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El COVID en la zona cero: 'la soledad de estar en el hospital ha sido lo peor'

El momento más emotivo para el doctor Omar William González Hernández, al sobrevivir al COVID-19, fue poder volver abrazar a sus hijos de ocho y dos años.

El momento más emotivo para el doctor Omar William González Hernández, al sobrevivir al COVID-19, derivado del la falta de equipo de protección y protocolos, fue poder volver abrazar a sus hijos de ocho y dos años.

El médico internista, con especialidades en geriatría y gerontología, trabaja entre semana en el hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y los fines de semana en un hospital del IMSS, donde además de entregar equipo de protección personal deficiente, incompleto y de mala calidad, se implementaron tarde los protocolos de seguridad del personal médico.

"La falta de capacitación al personal, la falta de equipo adecuado y el retraso en implementar los protocolos de seguridad, así como la mayor cantidad de compañeros infectados en el IMSS y la mayor cantidad de pacientes atendidos, hacen más factible que me haya contagiado ahí", sostiene el médico González.

Cuando comenzó a sentir síntomas, empezó a tomar precauciones con su familia, como no dormir en la misma habitación con su esposa y, además, tuvo que enviar a sus hijos con sus abuelos.

Una vez diagnosticado con el nuevo coronavirus, el médico fue hospitalizado, con fiebre y problemas para respirar, en el propio 20 de Noviembre del ISSSTE, donde labora.

"En el momento en que me dijeron que me iban a hospitalizar, empecé a asimilar todos esos miedos que mi familia me compartía de que si realmente se puede convertir en algo grave o que incluso pudiera costarme en la vida", señala.

Lo más difícil para él durante los seis días de hospitalización y las tres semanas de incapacidad en el ISSSTE (en el IMSS sólo se le otorgaron dos semanas de incapacidad) fue el aislamiento y la soledad que impone esta enfermedad a los pacientes, quienes tienen que estar lejos de sus familiares, principalmente.

No obstante, sostiene, su pensamiento crucial era que iba a salir adelante y que tenía que reintegrarse a su labor, porque había dejado mucho trabajo pendiente, además de estar con su familia.

"Una vez superada la enfermedad la parte más emotiva, creo yo, es cuando recuperas tu libertad, el salir de casa, el ir a trabajar otra vez, es que te sepa la comida, el que puedas convivir con tu familia o las demás personas. Pero yo creo que la parte más emotiva es poder ver a mis hijos", agrega.

Pese a la consecuencia de contagiarse por la falta del equipo de protección personal, el doctor González Hernández regresó a trabajar, aún en condiciones adversas: "Tenemos un deber y compromiso con nuestra profesión y semejantes, además de que hace falta personal porque, por miedo, muchos no quieren participar", agrega.

"La experiencia buena (de haber tenido COVID-19) es que me ayudaron mucho mis compañeros médicos, enfermeras y el personal de trabajo social, así como los amigos, por supuesto, que ya tiene tiempo que no contactaba", remata.

El doctor Omar González tiene más de 10 años de experiencia en la atención de pacientes adultos mayores.

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