New York Times Syndicate

36 horas en Belfast, Irlanda del Norte

Europa no es sólo París, Roma o Berlín. La capital de Irlanda de Norte es ideal para vivir unas vacaciones fuera de lo común, siempre contagiadas de ese ambiente tradicional y local que tanto caracteriza a este país, cuya gastronomía, por cierto, es deliciosa. 

Evitada, subestimada o simple y sencillamente olvidada, Belfast ha estado luchando contra la mala reputación durante medio siglo.

Sin embargo, también ha estado desarrollando un vibrante paisaje de restaurantes, arquitectura ganadora de premios y un nuevo cosmopolitismo, aunque los desayunos fritos y una conciencia intensificada del conflicto sectario siguen siendo parte integral del día de la mayoría de los residentes.

La cordialidad de la gente es lo más atractivo en esta pequeña y muy caminable ciudad.

1
Viernes

1:30 p.m.

Almuerzo con vista

Inicie almorzando en Robinson & Cleaver, un restaurante nuevo situado en lo que era un almacén de ropa blanca y tienda departamental del siglo XIX. Las tablas para compartir Taste of Ulster, con selecciones de salmón ahumado, caballa asada, queso Oakwood y pan de trigo son perfectas para probar comida local. Encuentre un lugar en la terraza que mira al florido Ayuntamiento eduardiano. A su derecha yace el imponente Edificio Scottish Provident, una construcción de piedra arenisca del periodo victoriano tardío que actualmente está sufriendo una metamorfosis para convertirse en un centro de negocios de alto nivel. El almuerzo para dos cuesta alrededor de 30 libras, o 44 dólares a un tipo de cambio de 1.47 dólares por libra.

3 p.m.

Botánica y contexto

Recorra los Jardines Botánicos de Belfast, compuesto por poco más de 11 hectáreas de árboles y céspedes verdes cerca de la Universidad Queens. Pare en Palm House, un invernadero victoriano de estructura curva de hierro y cristal igual de hermosa que la abundancia de plantas exóticas que crecen adentro. Emerja de los jardines en el Museo Ulster (admisión gratuita), un espacio bien diseñado con exhibiciones de historia norirlandesa, natural y arte.

5:30 p.m.

Joya de la corona

The Crown Liquor Saloon es un tesoro: un palacio victoriano de ginebra que ha sido restaurado por su dueña, la Fundación Nacional. Todas las cosas se ven como si hubieran salido directo de una película de época, desde los saloncitos (mesas semiprivadas aisladas por paredes a media altura) y la barra roja de granito, hasta el antiguo sistema de campanas para llamar al personal. Ordene una pinta de Guinness (3.9 libras) y vendrá con un trébol en la espuma. Observe la calle y verá el Europa Hotel, conocido durante un tiempo como "el hotel más bombardeado de Europa".

7:30 p.m.

Desde el mar

Aunque Irlanda es una isla, con mucha frecuencia su mejor marisco es exportado y el resto se queda en casa a precios excesivos. No obstante, Mourne Seafood Bar ha ganado reputación durante ocho años sirviendo pescados y mariscos locales de alta calidad. Reserve con anticipación para cenar y darse un festín de ostiones traídos del vecino Carlingford Lough, junto con langostinos frescos, salmón, langosta y golosinas más elaboradas como pimientos poponcini rellenos con mayonesa de carne de cangrejo y ensalada de berro. Cena para dos, alrededor de 70 libras.

1
Sábado

10 a.m.

Desayuno de campeones

El debate sobre dónde comer el mejor Ulster fry en Belfast es de nunca acabar, pero Bright's es uno de los principales contendientes. Este restaurante sencillo sirve lo básico (pescado y papas fritas, huevos y frijoles) a clientes locales que atestan el lugar. Ordene el Bright's fry (3.50 libras), un plato repleto de huevos, salchichas, pan de papa, pan de soda, tocino y morcilla, junto con champiñones y tomates asados como gesto (insignificante) de conciencia de la salud. Acompáñelo con abundante té de las ubicuas ollas de acero rutinarias y estará listo para el día.

11 a.m.

Taxis y problemas

Aunque Los Problemas pudieran parecer parte del pasado de Belfast, el turismo relacionado está vivito y coleando. Visitar las áreas más afectadas es esencial para entender la tensa historia de la ciudad. Los "recorridos en taxis negros" de 90 minutos (alrededor de 30 libras por hasta tres personas, cuota adicional por más) llevan a los pasajeros por las calles Falls y Shankill Roads, católica y protestante, respectivamente, que siguen siendo fuertemente sectarias.

