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"Siempre cae agua dos veces al mes; con el recorte nos fue mejor"

Vecinas de la delegación Tlalpan aseguraran que para ellas la contingencia de agua es un modo de vida, que las ha orillado a hacerse de un parque de cubetas y a organizar horarios para lavar y tallar; algunos hasta lo consideraron una burla. 

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando se les pregunta a doña Manuela Fuentes y a su hija Liliana si el recorte de agua, que terminará hasta el viernes 5 de febrero, les afecta, sueltan una carcajada. Se ríen porque el agua llega aquí dos o tres veces al mes, para ellas la contingencia es un modo de vida, que las ha orillado a hacerse de un parque de cubetas y a organizar horarios para lavar y tallar.

Viven con 13 miembros de su familia en la última calle de la ciudad, Ferrocarril de Cuernavaca, en los límites del Ajusco, en Tlalpan.

Están acostumbradas a desvelarse y correr si en la madrugada escuchan a las tuberías sacudirse. Saben que sólo serán dos o tres horas. Llenan tinaco, botes, cubetas, tallan ropa y lavan trastes. Los siete niños de esta casa de tres familias pueden entonces bañarse antes de ir a la escuela. Todo un privilegio.

Hacía una semana que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) anunció el corte del suministro, del 28 de enero hasta el 5 de febrero.

Ahora, con el recorte nos fue mejor, nos mandaron el miércoles para apartar. Tuvimos agua después de dos semanas que no caía, cuenta Manuela de 74 años

Cuando la delegada Claudia Sheinbaum ganó la demarcación recorrió el barrio. Prometió agua potable, pero advirtió que para obras de drenaje no había dinero.

Han pasado cuatro meses y nada. Las pipas no llegan hasta allá, a pesar de que en la ciudad circularon. Tantas, que hasta políticos como Mauricio Toledo, diputado local del PRD, aprovecharon para promover su imagen. El agua también se politiza.

Para algunos el desabasto fue una falsa alarma. Antes de darse cuenta de que el agua no faltó como se esperaba, los ciudadanos abarrotaron las tiendas. Éstas se aprovecharon. Ofrecieron garrafones, cubetas y tambos al por mayor.

Otros vecinos de Iztapalapa, Ramos Millán, pegaditos a Chalco, o los de Tláhuac –a los que siempre les falta– usaron el agua extra para almacenar para más tiempo. Las escuelas de Tlalpan, Magdalena Contreras e Iztapalapa pidieron pipas para mantenerse abiertas. Lo mismo pasó en oficinas y restaurantes en Insurgentes y Periférico.

Roberto Ramírez, director general de la Conagua, recorrió el viernes las instalaciones del Sistema Cutzamala. Ahí, 800 personas maniobraban para cambiar uno de los tubos de la línea 2 del acueducto, el más dañado por la corrosión.

"Es como un coche, hay que darle su afinación para que nos dure", dijo Ramírez de la Parra. Una afinación para un sistema que bombea agua desde Michoacán hasta la Ciudad de México con una capacidad de 19 mil litros por segundo.

A Silvia Álvarez se le pasó el anuncio. Vive en la colonia Barrio Nextengo, en Azcapotzalco. No sabía que no iba a tener agua durante cinco o seis días esa semana.

La única advertencia que leyó fue en la entrada de su edificio, pero usarían las cisternas de su edificio que está en la calle Centenario.

Al contrario, los vecinos de San Ángel se prepararon de más. En las colonias del Parque Hundido y en Polanco tampoco se reportaron problemas de suministro. Los jardineros de casas de Lomas de Chapultepec pudieron regar el pasto.

"Se me hace una pinche burla", dice Virginia Ortega, de Iztacalco, mientras enseña su recibo de 712 pesos bimestrales por cobro de agua.
Desde hace un año, la Agrícola Oriental tiene agua cada tres días, con baja presión y con tierra.

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