New York Times Syndicate

36 horas en Bilbao, España

El País Vasco ofrece increíbles atractivos turísticos para pasar un fin de semana inolvidable. No se deje llevar por la moda de ir a Barcelona o Madrid, mejor visite Bilbao, un verdadero tesoro español. 

Bilbao, en el corazón del país vasco, en el norte de España, fue puesto en el radar estadounidense en 1997 con la apertura del Guggenheim, el escamoso museo revestido de titanio que hizo famoso a su arquitecto, Frank Gehry. La ciudad, con una población aproximada de 350 mil habitantes, es una historia de éxito urbano que aún se está escribiendo, con mejoras en el transporte, espacios verdes, planes para renovar barrios olvidados y torres modernas que brotan junto a grandiosos iconos antiguos, éstos mismos relucientes luego de una pulida reciente.

1
VIERNES

4 p.m.

¡Súbase!

El Euskotren Tranbia es un bonito tranvía con forma de oruga plateada y verde lima que sólo recorre una línea, en dos direcciones. Es una forma excelente de ver esta pequeña ciudad (y su gente) sobre la margen izquierda del río Nervión, pasando frente al Guggenheim, y luego regresar al filo del compacto Casco Viejo medieval, en la margen derecha.

5 p.m.

Deambulando

Empiece en el distrito de Indautxu, en la tienda de diseño que está dentro del Azkuna Zentroa, anteriormente conocido como Alhóndiga Bilbao, un viejo almacén de vinos que ha sido transformado en un vasto centro cultural (cine, espacio para presentaciones, laboratorio de medios, gimnasio y cosas por el estilo) con un moderno interior conjurado por Philippe Starck. Párese bajo la piscina de natación del cuarto piso cuyo fondo transparente enmarca el improvisado baile de los que nadan por arriba. Después, serpentee al norte hacia la Calle del Doctor Nicolás Achucarro para explorar un grupo de boutiques independientes como Divina Martina, una tienda cool de vestidos con alfombras peludas, ganchos de alambre, iluminación indirecta y diseñadores chicos que aún no han llegado a Estados Unidos.

7 p.m.

Maestros y luminarias

A la sombra del Guggenheim se esconde el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Fundado en 1908, se ubica al borde del Parque Doña Casilda Iturrizar y cuenta con una colección de alrededor de 10,000 obras importantes de viejos maestros hasta luminarias vascas, como los escultores Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.

9 p.m.

Cccteles y pintxos

Puede comer y beber con los locales en un área residencial exclusiva cercana a la arboleada Gran Vía. Apretújese entre ellos (y entre sus bolsos de compras de la tienda departamental El Corte Inglés) en el bullicioso Bar el Globo para un tinto inaugural. A un par de cuadras, en el blanco y elegante Bitoque Gastrobar, pintxos imaginativos se exhiben sobre la barra en cajones volteados de frutas; también hay un menú de platos chicos, como pulpo asado y carnes maceradas, y abundantes cosas servidas por copa.

1
SÁBADO

9 a.m.

Entre pescaderos

En Europa, los mercados de comida pueden ser tan emocionantes como los partidos de futbol. El Mercado de la Ribera es extenso y conserva su gloria art decó en los bancos del río Nervión, que lleva al mar. El interior está lleno de luz, vidrio entintado y hermosas vistas, como anchoas recién fileteadas y perspectivas al Casco Viejo.

10 a.m.

Siete Calles

Las Siete Calles originales de Bilbao, una zona peatonal, se las ingenia para conservar su carácter antiguo e inspirar nuevas ideas. Mesas de café han brotado junto a la gótica Catedral de Santiago. Frente a un bar de esquina, los hombres lanzan fichas a la boca de un sapo de cerámica en el entretenimiento vasco del Juego de la Rana, mientras que las damas almuerzan en reconvertidos salones comedores de la planta baja de viejos edificios de piedra. Sobre la Plaza Nueva, mujeres con batas atisban por ventanas blancas cerradas mientras las palmeras dan sombra abajo. En la Calle Jardines está La Quesería, situado detrás de una hermosa vidriera tipo parisina iluminada con focos caseros.

