New York Times Syndicate

¿Dejarías todo por ir a Marte? 660 personas sí

Los 660 semifinalistas para formar parte del programa de ‘Mars One’, tiene garantizado algo: que llegarán a Marte y que no regresarán a la tierra. Sólo se elegirán a dos hombres y a dos mujeres para que en el 2025 partan hacia el planeta rojo, vivan en cápsulas y cultiven vegetales en invernaderos.

Cuando el doctor Seth Shostak, un astrónomo que escanea el cosmos en busca de signos de inteligencia extraterrestre, pregunta a alumnos de secundaria cuántos de ellos quieren ir a Marte, se levantan todas las manos. Cuando pregunta cuántos preferirían diseñar robots para ir a Marte, bajan la mayoría de ellas hasta los escritorios.

Y cuando pregunta a públicos más amplios cuántos irían a Marte, aun si ello significara morir unas semanas después de haber llegado, invariablemente, encuentra voluntarios entre la multitud. "No los engaño", dijo Shostak, el director del Centro de Investigación SETI. "Las personas están dispuestas a arriesgarlo todo solo para ver a Marte, para caminar sobre la superficie de nuestro colega rojizo".

Su experiencia concuerda con lo que muchos dicen es un aumento en el entusiasmo popular por los viajes espaciales en general, y por una misión tripulada a Marte, en particular. Más bien, una misión humana: las mujeres, también, están totalmente de acuerdo.

"Me encantaría ir a Marte, claro que sí", dijo Pamela A. Melroy, exastronauta de la NASA que piloteó dos trasbordadores espaciales y fue comandante en una tercera. "Llegaremos", agregó. "Estoy muy convencida de que así será". Sin embargo, el cuándo y el quiénes serán "el nosotros" siguen estando bastante en el aire.

Un "mapa de ruta de exploración mundial", que prepararon la NASA y otras 15 agencias espaciales, contempla a un equipo, presumiblemente internacional, de astronautas que rebote sobre la superficie roja y helada de Marte para los 2030.

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MARS ONE, MARTE Y EL 2015

Compañías privadas, como SpaceX y Virgin Galactic, dicen que podrían llegar antes, o mejor. Entre los planes más audaces, aunque mucho más inverosímiles, hay uno de una empresa holandesa no lucrativa, llamada Mars One, que insiste en que aterrizará a cuatro personas en Marte – dos hombres y dos mujeres – para el 2025.

Como lo ven los líderes del proyecto, la tecnología necesaria para llegar y colonizar al planeta rojo ya existe, así es que ¿por qué no proseguir y empezar a cargar el camión de la mudanza? Hay un truco, dicen. Mientras que los planes de vuelo al estilo de la NASA están diseñados con base en el modelo de lanzamientos Apollo, de viaje redondo, el "uno" en Mars One significa, sin rodeos, solo de ida.

Para hacer que el proyecto sea viable y asequible, los fundadores dicen, no puede haber un regreso a la Tierra. Los aspirantes a colonos marcianos deben contar con que vivirán, y morirán, a millones y millones de kilómetros de la espléndida canica azul que todos los humanos anteriores a ellos, han llamado hogar. No obstante, el entusiasmo por el plan Mars One ha sido de proporciones de escuela secundaria.

El año pasado, la empresa anunció que buscaba colonos potenciales y que cualquiera mayor de 18 años podría presentar solicitud, tuviera títulos académicos o no. Entre los pocos requisitos que establecieron están: los candidatos deberán medir entre 1.50 y 1.90 de estatura, tener sentido del humor y ser "campeones de la tolerancia".

Enviaron solicitud más de 200 mil personas de docenas de países. Los gerentes de Mars One ya han reducido el grupo a unos 660 semifinalistas. Muchos expertos en el espacio y aficionados a Marte siguen siendo profundamente escépticos sobre las probabilidades de éxito del programa. Señalan que Mars One no construye cohetes, ni ningún otro equipo aeronáutico, como SpaceX. Ni tampoco tiene la cartera de magnates de Sir Richard Branson, de Virgin.

