New York Times Syndicate

36 horas en Belo Horizonte, Brasil

Esta ciudad capital del Estado de Minas Gerais se ha convertido en una de las ciudades más visitadas del país. Con una oferta cultural variada y una rica gastronomía, Belo Horizonte es, sin duda, uno de los destinos que debes visitar si viajas a Brasil. 

La alegre capital industrial de Minas Gerais, el segundo estado más poblado de Brasil, siempre ha atraído hordas de visitantes; esto es, del tipo que cargan portafolios y computadoras portátiles.

Pero más y más viajeros por placer han estado parando de camino a uno de los nuevos atractivos más seductores del mundo: el Instituto Inhotim; el renovado estadio de futbol Mineirão; un conjunto de museos nuevos; un número casi abrumador de opciones de vida nocturna, y nuevas y viejas interpretaciones de cocina estatal reconfortante para el alma son parte de su encanto.

1
Viernes

3 p.m.

BRILLO DEL MUNDIAL

Aproximadamente 300 millones de dólares es lo que se necesitó para convertir el estadio de futbol de Belo Horizonte, de 1965, el Minas Arena, en una moderna belleza del siglo XXI. El recorrido ofrecido en inglés (8 reales, o 3.7 dólares a un tipo de cambio de 2.2 reales por dólar) lo llevará por los vestidores, áreas de calentamiento y bajo el techo translúcido (siga con un vistazo a algunas de las primeras creaciones del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer alrededor de la laguna de Pampulha, incluyendo la iglesia de San Francisco de Asís).


8 p.m.

ELEGANCIA CASERA

En el distrito de Santa Tereza, cene en Birosca S2. Su vibra es informal y tiene la intención de evocar la sensación de una "casa da vó" (casa de la abuela), con muebles que siguen ese patrón. Pero la metáfora se atasca a menos que la abuela fue a una escuela de cocina de fantasía, donde aprendió a preparar platos de temporada como una elegante pata de cordero acompañada con un artístico embadurnado de salsa hecha con guapurú. Un plato casero del menú (bruschetta preparada con carne enlatada, aderezada con una llovizna de aceite de oliva y salsa de barbacoa preparada con picante salsa biquinho) no se encuentra comúnmente en restaurantes. La cena para dos, sin bebidas, 120 reales.


10 p.m.

BARES, NO PLAYAS

Belo Horizonte es una capital del interior, hecho a menudo utilizado para justificar sus hábitos de beber. "No hay playa, vamos al bar" (en portugués rima). Los bares brasileños son lugares para sentarse frente a una mesa con amigos, conversando mientras se pasa la noche. Para interminables opciones de cachaça artesanal, el licor brasileño de caña de azúcar, vaya a Bar do Antônio (Pé de Cana), o a Mercearia 130, si quiere un paisaje más moderno, bullicioso y alegre. La comida inventiva de bar también es algo que se da por sentado; debido en parte a la alocadamente popular competencia de platos de bar Comida di Buteco, que dura todo el mes y que ha aumentado la apuesta (la 15 edición termina el 11 de mayo).

1
Sábado

11 a.m.

DESAYUNO-ALMUERZO

Belo Comidaria se ve como un lugar moderno. una clientela mañanera elegantemente desaliñada, decoración de comedor retro con sillas disparejas, el aroma de panes y pasteles recién horneados y un pizarrón que enlista los proveedores de pequeña escala que surten la mantequilla, frutas y carne de res del lugar. Quédese para los dos platos bebiendo leite queimado (3.50 reales, literalmente leche quemada) y mascando un emparedado abierto de tomate con albahaca sobre un pan con consistencia de pastel (8 reales). Cuando el reloj marque las 12, preste interés al menú del almuerzo, como paleta de cordero con arroz quemado de coco e hinojos (61 reales).


1 p.m. 

CENTRAL DE MUSEO

El gobierno estatal de Minas Gerais desertó los edificios de ornato de cambio de último siglo, para mudarse a un moderno complejo diseñado por Niemeyer en las faldas de la ciudad. Mansiones y algunos edificios circundantes fueron transformados en museos e instituciones modernas, conocidos colectivamente como el Circuito Cultural Praça da Liberdade.