1 p.m.

Almuerzo oculto

En España, el almuerzo es una comida importante, y Bilbao no tiene escasez de restaurantes buenos. Pero Mina se siente como un descubrimiento: ubicado en un distrito antiguo (Bilbao La Vieja), detrás de una puerta casi oculta, subiendo unas escaleras, en un pequeño y luminoso salón comedor con azulejos blancos, viveza escandinava y cocina abierta. Allí, Álvaro Garrido, su dueño y chef, prepara menús para degustar que le han ganado una estrella Michelin. Ordene el menú chico, que pudiera incluir langosta cocinada con azafrán, champiñones chicos y panza de cerdo, y conejo del mercado del otro lado del río, y verá por qué Garrido está ganando seguidores.

4 p.m.

La visita de museo esencial

Puede pasar todo un día en el Guggenheim, una flor de titanio que creció en un baldío industrial y que desencadenó la regeneración de la ciudad conocida como el Efecto Bilbao. No importa perderse en La materia del tiempo, el laberinto de acero oxidado de Richard Serra; un mundo de arte moderno y contemporáneo lo espera (como Motherwell, Anish Kapoor, Jenny Holzer). Use la excelente y a menudo graciosa guía de audio incluida con la cuota de admisión. Incluso si, digamos, la niebla como medio escultural no es lo suyo, la posibilidad de mirar gente rivaliza con Times Square.

8 p.m.

Platos chicos

Haga como los bilbaínos y salte de bar en bar probando platos chicos mientras anda sin rumbo fijo. En una calle residencial cercana a los encantados Jardines de Albia, donde las mujeres salen a caminar con perros terrier sobre caminos de ladrillo, el clásico Café Iruña cubierto de azulejos se aferra a las tradiciones, algunas bastante sabrosas. Vea los murales de su salón comedor y después regrese a la barra central para un emparedado de cordero. En La Viña del Ensanche hay mesas en una plaza peatonal frente a un edificio con forma de cubo de vidrio que contrasta marcadamente con las más espléndidas fachadas Beaux-arts y neoclásicas. Adentro, jóvenes profesionales adinerados escogen entre una gama de pintxos y muchos vinos españoles fantásticos.

11 p.m.

La del estribo

Ninguna noche está completa en España sin una copa del estribo. Haga que sea un gin-tonic en una terraza de azotea con vistas al río y a las luces de la ciudad. El bar en la cúspide del Silken Gran Hotel Domine se siente un poco como club exclusivo. Desconocido para los turistas, es el reino de negociantes, parejas sexis y raras veces gente famosa.

1
DOMINGO

10 a.m.

Un paseo revelador

Una caminata sobre el río, desde el parque República de Abando hasta el Puente Zubizuri, muestra a Bilbao en su transformante gloria: nuevos edificios comerciales yuxtapuestos con remanentes industriales, espacio verde donde no hace mucho nada crecía, residentes corriendo o andando en bicicleta con dirección a la extensión con cordones blancos que Santiago Calatrava construyó del otro lado del estuario que atraviesa la ciudad.

2 p.m.

15 platos

Una comida en Azurmendi está destinada a quedarse grabada en la memoria. En las faldas de la ciudad, cerca del aeropuerto diseñado por Calatrava y que parece un búnker de James Bond, el restaurante de tres estrellas Michelin yace al final de un oscuro camino de entrada en una colina empinada. El almuerzo empieza con un recorrido que incluye el jardín, donde crecen puerros y chiles, y el invernadero engalanado con flores. Después viene un picnic de pintxos, txakoli (el vino efervescente producido en el norte de España) y una mirada a la cocina de acero inoxidable. Después lo llevan a un salón comedor con paneles de madera y mesas suficientemente separadas entre sí para sentirse sociables y privadas. El chef Eneko Atxa es un tipo modesto cuya comida habla donde las palabras le fallan. Conozca su Bloody mar, una conocida aunque deliciosamente exótica copa de puré de tomate.

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