras. Su mañana había sido complicada, pues se vio envuelta en el tráfico cuando dejó a su esposo, el director de cine Taylor Hackford, en una estación de trenes cerca de su casa en Wapping, un barrio londinense al orillas del Támesis. Frustrada, la actriz había abandonado el auto y caminado hasta su casa, ante algunas miradas de franco asombro de parte de las personas que la reconocieron.

Podría haber postergado o reprogramado la entrevista, por supuesto, pero Mirren, al discutir sobre la mujer enigmática bajo cuya piel ha intentado meterse durante años, habló con particular admiración del sentido del deber de la reina Isabel. Evidentemente, tiene ella misma un sentido firme.

"Cuando interpreté a la reina mayor, fue a la reina más joven a la que estudié", dijo. "Había una escena en particular que encontré conmovedora y auténtica: Es una niña de unos 12 u 11 años, y está en uno de esos grandes autos negros. Sale con su abrigo y guantes, camina hacia un tipo enorme que usaba un sombrero de copa y muy gravemente extiende su mano".

"Se tiene esta sensación extraordinaria de que ella cumple con su deber, haciendo lo que se supone debe hacer", comentó. "Y en ese momento, ella no tenía idea de que iba a ser la reina. Con ese sentido increíble del deber fue como se sostuvo".

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Cuando Helen Mirren habló de su resistencia inicial, uno casi intuyó un sentido de la responsabilidad similar, que le instó a combatir el sentimiento: La reina le había hecho a Mirren un servicio (ese estante de trofeos), y Mirren retribuiría el regalo personificándola en escena con tanta integridad y conocimiento como lo hizo en la película.

Pero Mirren también vio otros atractivos al aceptar otra oportunidad en lo que fue quizá el papel que corona, ejem, su larga y distinguida carrera. Mientras que The Queen exploró las tensiones internas y la presión sobre la familia real tras la muerte de la princesa Diana, The Audience dramatiza la selección de las reuniones formales que la reina tiene –semanalmente– con el primer ministro británico. La película y la obra ofrecen perspectivas crucialmente diferentes sobre la mujer que está en su centro.

"La obra no es como la película en el sentido de que uno va a ir detrás de la cortina de terciopelo para ver a la mujer emotiva", señaló Mirren. "Se muestra en actitud formal todo el tiempo. Para mí, lo más asombroso es simplemente verla desde que era esa pequeña niña de 11 años hasta la reina actual", que tiene 88. (Mirren, de 69 años de edad, de manera convincente interpreta el papel cuando Isabel, a los 26, se reúne por primera vez con un primer ministro, nada menos que Churchill; en breves retrospectivas dispersas a lo largo de la obra, otra actriz interpreta a Isabel la princesa).

Y aunque el punto de vista de Morgan hacia Isabel en The Queen fue finalmente empático y respetuoso, con The Audience uno siente que se ha convertido en algo que se acerca al verdadero cariño. Como observó Mirren, "la obra es bastante ingeniosa; Isabel tiene un agradable sentido del humor seco en ella".

Así como Mirren habla de la reina –con respeto y estima–, así habla Morgan de Mirren.

"Ella y yo estamos algo aturdidos", dijo, en una entrevista telefónica. "Nos miramos uno al otro y pensamos: 'Aquí vamos de nuevo'. Pero en el minuto en que ella inició el ensayo, fue arrebatadoramente buena. Pienso que incluso estuvo mejor en la obra que en la película, y pienso que estará más fuerte en Nueva York de lo que estuvo en Londres. Es una actuación en evolución conforme se hace mayor".

"Se ha vuelto una especie de estadista ahora. La autoridad se ha profundizado", añadió.

Aunque el público británico para la obra estaba casi garantizado (y la obra regresa al West End esta primavera, con Kristin Scott Thomas como la reina), el apetito estadounidense por una obra que hurga en medio siglo de la política británica, densa de detalles sobre crisis que quizá no se hayan registrado fuertemente en Estados Unidos, sigue siendo un interrogante.

"Aun cuando no se tenga conocimiento del sistema o la cronología de los primeros ministros británicos", dijo Mirren, "la obra es muy divertida, y te da una creciente comprensión de lo que ha pasado y experimentado esta mujer. Esto se elabora en el transcurso de dos horas mientras uno va comprendiendo la variedad y la longitud del reinado de esta mujer".

La capacidad de esta actriz británica para infundir destellos de palpable emoción a un personaje cuyo papel público sigue siendo abrumadoramente poco emocional es, como enfatizó Morgan, un elemento crucial en el éxito de la película y la obra. Y aunque Mirren ha vivido mucho bajo una especie de reflector, sabe que hay un gran salto entre la experiencia de incluso ser la estrella que causa más admiración y la vida de la realeza, lo que hace el proceso de la comprensión aún más difícil.

"El mundo en que viven está mucho más allá de nuestra comprensión", señaló. Nunca se tienen que formar para nada. Nunca, para nada. Cada vez que salen a la calle, el tráfico es detenido a su paso. Es un mundo que no podemos imaginar. Son, en cierto sentido, extraterrestres. Pero dentro de eso, son los mismos seres humanos con defectos, inseguros, vulnerables y complicados que somos nosotros. Mi trabajo es meterme en la persona que está dentro de ese mundo".

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