Es un distrito de museos como ningún otro de Brasil, siendo su componente más notable el Memorial Minas Gerais Vale, un museo de alta tecnología localizado en el viejo Departamento del Tesoro donde tres pisos (conectados por una regia escalera con alfombras rojas) están dedicados a la literatura, arte e historia de Minas Gerais. El Museu das Minas e do Metal, en el antiguo Departamento de Educación, es un entretenido tributo bilingüe de alta tecnología a lo que desde hace siglos ha sido la base económica del estado (y fuente de su nombre), y el Centro de Arte Popular Mineira (en un ex hospital pediátrico, frente a la plaza) dedica cuatro pisos a todo tipo de cosas, desde bordado hasta artísticos utensilios de cocina.

4 p.m.

CACHAZA Y QUESO

La sobreabundancia de queso, postres, cachaça y otros productos y recuerdos tradicionales en el Mercado Central de Belo Horizonte deberían impresionar. Interminables variedades de doce de leite (dulce de leche) se sirven en frascos o por kilo; la amplia gama de marcas de cachaça del estado puede encontrarse aquí; y luego también están el queso, el queso y el queso. Busque el puesto que se llama Laticinios Tupiguá para probar el queijo da canastra cubierto con trozos de pimiento rojo, un queso que durante mucho tiempo tuvo prohibido cruzar líneas estatales debido a directrices agrícolas brasileñas.


8 p.m.

CERDO PRENSADO

El Trindade es sencillo y sin pretensiones. El menú va desde platos brasileños de origen africano, como moqueca (guiso de mariscos con leche de coco del estado de Bahia) hasta confit de bacalao salado inspirado en el pescado favorito de sus colonizadores portugueses. También hay ingredientes favoritos de Minas Gerais servidos en formas reconociblemente extranjeras, como el porco prensado: vientre de cerdo tratado a la Gordon Ramsay, prensado y cocido a fuego lento. La cena para dos, sin bebidas, 160 reales.


11 p.m.

VÍA BERLÍN Y BUDAPEST

Berlín y Budapest han enseñado al mundo que no hay mejor lugar para una fiesta que un edificio viejo decrépito; esa es la idea detrás del Mercado das Borboletas, o Mercado de Mariposas, el nombre que se da a las fiestas que se celebran en un complejo de casas editoriales y otros negocios que ha visto mejores días. En un nivel superior, que ha caído a un casi completo estado de descomposición, paredes cubiertas de graffiti y pisos disparejos de concreto hacen de salón de baile, con música variando todas las noches, desde funk brasileño hasta electrónica.

1
Domingo


8 a.m.

ARTES Y PALMERAS

Alquile un auto un día antes para que pueda hacer el viaje de más de una hora sobre la interestatal BR-381 para llegar a la tierra de fantasía artística botánica conocida como Inhotim, a la hora en que abre: a las 9:30 a.m.

De paso, sacúdase toda noción de cómo debería ser un museo de arte, a menos que sus nociones incluyan a poco más de 111 hectáreas de patio de juego para adultos con instalaciones que van desde las simplemente provocadoras hasta las que lo harán bailar, tomar una siesta y hasta zambullirse (hay dos obras de arte "nadable"). Agréguele un iglú con luces estroboscópicas, un velero invertido y obras de artistas brasileños e internacionales como Hélio Oiticica y Matthew Barney, instaladas entre mil especies de palmeras.

2 p.m.

BUFET CAMPESTRE

Basta de esa interpretación moderna de la cocina de campo; es hora de la propia cocina campirana. Restaurantes de campo con ollas burbujeando sobre estufas a leña son un clásico de la experiencia en Minas Gerais, así como los postres caseros. Tome el elevado camino lento de regreso para salir de Inhotim a través de la ruta que lleva a Alberto Flores, buscando letreros de Córrego do Feijão, una diminuta comunidad que cuenta con un restaurante que se llama Casa Velha.

Ahí, el equipo de esposos Fernando Ribeiro (el afable acomodador) y Suely Ribeiro (la habilidosa chef) han creado un festín tradicional de Minas de auto servicio. Pruebe la paleta de cerdo delantera, pollo estilo campo, farofa (harina de mandioca tostada) con tallos de col rizada, chicharrón de cerdo realmente crujiente y, por supuesto, arroz y frijoles y otros clásicos brasileños. Siéntese adentro o lleve su plato a las angostas mesas de día de campo de dos tablones situadas en la parte de atrás. El servicio es tan tradicional como las tazas clásicas de café. El bufet cuesta 41 reales.

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