"No tomo para nada en serio a Mars One", comentó Andy Weir, el autor de "The Martian", una novela sobre un astronauta varado que lucha para sobrevivir en Marte, a la cual ingenieros y nerds de la tecnología espacial admiran tanto que la llaman "aptitud porno". "Siento que creen honestamente en lo que están haciendo", añadió, "pero no creo que tengan ninguna posibilidad de lograrlo".

Otros se han quejado de que el énfasis que pone el grupo en el proceso de selección de los colonizadores por encima de los detalles financieros o técnicos de la misión es poco más que un ardid publicitario.

Karen Cumming, de 52 años, una periodista canadiense y maestra que está entre los semifinalistas de Mars One, dijo que hace poco conoció al astronauta canadiense Chris Hadfield, quien obtuvo fama en la Estación Espacial Internacional por cantar canciones de David Bowie y mostrarle al mundo el comportamiento del agua a baja gravedad.

"Le dije quién era yo, y le pedí que me diera algún consejo", contó Cumming. "Me dijo: 'Sé implacable con tus preguntas sobre el equipo. La selección de los astronautas es la menor de tus preocupaciones'".

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MARTE, EL PLANETA MENOS HOSTIL

Los científicos concuerdan en que, de todos los lugares en el sistema solar donde podrían asentarse unos cuantos expatriados terrestres, Marte es el menos hostil. Es aproximadamente una sexta parte del tamaño de la Tierra, pero, dada la falta de océanos, su masa terrestre es casi igual a la nuestra. Rota a una inclinación de 24 grados, parecida a la de la Tierra, así es que tiene estaciones; la duración del día es similar a la nuestra, y el suelo tiene alrededor de dos por ciento de agua congelada, la cual, en teoría, podría derretirse y usarse.

La gravedad es de alrededor de 40 por ciento la de la Tierra – suficiente para evitar que sus habitantes tengan una grave pérdida ósea y muscular causada por prolongados periodos en el espacio exterior, pero con suficiente ligereza, dijo Norbert Kraft, el médico en jefe de Mars One, "para que quizá no te duelan las rodillas y desaparezcan tus arrugas".

No obstante, Marte sigue siendo un sitio prohibido y helado, con una temperatura promedio de menos 46 grados Celsius bajo cero y una atmósfera irrespirable de sólo uno por ciento la densidad de la de la Tierra, consistente, en gran medida, de bióxido de carbono.

Los colonizadores vivirían en hábitats artificiales tipo cápsula, cultivarían vegetales en invernaderos y obtendrían las proteínas de los insectos. Perdón, no habrá mascotas. Y si se planea salir – lo que sucederá con frecuencia para reparar la infraestructura aporreada por los crónicos vientos marcianos o para limpiar las plastas del eterno polvo marciano de los paneles solares _, se deberá usar el traje espacial en todo momento.

"No más olor a pasto fresco, ni al mar", dijo Melroy. "Renunciar a eso es algo muy importante". Otro sacrificio, dijo Stephen Guenther, de 46 años, un instructor de vuelo y desarrollador de programas informáticos en Colonia, Alemania, y semifinalista de Mars One, sería el sonido del silencio. "Siempre habrá algún sonido de fondo, porque tienen que funcionar los sistemas de soporte vital", dijo. "Si hay un verdadero silencio en Marte, es que algo anda muy mal".

Pero, en verdad quiere ir a Marte. "Todavía no cumplía un año cuando Neil Armstrong aterrizó en la luna", contó. "Estaba parado en el sillón, viendo la televisión, y mi madre no me podía alejar". Todo lo que siempre quise hacer en la vida fue volar e ir al espacio. "Saqué mi licencia de piloto antes que la de automovilista", expresó.

A los 62 años, Jan Millsapps, una profesora de cine en la Universidad Estatal de San Francisco, está entre los candidatos de más edad en la lista de Mars One. "Estoy en un momento de mi vida en el que estoy lista para una nueva aventura", dijo. "No siento estar huyendo de nada. Más bien, parece que me acerco a algo".

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