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Sequía amenaza producción de vino en Baja California

Tan sólo en Ensenada, Baja California, hay unas 3 mil 231 hectáreas destinadas a la cosecha de uva y toda va a la producción de vino, la cual está amenazada por la sequía extrema en el estado.

La sequía extrema que prevalece en Baja California desde hace más de 30 meses, ha generado cambios en los sistemas de riego en municipios como Ensenada para adaptarse a las circunstancias y que la producción no sea la misma para cierto tipo de cultivos, según refirió el doctor Salvador González Andrade, profesor investigador del departamento de estudios Económicos del Colegio de la Frontera Norte (COLEF).

En el caso de uva, la principal zona productora es el Valle de Guadalupe, además del Valle de Mexicali, región de Tecate, Valle de las Palmas, región de Tijuana, región de Tule, Valle de Ojos Negros, Ejido de Uruapan, Valle de Santo Tomás y Valle de San Vicente. "Ahí es donde va a haber ciertos impactos por la sequía", alertó.

En Ensenada hay unas 3 mil 231 hectáreas (has) destinadas a la cosecha de uva y toda va a la producción de vino. En Tecate hay 46 has y en Tijuana 70 has. El agua que se emplea para la uva normalmente es para riego, aunque se cuenta también con espacios de temporal que para Ensenada son 261 has. La superficie de temporal prácticamente se va a perder por la poca lluvia, indicó.

"Se pronostican olas de calor que se van a reflejar en la producción de la uva de riego. A futuro es posible que se contraiga la producción de uva debido a la menor humedad relativa en el viento, y si no hay agua suficiente en los mantos freáticos, no habrá agua suficiente para el riego que se hace por goteo".

El levantamiento de la cosecha es en septiembre (48 por ciento), agosto (16.25 por ciento) y octubre (16 por ciento), en esos meses se reflejará la baja en la producción. Comentó que la escasez de agua ha provocado que haya bajos niveles de producción de uva en relación con otros países, y por eso Baja California se ha concentrado en la producción de vinos de alta calidad.

González Andrade también apuntó que Baja California tiene un promedio de 8 a 10 toneladas de uva por hectárea, cuando en países como Chile y Argentina, que son competidores de México por sus vinos, tienen un rendimiento de 20 a 25 toneladas por hectárea. Detalló que la escasez de agua genera más concentración de sabores que reflejan la calidad del vino.

Admitió dijo que la aplicación de riego genera costos del 22 por ciento del total, el control de plagas 38.7 por ciento; 12 por ciento en fertilización; 11 por ciento de cosecha; la poda es el 8.5 por ciento. Una eventual reducción en producción de uva se reflejaría en la baja en solicitud de mano de obra.

Se dice que muchos productores de vino han importado mosto (jugo de uva), "se sabe que lo traen de Chile, desde luego es un dato que no dicen y no está cuantificado, pero salió a flote la información porque se quería hacer una denominación de origen y ahí es cuando supimos que no todos los productores usan uva exclusiva del estado sino que importan mosto, eso limita la denominación de origen".

En México se producen cerca de 14 millones de litros de vino al año, de esos 16 por ciento es de exportación. El 77 por ciento del vino exportado tiene como destino Estados Unidos (57 por ciento), Alemania (14 por ciento) y Francia (6 por ciento). En Baja California se produce el 90 por ciento del vino mexicano, cuenta con 70 casas vinícolas que anualmente producen 1.2 millones de cajas de vino. Aporta una facturación de 42 millones de dólares, 11 millones por concepto de impuestos, y genera 7 mil empleos directos e indirectos (CMV, 2012).
La calidad de los vinos mexicanos ha sido reconocida con más de 300 premios internacionales (CMV, 2012).

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De acuerdo con datos de la Secretaría de Fomento Agropecuario, Baja California ocupó el segundo lugar en superficie Plantada de uva, ya que participó con 13.4 por ciento a nivel nacional durante 2014. El principal estado productor de este cultivo es Sonora, el cual sembró más de la mitad de la superficie de uva en el país (68.2 por ciento); los estados de Zacatecas y Aguascalientes participaron con el 12.9 por ciento y 2.6 por ciento, respectivamente.

Tan solo cuatro estados del país producen 97.1 por ciento del total de la producción de uva, siendo estos Sonora, Baja California, Zacatecas y Aguascalientes.

VALLE DE SAN QUINTÍN 

Sin embargo en el estado existen otro tipo de cultivos y hortalizas que la sequía ha afectado al grado de cambiar sus tecnificaciones, según explicó Alberto Pombo, investigador del COLEF. San Quintín se ha distinguido por el cultivo de fresas y moras junto con otras hortalizas.

Por ello la sequía se ve de distinta forma en los municipios de Baja California. En Mexicali el agua llega del Río Colorado y se negocia por convenios binacionales, otra parte es de los acuíferos. Mexicali, Tecate, Tijuana y Rosarito dependen del agua del Río Colorado, pero Ensenada de sus acuíferos cuya recarga está limitada.

"El problema principal del Valle de San Quintín es la sobre explotación de los acuíferos, pero ha sido importante el uso de la tecnología. Uno de los primeros signos de sobre explotación en esta zona costera es el aumento de la salinidad, es decir, hay un balance entre el agua dulce y salada en el acuífero, y cuando se sobre explota se empieza a filtrar el agua de mar al mismo, eso fue lo que pasó en San Quintín".

Explicó que la salinidad ya no era apta porque hay límites que pueden soportar las plantas, por esta razón muchos productores cambiaron a cultivos más resistentes como las cebollas, debido a que las moras, las fresas, etc., son muy sensibles.

"Las moras no resisten una salinidad por encima del 4 por mil, pero las cebollas soportan 8 partes por mil. Una alternativa fue desalar esa agua salobre (8 a 10 por mil) del subsuelo, pero aumentaron los costos y se empezó a usar tecnología para ahorrar agua. Se empezó a usar la malla sombra, al poco tiempo se pasó al invernadero completo que controla mucho la evaporación".

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Pombo explicó que el agua de rechazo (agua con más niveles de salinidad) comenzó a utilizarse por las grandes procesadoras, por ejemplo Rancho Los Pinos, Driscolls entre otras que tomaron el agua, la procesan y sacan una salmuera de 40 por mil, que es la misma salinidad del agua del mar y por ende el daño al ecosistema es menor según destacó.

"La planta desaladora común es la de 60 galones por minuto, en San Quintín hay unas 8 con estas características, las otras de mayor capacidad son al menos unas 10 que van de 150 galones por minuto hasta 4 mil 500. En San Quintín se usaba la inundación, ahora es goteo, y cuando aumentó la presión sobre el recurso, se hicieron rentables las tecnologías. No hay que ser apocalípticos porque cuando la escasez es suficientemente grande comienzan a ser atractivas otras opciones y se produce un cambio tecnológico como el que ya se generó en San Quintín".

Finalmente dijo que la producción se ha mantenido a mayor costo, pero esto para el pequeño productor, a menos que exista una política definida que les permita tecnificarse, los pone en clara desventaja. "Los que se han tecnificado son los medianos para arriba, los muy pequeños no, y lamentablemente tienden a desaparecer".

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