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La maldición del petróleo que persigue a México

Es un país con abundancia EN recursos petroleros, pero, igual que al rey Midas, esta riqueza pudo haberle traído un problema: la maldición del carbono.

La maldición del carbono es una nueva hipótesis económica que establece que los países con mayor cantidad de combustibles fósiles -petróleo, carbón, gas natural y gas licuado- tienden a emitir, en el mediano plazo, mayor cantidad de dióxido de carbono (CO2) por cada unidad de su producto interno bruto (PIB), es decir, para mantener sus actividades productivas, el país emite mucho más carbono por unidad productiva que otros países.

Esta maldición tiene consecuencias para las políticas públicas, pues los países ricos en combustibles fósiles deberán tomar acciones concretas si pretenden cumplir sus metas de mitigación del cambio climático. Y justamente, dar herramientas a los países que dependen de la extracción y exportación de petróleo, para desarrollar una economía baja en carbono, es el objetivo del trabajo de posdoctorado de Katya Pérez Guzmán.

La doctora en Ciencias Políticas realiza su trabajo en el International Institute for Applied Systems Analysis (IIASA), el cual está dedicado a la investigación mediante el análisis de sistemas. IIASA tiene convenio con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para la realización de posdoctorados, y también está abierto a realizar proyectos de investigación con diferentes instituciones en México.

El reto al que se enfrenta Katya Pérez en este momento es encontrar una forma de cuantificar de manera global y comparativa qué tanto depende un país de la extracción y exportación de combustibles fósiles, para así investigar cómo esta medida se relaciona con su intensidad de carbono, una alternativa sobre cambio climático.

La forma en que planea hacerlo es mediante el análisis de redes de matrices de insumo producto, que le permitirá conocer el origen y el destino de las transacciones económicas de cada sector productivo, incluyendo las transacciones respectivas de ciertos recursos naturales, como los minerales o el CO2.

Lo que la doctora en Ciencias Sociales pretende hacer es analizar cómo se modifican las cantidades de emisiones de las diferentes industrias de un país cuando cambian las ganancias monetarias obtenidas de las exportaciones de combustibles fósiles, y comparar esta relación con la que existe en países sin el recurso energético.

¿Cómo salir de esta maldición?

Según datos de la Comisión Europea, en 2015 México estaba en el número 16 de la lista de países que más emisiones de CO2 producen. Pero considerando las actividades productivas, en América del Norte es el país con mayores emisiones de CO2 por cada unidad del PIB. Es decir, para producir cierta cantidad de riqueza, emite mayor cantidad de gases de efecto invernadero que Estados Unidos o Canadá.

Pero existen algunos países que han escapado de la maldición del carbono, el caso más representativo es Noruega. La posesión de petróleo en este país no ha desencadenado los síntomas conocidos de esta maldición, y sus emisiones de CO2 por unidad del PIB son menores a las de varios países con abundancia de recursos fósiles. Los expertos apuntan que esto se debe, por un lado, a que su burocracia profesionalizada hace un manejo adecuado de los ingresos de la industria petrolera, explica la especialista.

"Si las instituciones que se encargan de producir y exportar petróleo, así como de introducir los ingresos de su venta, son representativas, transparentes y se rigen bajo un esquema de carrera profesional, entonces los ingresos se utilizarían para bien del país. Pero si el país cuenta con instituciones no transparentes y sujetas a procesos clientelares de selección de personal, los ingresos petroleros podrían ser distribuidos por medio de redes de clientelismo, patronazgo, o llevar a altos niveles de corrupción, como se postula para México en la década de los 80", afirmó la experta.

Las mismas propuestas son relevantes para países con alta desigualdad o pobreza. Esto porque la corrupción en las instituciones deja los ingresos en manos de unos pocos, crea un desbalance de poder y favorece a una élite formada alrededor de la renta petrolera. De hecho, algunas hipótesis señalan que la abundancia de combustibles fósiles sólo se vuelve una maldición para países con altos niveles de desigualdad.

Sin embargo, existen diferentes medidas para evitar la maldición del carbono, desde asegurar transparencia, legalidad y contrapesos en las instituciones encargadas de la producción, exportación y administración de los ingresos petroleros, hasta la creación de un fondo al que ingresen todas las ganancias generadas por la venta de petróleo, finalizó Katya Pérez.

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