Los choferes también hacen comentarios sobre Los Problemas y explican el significado de los numerosos murales políticos que tan claramente dividen los vecindarios. El nacionalista irlandés Bobby Sands es un clásico de los murales católicos, mientras que imágenes terroríficas de paramilitares con pasamontañas y ametralladoras son populares en áreas lealistas. Muchas compañías ofrecen recorridos en taxis negros; pare en el Centro de Bienvenida Visite Belfast, sobre la Plaza Donegall, para pedir folletos.

1 p.m.

Catedrales y cerveza artesanal

El Barrio Catedral es el vecindario más de moda y sus calles adoquinadas albergan animados restaurantes, pubs y centros de arte. Empiece con la Catedral de Santa Ana (admisión, 5 libras), un edificio románico del cambio de siglo con dos características peculiares: los mil cojines de colores para arrodillarse bordados a mano por mujeres de la iglesia desde 1950, y el Chapitel de la Esperanza, una punta de acero inoxidable de 76 metros de altura que perfora el techo y que fue incorporada en 2007. Ahí cerca está Hadskis, escondido en el diminuto Patio Comercial que abrió a finales de 2013 con énfasis en ingredientes locales. Siéntese en la larga barra que mira a la cocina abierta para un almuerzo de faisán, cebada perlada y rábano con una guarnición de campeón (un giro irlandés del puré de papas), acompañado con una Headless Dog o con una Titanic Quarter, ambas cervezas artesanales de la norirlandesa Hilden Brewing Company. Almuerzo para dos, alrededor de 50 libras.

4 p.m.

Arquitectura y artes

El Centro Metropolitano de Artes (MAC, por su sigla en inglés), uno de los mejores ejemplos del nuevo y más sofisticado Belfast, de entrada gratuita (las presentaciones requieren comprar boletos), es una impactante torre asimétrica de ladrillo y piedra volcánica que alberga siete pisos de galerías con techos altos y rincones de lectura ingeniosamente diseñados. No obstante, el verdadero atractivo es la siempre cambiante lista de exhibiciones y presentaciones en vivo.

5:30 p.m.

Tragos en el Duke

Partiendo desde Hadskis, en el otro extremo del Patio Comercial está el pub Duke of York, donde un joven Gerry Adams, líder de Sinn Fein, atendió el bar en la década de 1960. Beber al aire libre es una tendencia creciente en Belfast, y el Duke reclama una franja encantadora de callejón con paredes de ladrillo, jardineras y bancas. Es un lugar predilecto entre los locales, y vale la pena atravesar caminando el callejón hacia el estacionamiento para echar un ojo al mural de celebridades locales. Si el clima no permite sentarse afuera, llévese adentro su Guinness (3.7 libras), donde las paredes y techos están cubiertos de vieja publicidad de cerveza stout y whiskey.

7:30 p.m.

Menú de temporada

Bien situado en la cima del paisaje culinario de Belfast está OX, que abrió en marzo de 2013. La ex tienda de azulejos cuenta con masivas ventanas de vidrio laminado que miran al río Lagan, y un menú que iguala la decoración en simplicidad y modernidad. Las noches de los viernes y sábados son exclusivas de menú degustativo (110 libras, para dos personas): cinco platos de temporada con énfasis en verduras, como sopa de haba y hojas de rábano, y cordero de los Mourne con espelta, seta girolle y betabel. Con apenas 40 asientos, es mejor reservar con anticipación.

1
Domingo

11:30 a.m.

Recorra el Titanic

Titanic Belfast (admisión, 15.5 libras) está a 20 minutos caminando o a un viaje muy corto en taxi desde el centro de la ciudad hacia el recién inaugurado Barrio Titanic. Las cuatro alas del museo están diseñadas para verse como cascos de barcos de alta tecnología, cubiertos con trozos de aluminio cromado plateado. Abrió en 2012 para conmemorar el centenario del hundimiento de este barco construido en Belfast. Las exhibiciones son impresionantemente detalladas, desde los camarotes recreados hasta las historias personales de los constructores, meseras y huéspedes. También esencial es la proyección interactiva de los planos del barco y el Paseo por el Astillero, un recorrido narrado estilo parque de diversiones que resulta entretenido no sólo para chicos.
36 horas en Belfast, Irlanda del Norte
bajo las estrellas. Tomar un trago al aire libre es una tendencia en la capital norilandesa

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